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Leigh solo se ausentó dos minutos de la habitación, pero cuando volvió, ya era demasiado tarde: su nueva cobija había sido conquistada por Pippin, su perrita de raza chiweenie, una mezcla entre chihuahua y dachshund, quien se envolvió en ella como si fuera un burrito, dejando apenas su hocico y ojos al descubierto.
La escena fue tan adorable como inevitable. Leigh había comprado el cobertor para sí misma y lo dejó sobre el sofá, confiando en que nada pasaría mientras salía de la sala. Sin embargo, cuando regresó, encontró a su perrita completamente instalada en su nuevo “nido”.
La imagen fue compartida en su cuenta de X (@PervyPepper), y rápidamente se volvió viral, acumulando más de 60.000 “me gusta” y 2.800 compartidos. Los usuarios no tardaron en reaccionar con comentarios cargados de ternura: “Esto es lo que se llama energía de ‘no molestar’”, escribió uno. Otro agregó: “Ella pensó que su humana fue muy amable al comprarle una manta tan cómoda”.
En entrevista con Newsweek, Leigh explicó que el comportamiento no la sorprendió del todo. “Pippin se envuelve en lo que sea. Si dejo un cárdigan en el sofá, en un minuto ya está metido en una manga”, contó. Aun así, no esperaba que reaccionara tan rápido con el nuevo cobertor.
Pippin no es la única habitante del hogar. Leigh es rescatista de animales y convive con siete cabras, ocho peces dorados, nueve gallinas, cuatro perros y más de veinte gatos. “Mi casa tiene fama de ser de ‘corazón blando’. La gente deja animales conmigo para que los cuide”, afirmó.
El comportamiento de Pippin no es extraño entre perros pequeños. De acuerdo con Wag Walking, muchas razas desarrollan la necesidad de buscar refugios seguros, como cobijas o camas, porque en la naturaleza serían presas vulnerables. En casa, la calidez y suavidad de una manta pueden ofrecer la misma sensación de protección que una madriguera.
El instinto de acurrucarse también puede estar asociado al estrés o simplemente al deseo de confort. Y aunque el cobertor no era originalmente para ella, Pippin dejó claro que, en esa casa, los textiles nuevos no duran mucho sin un sello canino de aprobación.
Al final, Leigh no solo ganó una anécdota entrañable, sino también la simpatía de miles de personas que vieron en Pippin a la mascota perfecta: rápida, tierna y con un gusto impecable para elegir cobijas.
Unpacked new duvet, put it down and walked out the room for two minutes. Came back: pic.twitter.com/AixMrQmHQC
— Amelia Pepper (@PervyPepper) July 9, 2025
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