Como la primera imagen femenina que aparecía en la pantalla en blanco y negro, con pelo corto recién trasquilado que más bien parecía mordisqueado por un caballo, resultado de una decisión apresurada de cortarse sus largas trenzas que habían comenzado a crecer desde su adolescencia en Ibagué, antes de venirse a estudiar a Bogotá y luego de ser tambor mayor en la banda de su colegio.
Con sus grandes ojos verdes asustados y su bellísima sonrisa, con una camisa blanca y un ancho cinturón ciñendo su cintura de avispa, el mínimo de maquillaje y cero accesorios.
Nunca fue ni muy alta ni muy delgada. Nunca tuvo tiempo de hacer ejercicio, así comenzó una de las carreras más brillantes de la televisión de habla hispana, una verdadera leyenda. El lugar: los sótanos helados de la Biblioteca Nacional, en la calle 24, operados por una cantidad de técnicos venidos de Cuba que se morían de frío y sólo lograban calentar sus cuerpos con las luces de esa enorme bodega.
Siempre ha sido culta, muy culta. Siempre ha sido una devoradora de libros. Todo le ha interesado. Venía de un largo noviazgo y luego matrimonio con Álvaro Castaño Castillo, a quien había acompañado a fundar la emisora HJCK para la inmensa minoría de compositores, pintores, escritores y poetas. Venía de trabajar en la radio nacional y Bernardo Romero Lozano, quien dirigía las radionovelas, oyó su voz, esa voz, esa inconfundible voz, y le propuso entrar a la televisión.
Su primer entrevistado fue el poeta León de Greiff. Ella lo primero que musitó fue: ‘Estoy muerta de miedo’. Entonces se le ocurrió, en medio de su pánico, vaciarle los bolsillos al poeta y ahí comenzó lo que hoy es historia.
Su vocabulario desde el primer momento fue impecable, claro y descomplicado. Le llegó a todo el mundo. Grandes y pequeños. Todos la empezaron a seguir para escuchar sus charlas y entrevistas. Respetuosa y consciente de que detrás de ese bombillito rojo la estaban mirando y escuchando sus televidentes. Siempre manejó un estilo propio y profesional: suave, directa y muy femenina. Con sus modales y su lenguaje empezó a convertirse en alguien indispensable para los colombianos.
En temas de moda su ‘leit motive’ siempre fue: menos es más. Reconocida por su gran estilo, siempre elegante, impecable con su característico collar de perlas y sus lindos peinados.
Será recordada siempre como una mujer muy alegre. Y esa frase que emitió desde un concurso nacional de belleza en blanco y negro cuando dijo: ‘Ojalá que la televisión fuera en colores’, en la que quedó retratada su personalidad generosa de querer llegar a todo el mundo y dejar algo sembrado siempre.
Múltiples despedidas para Gloria Valencia de Castaño
La familia y amigos de la presentadora y primera dama de la televisión se reunieron en la Funeraria Gaviria ubicada en el norte de Bogotá, para dar el último adiós a Gloria Valencia de Castaño. A la velación, que se realizó desde el viernes en la mañana hasta las 3 de la tarde de este sábado, asistieron personalidades de la farándula nacional, así como hombres y mujeres de la vida política. Jorge Barón, Julio E. Sánchez Vanegas, Magda Egas, Daniel Samper Pizano, Alfonso Lizarazo, Carlos Muñoz, Camilo Pombo y Manolo Bellón, entre muchas otras figuras de los medios, acompañaron a Álvaro Castaño y a sus hijos Pilar y Rodrigo Castaño.
Después de casi dos días de este homenaje público, el cuerpo de la pionera de la presentación en los medios audiovisuales de Colombia fue trasladado este sábado al cementerio Jardines de Paz, en donde fue cremado en una ceremonia de carácter privado que se llevó a cabo pasadas las tres de la tarde.
La familia Castaño Valencia, consciente de la admiración que siempre le profesó el pueblo colombiano a la presentadora, le permitirá al público un último adiós en una misa que se celebrará domingo a las 11 de la mañana en el Gimnasio Moderno.
* Tomado de un homenaje audiovisual narrado por su hija, Pilar Castaño.