La industria de la moda colombiana está en un momento de “ebullición creativa”, así lo describe el diseñador Jorge Duque Vélez, quien fue el encargado de la pasarela inaugural de la octava edición de Bogotá Fashion Week (BFW).
Hace unos años, la parada la mandaban los diseñadores de trayectoria, ahora hay un boom de creativos que están haciendo “cosas súper cool, bonitas y en todos los segmentos, desde el que vende barato, hasta el que vende caro”, agrega el diseñador, quien presentó su colección “Gabinete de curiosidades latinas”, en la antigua fábrica de Pastas el Gallo, en la Plaza España, un lugar icónico y tradicional para la moda popular.
La elección de la locación, según explicó el diseñador, también fue pensada meticulosamente y responde a que es el lugar en el que confluye la economía popular, pero también la gran economía, los grandes importadores y exportadores, que han convivido por años en esa zona de la capital.
No en vano desde la edición 2024 de BFW los empresarios de San Victorino están presentes en el evento. Para esta versión, 11 empresarios provenientes de los sectores de la economía popular del Restrepo y San Victorino mostraron sus propuestas para la temporada otoño-invierno a través del colectivo Puente, que justamente busca enlazar toda la cadena de la moda bogotana.
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¿Cuál es el papel de Bogotá Fashion Week en la construcción de la industria local?
Aunque Bogotá, desde los años noventa, ya contaba con diseñadores enfocados en el diseño de autor, el éxito de Colombiamoda generó la necesidad de crear una semana de la moda local que representara el talento de la ciudad.
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Según William Cruz Bermeo, profesor de historia de la moda y el vestir de la Universidad Pontificia Bolivariana, “se crearon principalmente de iniciativas privadas que no prosperaron, pues estaban más enfocadas en el espectáculo de la pasarela y no en la construcción de bases sólidas para estructurar los negocios de los diseñadores”.
Bogotá Fashion Week, plataforma de la Cámara de Comercio de la capital, se enfocó desde sus inicios en los negocios, sin dejar de lado las pasarelas.
El evento ha creado estrategias formativas para mejorar la visión comercial de los diseñadores, así como sus imágenes y la calidad de sus productos, pero también ha dado “espacio a proyectos de moda emergentes y disruptivos. En su octava edición, considero que este espacio consolida a Bogotá como centro nacional del diseño de autor: un lugar donde hay margen para la experimentación sin perder de vista que la meta final está en las ventas”, agrega Cruz.
Las cifras que muestran la importancia que tiene el sector
De acuerdo con cifras de la Cámara de Comercio de Bogotá, el macrosector moda cerró el 2024 con 34.656 empresas activas, lo que representó un 0,7 % menos que las empresas activas en 2023 (34.893 empresas).
El sector está compuesto en un 95,6 % por microempresarios, un 3,7 % por pequeños empresarios, un 0,6 % por empresarios medianos y un 0,1 % por grandes empresarios.
Además, el 76,3 % son empresas de personas naturales, el 23,7 % son personas jurídicas, el 88,7 % se encuentra en Bogotá y el 11,3 % restante son empresas que hacen parte de los 59 municipios de la jurisdicción.
Las cifras permiten evidenciar la importancia que tiene este sector para la economía de la ciudad y de la región, pero también son un reflejo de las nuevas propuestas y enfoques que mantienen vivo el interés de los consumidores.
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Entre lo emergente y lo popular: así está el sector
Durante la octava edición de Bogotá Fashion Week se destacó la participación de diseñadores emergentes. “Hemos visto una evolución muy grande de la moda local, que está trayendo un público internacional fuerte, porque realmente se está consolidando bien el mercado en Colombia y las marcas a través, no solamente de eventos como el Bogotá Fashion Week, estamos logrando tener asesorías y una consolidación muy importante, que nos permite ser más fuertes frente a un mercado internacional”, dijo Mariana Eichmann, cofundadora de Salvárea, una marca de joyería con enfoque sostenible y emergente.
Por su parte, Johana Rojas, fundadora de la marca Teresa, esencia entre hilos, menciona que ve a la industria de la moda local creciendo y diversificándose. “Veo que está cambiando, hay muchos tipos y estéticas que están empezando a pasar en la moda colombiana. Me parece fabuloso, porque nos estamos saliendo como del imaginario de lo que la gente tenía del diseño colombiano y estamos llegando a otros lugares y a otras estéticas”.
Por primera vez, los artesanos de Cundinamarca tuvieron un espacio para presentar sus creaciones, en que se destacaron propuestas tradicionales y contemporáneas, como la de Somos Mhuyscas, una marca creada por Milciades Estiven Castro Vásquez, diseñador y perteneciente al resguardo indígena muisca de Cota.
“Mi marca hace un enlace entre lo tradicional y lo contemporáneo y busca visibilizar lo que nosotros hacemos dentro de nuestras comunidades y darle a conocer a las personas que actualmente en Colombia y, muy cerca de Bogotá, existimos indígenas y estamos en este proceso de revitalizar nuestros usos y costumbres”.
De acuerdo con Castro, participar en un evento de moda como Bogotá Fashion Week es la “oportunidad para que nosotros como comunidades también lleguemos a estos espacios, a crear, a poner nuestro pensamiento y a poner nuestro arte. Estar en este evento, por primera vez, siento que permite representar a todas las comunidades indígenas del país. Es de orgullo. Nos da felicidad, porque nosotros podemos ser de una u otra manera referentes para todos estos chicos y personas que se están preguntando cómo llegar a estos espacios de la moda”, dice.
María Juliana Marín Villarreal, abogada experta en Fashion Law, también resalta el buen momento que enfrenta la moda colombiana: “cada vez son más los diseñadores que se atreven a dar el paso y convertirse en empresarios del sector. Muchos de ellos, no todos, están construyendo marcas con enfoque global, con ganas de llegar a nuevos mercados y no quedarse solo con un negocio local”.
Sin embargo, asegura que eso requiere de un trabajo articulado entre las instituciones y los diseñadores, “porque el talento y la creatividad que vivimos en Colombia es innegable, pero esto no es suficiente para crecer como marca y, mucho menos, para expandirse internacionalmente. Es importante que haya un acompañamiento financiero, de negocios, de comercio exterior y, por supuesto, legal, porque llegar a nuevos mercados requiere estrategia”.
El corazón de BFW son los negocios y, en esa línea, 80 compradores de 22 países, como Corea del Sur, Reino Unido, Francia y Estados Unidos tendrán representación en la rueda de negocios, la cual contará con boutiques, tiendas por departamento, grandes superficies o representantes, abriendo mercado tanto para las marcas participantes, como para el resto de la oferta nacional.
El evento, desde el enfoque comercial, generó expectativas de negocio por US$4 millones en el corto y mediano plazo, cifra que crecería a US$10 millones en los siguientes 12 meses.
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