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¿Qué siente un perro cuando llega otro perro a casa?

La llegada de un segundo perro al hogar puede ser motivo de alegría para los humanos, pero también de ansiedad para el peludo que ya vive allí. Entender sus emociones es clave para una convivencia armoniosa.

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La Red Zoocial
29 de junio de 2025 - 12:00 p. m.
No existen estudios concluyentes que demuestren que los perros sientan celos en el sentido humano, pero sí se ha documentado que pueden experimentar ansiedad, confusión o estrés ante cambios en su entorno.
No existen estudios concluyentes que demuestren que los perros sientan celos en el sentido humano, pero sí se ha documentado que pueden experimentar ansiedad, confusión o estrés ante cambios en su entorno.
Foto: Freepik
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Cuando una familia decide adoptar un segundo perro, la escena suele estar cargada de ilusión: un nuevo compañero para todos, incluido el primer perro, que en teoría tendrá ahora un “hermano” con quien jugar. Sin embargo, lo que para los humanos puede ser una gran noticia, para el animal que ya vive en casa, puede significar un cambio radical en su entorno, sus rutinas y su sentido de pertenencia. La llegada de otro perro no siempre se recibe con entusiasmo, y es fundamental entender qué ocurre emocionalmente en el peludo residente.

Los perros, como seres sociales, son también territoriales y profundamente apegados a sus dinámicas cotidianas. Tienen vínculos afectivos con sus cuidadores, con los espacios que habitan y con las rutinas que conocen. Por eso, la aparición de un nuevo perro puede interpretarse como una amenaza a esos vínculos: ¿me dejarán de querer?, ¿me quitará la atención?, ¿me va a sacar de mi lugar?

No existen estudios concluyentes que demuestren que los perros sientan celos en el sentido humano, pero sí se ha documentado que pueden experimentar ansiedad, confusión o estrés ante cambios en su entorno. La llegada de otro perro representa, para muchos, una alteración significativa en su rutina, su espacio y en la atención que reciben de sus cuidadores.

Estas emociones suelen expresarse a través del comportamiento. Es común que el perro residente se muestre más demandante, se aísle, ladre con más frecuencia o incluso tenga retrocesos en aprendizajes previos, como hacer sus necesidades en el lugar adecuado. En algunos casos, puede reaccionar con gruñidos o actitudes defensivas hacia el recién llegado.

Un estudio realizado por la Universidad de California en San Diego, publicado en la revista PLOS ONE en 2014, encontró que más del 75 % de los perros observados mostraron comportamientos que sus dueños interpretaron como celos cuando se interactuaba con otro perro frente a ellos. Si bien este tipo de estudios no prueba que los perros sientan celos como los humanos, sí confirma que reaccionan ante lo que perciben como una pérdida de atención o afecto.

Lo recomendable, según diversas organizaciones de bienestar animal como la ASPCA y la Humane Society, es que la introducción de un nuevo perro se haga de manera gradual y cuidadosa. Uno de los pasos clave es realizar el primer encuentro en un terreno neutral, como un parque, para evitar respuestas territoriales. En casa, cada perro debe contar con su propio espacio para dormir, comer y descansar, y no debe forzarse la interacción.

También es importante mantener las rutinas del perro residente lo más estables posible. Continuar con sus paseos, horarios de comida y momentos de juego refuerza su seguridad. Dedicarle tiempo exclusivo ayuda a prevenir sentimientos de desplazamiento.

No todos los perros reaccionan igual. Algunos se adaptan rápidamente y hasta disfrutan la compañía del nuevo compañero. Otros pueden necesitar días o semanas para sentirse cómodos. Hay factores que influyen, como la edad, el nivel de socialización previa, la energía de ambos perros o incluso si han vivido con otros animales antes.

La buena convivencia no solo depende de los perros, sino también del manejo que hagan los humanos. Tener claridad sobre el carácter del perro actual, contar con el tiempo necesario para supervisar y guiar la adaptación, y no asumir que dos perros se harán amigos automáticamente, son claves para una transición exitosa.

Tener un segundo perro puede traer múltiples beneficios para ambos animales: estimulación mutua, más juego, reducción de la ansiedad por separación y mejora en la actividad física. Pero no siempre es la mejor decisión. Hay perros que prefieren la vida en solitario o que han tenido malas experiencias previas con otros animales.

Por eso, antes de adoptar un nuevo perro, conviene consultar con profesionales en comportamiento animal, evaluar cuidadosamente la dinámica del hogar y tomar decisiones informadas, pensando en el bienestar de todos.

Comprender qué siente el perro que ya estaba en casa y responder a esas emociones con paciencia y empatía, es una muestra de respeto. Así, en lugar de generar conflictos, la llegada de un nuevo miembro puede convertirse en una oportunidad para fortalecer los lazos y construir una manada más feliz.

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