Sillas de ruedas: un nuevo comienzo para su mascota

Pensar en las segundas oportunidades para un animal también significa pensar en otros. Así fue como nació Sillas de ruedas para perros Adeu, una iniciativa de negocio que surgió de la mano de una necesidad familiar y que les ha cambiado la vida a varios peludos en Colombia.

Adriana Cárdenas, dueña de este emprendimiento, aseguró que todo empezó con Adeu, su perro shih tzu que murió tras contraer moquillo, una enfermedad infectocontagiosa que lo dejó sin movilidad en sus cuatro extremidades. Ella era consciente de que el valor de la silla de ruedas no estaba a su alcance, por lo que se encontró en una encrucijada: o le daba una mala calidad de vida o seguía el costoso tratamiento para salvarlo.

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“Mi hermano se consagró a fabricarle la silla a él, era un carro de cuatro ruedas que le permitió vivir feliz hasta el último momento de su vida”, contó Adriana. Pero Adeu solo pudo disfrutarla una semana.

Ante esto, Adriana quedó devastada hasta que un día la llamaron a pedirle que si podía donar la silla para otro perro. Ahí fue cuando decidió seguir adelante y, junto a su hermano Juan Carlos, empezó un negocio para fabricar sillas de ruedas para otros animales de compañía.

“Mi hermano diseña las sillas y las fabrica en alianza conmigo, y yo me encargo de las alianzas públicas y perrunas”, contó Adriana en medio de sillas de diferentes colores y tamaños en su estand de Expopet.

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Ellos trabajan con una fisioterapeuta veterinaria que los asesora en los casos especiales para diseñar las sillas de la mejor manera posible y que los animales estén felices y puedan continuar su vida sin problemas.

Al mes venden aproximadamente 12 sillas, que son enviadas a las principales ciudades del país. Estas son fabricadas en tubo cold rolled, su color depende del pedido del propietario, reforzado con pintura aerostática, tela antifluido y riata suave.

La fabricación de estos elementos no solo les ha mejorado la calidad de vida a los animales de compañía, sino que también lo ha hecho con otras especies como un chigüiro que vivía en Florencia, Caquetá, y que tenía problemas en la cadera. El uso de la silla de ruedas le facilitó su movilidad.

“También intentamos ponerle la silla a una zarigüeya, pero lastimosamente falleció”, agregó Adriana.

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Este emprendimiento familiar no solo cumple una labor comercial, sino también social. “Trabajamos con fundaciones, teniendo en cuenta que nuestras sillas son muy económicas, incluso si alguien quiere donar alguna, es muy económico hacerlo con nosotros”, dijo.

También, cuando un perrito que ha adquirido una silla fallece, Sillas de ruedas para perros Adeu la recibe y se la dona a otro peludo. Ellos están en constante comunicación con su propietario para que esté informado sobre el uso que se le está dando.

Adriana y su hermano hacen sillas de todos los tamaños y para todos. Por ejemplo, las más pequeñas son para gatos y conejos, y las más grandes para perros que pesan de 40 a 50 kilogramos. Su precio va desde los $180.000 en adelante.

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De acuerdo con el último informe estimativo de la abundancia y densidad poblacional de los perros deambulantes en Bogotá realizado por el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, alrededor del 25,47% de estos animales tienen algún problema músculoesquelético. Esto, sin contar los animales de compañía que no entraron en la medición, como los gatos, especies exóticas y no deambulantes.

🐾 ¿Quiere estar al día y conocer las últimas noticias sobre el mundo animal? Lo invitamos a verlas en La Red Zoocial. 🐶🐱 Además, si tiene alguna historia o está interesado en contar la suya con su mascota, puede escribirnos a laredzoocial@elespectador.com

Pensar en las segundas oportunidades para un animal también significa pensar en otros. Así fue como nació Sillas de ruedas para perros Adeu, una iniciativa de negocio que surgió de la mano de una necesidad familiar y que les ha cambiado la vida a varios peludos en Colombia.

Adriana Cárdenas, dueña de este emprendimiento, aseguró que todo empezó con Adeu, su perro shih tzu que murió tras contraer moquillo, una enfermedad infectocontagiosa que lo dejó sin movilidad en sus cuatro extremidades. Ella era consciente de que el valor de la silla de ruedas no estaba a su alcance, por lo que se encontró en una encrucijada: o le daba una mala calidad de vida o seguía el costoso tratamiento para salvarlo.

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Ante esto, Adriana quedó devastada hasta que un día la llamaron a pedirle que si podía donar la silla para otro perro. Ahí fue cuando decidió seguir adelante y, junto a su hermano Juan Carlos, empezó un negocio para fabricar sillas de ruedas para otros animales de compañía.

“Mi hermano diseña las sillas y las fabrica en alianza conmigo, y yo me encargo de las alianzas públicas y perrunas”, contó Adriana en medio de sillas de diferentes colores y tamaños en su estand de Expopet.

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La fabricación de estos elementos no solo les ha mejorado la calidad de vida a los animales de compañía, sino que también lo ha hecho con otras especies como un chigüiro que vivía en Florencia, Caquetá, y que tenía problemas en la cadera. El uso de la silla de ruedas le facilitó su movilidad.

“También intentamos ponerle la silla a una zarigüeya, pero lastimosamente falleció”, agregó Adriana.

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Adriana y su hermano hacen sillas de todos los tamaños y para todos. Por ejemplo, las más pequeñas son para gatos y conejos, y las más grandes para perros que pesan de 40 a 50 kilogramos. Su precio va desde los $180.000 en adelante.

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