
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En un formulario estaba la delgada línea entre la vida y la muerte. Al menos, así era para Kristie Pereira, quien firmó un documento en un edificio de servicios para animales, en el que manifestaba que lo más adecuado para la situación era sacrificar a su cachorro Beau.
Esto ocurrió en 2023, cuando el canino criollo, con 5 meses de edad, lloraba constantemente, había perdido el control de sus deposiciones y no podía levantar las patas traseras. Por lo que un veterinario de Maryland, Estados Unidos, dijo que el canino no podría recuperarse, según comentó Pereira al Washington Post.
Pereira ha estado de luto desde entonces. Le deseó a Beau un “cumpleaños celestial” en las redes sociales en octubre, pero en marzo de este año, un año después de que decidió sacrificarlo, la imagen del hocico y las patas de su mascota no salían de su mente.
Para alivianar un poco el dolor que aún sentía, optó por buscar en sitios web a perros que estuvieran disponibles para la adopción. Entre ellos, encontró un refugio de animales en Virginia que exhibía una foto de un canino idéntico a su querido Beau.
Investigó a fondo y así descubrió que tanto su compañero, como el perrito que había encontrado en internet, tenían la misma edad y las mismas manchas marrones rodeando su nariz. Esta era la prueba de que Beau estaba vivo.
La joven llamó al centro de rescate, además de a servicios animales estatales, para descubrir lo que había sucedido después de dejar a Beau en el lugar en que le aplicarían la eutanasia. Una recepcionista del lugar comentó que los veterinarios del condado no creían que sacrificar a Beau fuera necesario. Por lo que le dieron medicamentos y lo enviaron de regreso al centro de rescate donde había nacido, dijo la empleada.
De este modo, Beau llegó a Lost Dog & Cat Rescue Foundation, en donde más veterinarios lo atendieron, le diagnosticaron una lesión hepática y le devolvieron la salud con una cirugía, según Chloe Floyd, portavoz del servicio de rescate con sede en Falls Church.
Una vez culminó su recuperación, el perrito fue puesto en adopción el mes pasado y nadie dijo nada a Pereira. Ya que de haber sabido que Beau podía vivir cómodamente, habría pagado lo necesario para que realizaran los procedimientos médicos, contó la mujer.
Sin embargo, más problemas han aparecido, debido a que Pereira dice que la fundación que tiene a su mascota no se la devolverá, porque argumentan que ellos no retornan a los peludos que llegan a sus instalaciones a dueños antiguos que los entregaron.
Por su parte, María Anselmo, portavoz del Centro de Adopción y Servicios para Animales del Condado, dijo que las personas firman un formulario renunciando a la propiedad cuando entregan sus perros al centro y que el documento también dice que el condado puede tratar a las mascotas, incluso si sus dueños pidieron que se les aplicara la eutanasia, si los veterinarios las consideran tratables y adoptables.
Sin embargo, el proceso médico veterinario que siguió la mujer fue exhaustivo. Cuando Pereira notó que Beau caminaba por su casa presionando su cabeza contra las paredes, mordiendo y ladrando con frecuencia, lo llevó a veterinarios en Silver Spring y Columbia, donde le dieron medicamentos para un posible problema hepático.
Un veterinario dijo que el sistema nervioso de Beau podría estar dañado y que podría someterse a un procedimiento de columna que costaría miles de dólares, pero que tal vez no ayudaría. Pereira no quería que Beau soportara el procedimiento si era poco probable que funcionara.
En marzo de 2023, un veterinario le dijo a Pereira que debería considerar la eutanasia, ya que Beau no tenía calidad de vida, escribió el veterinario en un correo electrónico, el cual Pereira proporcionó a The Washington Post. Días después, la mujer llevó a Beau al centro de servicios para animales del condado, donde firmó el formulario para aplicarle la eutanasia.
No obstante, no pudo acompañar a la mascota en, los que se supone, eran los últimos segundos de vida de su peludo porque el condado prohíbe a los propietarios estar presentes durante la eutanasia. Después de una serie de pruebas, al perro se le diagnosticó una derivación hepática por una mala conexión entre las venas.
En septiembre, el perro se sometió a una cirugía de casi 7.000 dólares, financiada con donaciones, para redirigir su flujo sanguíneo y cuando los veterinarios concluyeron que el perro estaba sano, lo dieron en adopción.
“Con una mirada a sus conmovedores ojos marrones, te robará el corazón”, escribió Lost Dog & Cat en su sitio web. “Este cachorro de un año y medio te encantará con su inteligencia y te mantendrá activo con su amor por la aventura”, expresó la publicación.
Después de que Pereira vio a su antiguo perro en el sitio, una recepcionista del condado le confirmó que su perro nunca fue sacrificado. El servicio de rescate también confirmó que el perro era suyo, pero que no lo devolvería, dijo Pereira.
Quien se mudó recientemente a San Antonio, Estados Unidos, y que se quedará indefinidamente en la casa de su madre. “Estoy segura de que si lo adoptaran, sería una gran familia”, dijo Pereira entre lágrimas. Hizo una pausa de unos segundos para recomponerse. Luego añadió: “Pero eso no debería ser lo que está pasando”.
