El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, volará este martes a Nicaragua para asistir a la investidura del mandatario Daniel Ortega, tras reunirse con su homólogo venezolano, Hugo Chávez, con quien firmó ayer varios acuerdos en materia política, industrial e intercambio de ciencia y tecnología.
Su gira se da en medio de amenazas entre Irán y Estados Unidos, que se incrementan desde que los ayatolás advirtieron que cerrarían el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 40% del crudo mundial. A estas tensiones se suma que un ciudadano estadounidense-iraní, que supuestamente espiaba para la CIA, fue condenado a muerte en Teherán y que la cónsul venezolana en EE.UU. fue expulsada por apoyar un supuesto plan iraní para atacar plantas nucleares estadounidenses.
La Casa Blanca indicó que Irán siente el impacto después de que se reforzaran las sanciones contra su sector financiero y la Unión Europea acordara prohibir sus importaciones petroleras, por lo que el viaje de Ahmadineyad es visto como un intento por conseguir apoyo y superar la crisis económica de su país.
La presidenta del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EE.UU., Ileana Ros-Lehtinen, cree que la presencia del mandatario iraní amenaza la seguridad regional y afirmó que “es importante que unamos fuerzas con otras democracias para contener y prevenir las incursiones iraníes en el hemisferio”. El portavoz para Latinoamérica del Departamento de Estado advirtió que, según una ley recién aprobada por Obama, cualquier institución extranjera que haga negocios con el Banco Central Iraní será sancionada.
Al término del encuentro Chávez cuestionó, una vez más, la política estadounidense y lamentó la intención de ese gobierno de “violar la soberanía de Siria” y de atacar a Irán con argumentos falsos.
Las naciones que visita Ahmadineyad comparten su retórica antiimperialista. Para Chávez, su principal aliado, “las declaraciones de los yanquis dan risa”. Entre Irán y Venezuela hay casi 300 acuerdos de cooperación. El encuentro Ahmadineyad-Chávez ratificó sus alianzas estratégicas y buscó vías para “frenar la locura imperialista”, según el mandatario venezolano.
Las sanciones impulsadas por EE.UU. contra los supuestos fines bélicos del programa nuclear iraní, aunque asfixian la economía del país asiático, no parecen suficientes para detener el desarrollo de este programa ni la influencia persa en Latinoamérica. Irán acaba de anunciar que enriquece uranio en una nueva planta vigilada por la Agencia Internacional de Energía Atómica, poniendo en una encrucijada a los norteamericanos, quienes buscan imponer más sanciones.
Además, el exmarine estadounidense-iraní Amir Mirzai Hekmati fue condenado a muerte en un tribunal de Teherán, por trabajar para la CIA desde Irán. EE.UU. condenó al gobierno iraní tanto por la sentencia de Hekmati, que a su entender se sustenta en falsedades, como por continuar “violando sus obligaciones nucleares”.
En medio de la controversia, el viaje de Ahmadineyad no se detiene. Su gira continuará por Nicaragua, Cuba, Ecuador y Guatemala. Mientras tanto, las máquinas de guerra iraníes y norteamericanas calientan las aguas del Golfo Pérsico, en inmediaciones del estrecho de Ormuz, a la espera de que la tensión entre ambas naciones toque su punto máximo.