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En medio del avance de una de las obras más importantes para la movilidad en el sur de Bogotá, un inesperado protagonista ha captado la atención de los operarios y ciudadanos: Timoté, un schnauzer que forma parte del equipo humano y técnico que construye el nuevo cable aéreo de San Cristóbal.
Todo comenzó el 4 de abril de 2025, cuando el perro apareció empapado y en evidente estado de abandono y desnutrición junto a uno de los fustes del sistema. Desde entonces, fue adoptado por los trabajadores, quienes no solo lo alimentaron y cuidaron, sino que además lo integraron al grupo como un miembro más. Hoy, recorre la obra con chaleco reflectivo y casco de seguridad, elementos que no solo aseguran su bienestar, sino que también lo identifican como parte del proceso.
El sistema, que promete reducir a solo nueve minutos el trayecto entre el sector del 20 de Julio y la estación de retorno Altamira, beneficiará a más de 400.000 personas al mejorar la conectividad entre el suroriente y el centro de la ciudad. Aunque su inauguración está prevista para el segundo semestre de 2026, los avances van en marcha y Timoté no falta a su jornada, acompañando a los expertos que revisan cada detalle de la mega obra.
Historias como la de Timoté evocan la de Tony Camacho, el perro símbolo del estadio El Campín, que desde 2022 vive bajo el cuidado de los trabajadores del IDRD. Ambos casos recuerdan la importancia de la tenencia responsable y del cuidado animal en espacios públicos, donde la empatía y el compromiso humano marcan una diferencia.
Gracias al cariño de sus nuevos compañeros, Timoté no solo encontró un hogar, sino también un rol: ser compañía, alivio y alegría en medio de una construcción que cambiará la movilidad de Bogotá. A cambio de unas caricias y afecto, este peludo se ha ganado un lugar entre cables, cascos y concreto.
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