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Aunque muchas personas los tienen en casa, los loros no son mascotas: son aves silvestres con inteligencia y sensibilidad extraordinarias, cuyo comportamiento natural debe ser respetado y comprendido. Observar cómo se comportan, puede ayudar a conocer más sobre su lenguaje corporal y sus necesidades reales. Uno de los gestos más llamativos y frecuentes en ellos es el de “esponjarse”, o inflar sus plumas. Pero, ¿qué significa realmente esto?
Es común ver a un loro erizando sus plumas, dándose una apariencia más voluminosa, esponjosa. Este gesto puede ser interpretado de muchas maneras, dependiendo del contexto en el que ocurre. De hecho, es una de las formas más importantes en las que estas aves expresan su estado físico, emocional y social.
En un entorno tranquilo, cuando está en reposo o tras una sesión de acicalamiento, esponjarse puede indicar comodidad y relajación. Es el equivalente a desperezarse o acomodarse en el sillón después de un día largo: una señal de que el loro se siente seguro en su entorno. También es usual que lo hagan por breves momentos al despertar o antes de dormir.
Otra función esencial de este comportamiento es la regulación térmica. Las plumas actúan como un sistema de aislamiento natural, y al inflarlas, el ave atrapa una capa de aire caliente cerca del cuerpo para conservar el calor. Por eso, en ambientes fríos o con corrientes de aire, es normal que un loro se esponje como una forma de protegerse del clima.
Sin embargo, no siempre es señal de bienestar. Cuando un loro permanece esponjado durante largos períodos, sobre todo si está acompañado de letargo, falta de apetito o un cambio en sus vocalizaciones, puede ser una señal temprana de enfermedad. Los loros tienden a ocultar sus síntomas hasta que están gravemente enfermos, por lo que un comportamiento anormal como este no debe pasarse por alto. Un ave que pasa mucho tiempo encorvada, esponjada y con los ojos cerrados necesita atención veterinaria inmediata.
Además del estado físico, el esponjamiento también puede comunicar emociones. Algunos loros se inflan levemente cuando interactúan con otros ejemplares como un gesto amistoso, incluso de afecto o curiosidad. En contraste, si un loro se esponja, agacha la cabeza, abre las alas levemente o muestra otras señales de tensión, podría estar tratando de parecer más grande y amenazante ante algo que le incomoda o asusta. Este tipo de lenguaje corporal es crucial para interpretar su estado emocional y evitar interacciones forzadas o estresantes.
Entender estas señales es un paso fundamental para mejorar la relación humano-animal, sobre todo cuando se trata de animales tan complejos y sensibles como los loros.
Recuerde que los loros no son mascotas: son animales silvestres que, en muchos casos, han sido sacados de su hábitat o criados en cautiverio para satisfacer una demanda comercial que rara vez considera su bienestar real.
Por eso, si trabaja legalmente y bajo la supervisión de una autoridad ambiental competente en la rehabilitación de un loro, es esencial comprender su lenguaje corporal, ser respetuoso con su espacio y fomentar comportamientos naturales. El simple acto de esponjarse puede decir mucho más de lo que parece, si está dispuesto a observar con atención y sensibilidad.
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