En 2018, Karol Calvo Serrano migró desde Cúcuta hacia Bogotá en busca de oportunidades laborales. Recién había cumplido 18 años y, por su falta de experiencia laboral, se ocupó en la venta informal de tintos a las afueras de una obra de construcción. Allí adoptó a Dulce, su mascota.
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“Habían unos chicos de una constructora que me dijeron que tenían una perrita, y que tenían que deshacerse de ella, porque no la podían tener”, cuenta Calvo Serrano. Con la intención de darle un hogar, compró una bolsa de concentrado y la llevó a la habitación arrendada en la que vivía en el barrio Cofradía, en Fontibón.
Esta localidad, según datos de la Secretaría de Salud de Bogotá, es la quinta con más perros y gatos en la ciudad: 115.992. La superan, en orden ascendente, Ciudad Bolívar, Engativá, Suba y Kennedy. Además, dichas localidades también concentran el 44,6 % de los hogares más vulnerables de Bogotá, según la focalización realizada por la Secretaría de Integración Social.
Una vez en la habitación, Karol empezó a tener problemas con su arrendataria, pues esta no le permitiría tener mascotas en la casa. A esto se sumó que, como trabajaba en la calle, no podía llevar a Dulce con ella a todas partes, y tampoco contaba con el dinero para pagar un paseador o una guardería.
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Actualmente, el servicio de un paseo diario durante los 20 días hábiles de un mes cuesta alrededor de $150.000, mientras que una guardería canina por la misma cantidad de tiempo cobra entre $500.000 y $1.000.000. Para una persona con un trabajo informal, con ingresos que rara vez superaban el salario mínimo ($781.242, en 2018), este tipo de gastos son imposibles.
El desenlace de esta historia es bastante predecible. Luego de dos meses de mantener a Dulce en su hogar, “ella se estaba estresando de estar encerrada. Me tocó decirle a una cliente que tenía un centro de reciclaje si la podía tomar en adopción”, recuerda Calvo, quien contó con la fortuna de encontrarle un nuevo hogar a su mascota.
Otra suerte corren los más de 66.000 perros que deambulan por las calles de Bogotá, de acuerdo con cifras del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), y los otros miles de animales que, aunque no están en la calle, viven en hogares de paso o albergues y están a la espera de conseguir un lugar para vivir permanentemente.
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Para los estratos 1, 2 y 3 de Bogotá, el IDPYBA cuenta con una oferta de servicios gratuitos para los animales domésticos, dentro de los que se encuentran jornadas de esterilización, urgencias veterinarias y brigadas médicas en diferentes barrios de la ciudad, según explica Adriana Estrada, directora de la entidad. En las brigadas “también administramos medicamentos. Inicialmente pueden ser desparasitantes, vitaminas y, en algunos casos, dependiendo de las patologías que le encontremos al animal, se suministran otro tipo de medicamentos”.
Esto supone un alivio significativo en algunos costos de la tenencia de animales. Una cirugía de esterilización en una clínica veterinaria particular puede costar alrededor de $250.000. Las consultas varían en precios desde los $30.000 hasta los $70.000, sin contar los medicamentos ni la hospitalización, en los casos en los que se requiere.
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Sin embargo, hay otros gastos, como las vacunas, que siguen haciendo parte de la responsabilidad de tener un animal de compañía. Si bien la Secretaría de Salud tiene un programa de vacunación antirrábica, y dispone de diferentes puntos para aplicarla de manera gratuita, esta es solo una de las cuatro o cinco vacunas que deben aplicarse los perros, o las tres a cinco que deben aplicarse los gatos. En una veterinaria en Sierra Morena, barrio de Ciudad Bolívar, un esquema de vacunación completo ronda los $120.000, al igual que en el barrio Catalina, en Kennedy.
Por eso, no es casualidad que “las localidades con mayor densidad de animales abandonados son Ciudad Bolívar, Usme, Bosa, Kennedy, San Cristóbal y Suba”, asegura Adriana Estrada. Con el fin de mitigar esta problemática, durante 2022 el IDPYBA invirtió más de 18.300 millones de pesos en los programas gratuitos que ofrece, y aun así se quedan muchísimos casos sin atender, añade la directora del instituto.
Aumentar la oferta de servicios para los estratos 1, 2 y 3 implica invertir recursos con los que no cuenta el Instituto, “porque somos una entidad pequeña en comparación con otras dependencias de la Alcaldía” apunta Estrada. Otras opciones, que se desarrollan desde el IDPYBA en conjunto con las Alcaldías Locales, proponen tomar una parte de los presupuestos participativos para enriquecer esta oferta.
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Esta posibilidad supone que se presente una propuesta por parte de los habitantes de la localidad. Luego deberá someterse a votación y, en caso de que supere el umbral necesario, será revisada y aprobada para ejecución por parte de la Alcaldía. Dentro de los presupuestos participativos en Bogotá se contemplaron más de 3000 propuestas, y solo algunas de estas pasaron a ejecución. Además, el criterio de quienes votan puede priorizar otras de las muchas problemáticas que urge solucionar en cada localidad.
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