¿Qué opinión le merecen las decisiones de las últimas horas en torno a la inadmisión de vuelos de deportados en Colombia y la suspensión de la sección consular de EE. UU. en Bogotá?
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Este es un momento crucial para que se activen los canales diplomáticos, no para manejar la situación a través de Twitter. Colombia ha venido recibiendo vuelos de deportación desde Estados Unidos durante muchos años: en la era Santos-Obama se llegaron a recibir hasta 7 vuelos diarios; durante la administración Duque-Trump-Biden, el promedio fue de 4 a 5 vuelos diarios; y actualmente, bajo el gobierno Petro-Biden, se reciben en promedio 3 vuelos semanales.
Todo el esfuerzo en las relaciones bilaterales debe continuar guiándose por una lógica diplomática, y será la tarea de nuestra Cancillería negociar tanto la forma como el fondo de estas decisiones. Lo más perjudicial sería continuar gestionando esta situación de manera improvisada en redes sociales. Colombia debe mantener su apuesta por fortalecer las relaciones bilaterales con Estados Unidos, asegurando un manejo serio y estratégico de esta y otras problemáticas comunes.
¿Cómo analiza lo que está sucediendo en este momento con todos los anuncios en materia migratoria?
Los anuncios de Trump tienen dos lógicas. Una, enviar un mensaje con la parte narrativa respecto a los temas de migración. Se va a endurecer mucho en Estados Unidos en los próximos meses, pero esa narrativa tendrá que ser confrontada en Estados Unidos con unas realidades logísticas, políticas, presupuestales y legales.
Las narrativas de estas órdenes ejecutivas han creado miedo en las comunidades latinas aquí en Estados Unidos y el hemisferio occidental.
Algunas órdenes ejecutivas que se han anunciado son para temas de frontera y cómo fortalecerla, diciendo que hay una invasión y enviando tropas del ejército a la frontera, cosa que ya ha ocurrido anteriormente. Están todas las órdenes ejecutivas de todos los temas de deportación masiva, y hay unas órdenes ejecutivas adicionales que tienen que ver con temas como que el ejército no solamente se vaya a la frontera, sino que también pueda hacer detenciones masivas dentro de los Estados Unidos, y quitar el derecho a la ciudadanía para aquellas personas que nazcan en el territorio estadounidense de manera irregular.
Esa narrativa se confronta con varias realidades. Hay temas que violan directamente la Constitución, como el del derecho a la ciudadanía que, de hecho, un juez federal ya bloqueó. Lo mismo seguramente va a pasar con el ejército porque, incluso, se ha utilizado anteriormente. Biden lo hizo; Obama utilizó el ejército de manera más logística y prestando apoyo que haciendo detenciones, que por ley no puede hacer. Sin embargo, lo que va a tratar de hacer Trump es decir que hay una invasión y que, por tal razón, invocando una ley muy vieja, decimonónica, se necesitarán las fuerzas armadas. Eso va a necesitar una aprobación del Congreso y una aprobación de mayorías calificadas, no solamente mayorías simples. En el Senado hay una figura que se llama el “filibuster”, que consiste en no negociar nada hasta que se llegue a una mayoría calificada de más del 60 %. Entonces ahí va a haber un tema jurídico, de litigio y de política que va a impedir, muchas veces, que se lleven a cabo este tipo de declaraciones.
Por otro lado, está el tema de las declaraciones. En Estados Unidos hay unos 11,3 o 11,4 millones de migrantes en situación irregular. Deportar a todos estos inmigrantes le puede costar al país US$100.000 millones…. US$24.000 millones es el presupuesto anual de la NASA, para hacerse una idea. Es decir, quieren ir a Marte y, a la vez, quieren deportar 11 millones de migrantes. Ahí también hay un tema de lo que es posible. Y con esto toca confrontarnos con la realidad de América Latina: no hay instituciones, no hay infraestructura, no hay capacidad en muchos países de América Latina, incluido México, que conoce este juego mejor que todos en el hemisferio, para recibir millones y millones de migrantes.
Por otro lado, lo que es real es que, gracias a diferentes factores, como las órdenes ejecutivas de la administración anterior sobre los temas de los caminos laborales, el parole humanitario, la aplicación CBPOne, entre otros, se logró bajar los niveles migratorios a récords históricos. En este momento, unas 40.000 personas están llegando a la frontera suroccidental, cifras muy por debajo de las 500.000 que llegaban en febrero del año pasado. Entonces, desplegar un arsenal de órdenes ejecutivas y utilizar todo el aparato ejecutivo para una realidad en frontera que no se está dando, y para una realidad política, logística, jurídica y presupuestalmente imposible de cumplir, va a generar una serie de confrontaciones y reflexiones dentro del pueblo estadounidense.
¿Cómo cree entonces que evolucionará o se transformará la migración en América Latina en los próximos años, durante el gobierno de Trump e incluso el largo plazo?
La agenda migratoria en América Latina de integración ha perdido mucho terreno frente a la agenda de tránsito hacia Estados Unidos. Entre 2015 y 2020 hubo mucha voluntad política por parte de los líderes y gobiernos de América Latina para apoyar una agenda de integración. Hoy, eso se ha desvanecido bastante por varios factores: fatiga por parte de las comunidades de acogida, cambios gubernamentales en muchos países como Chile, Colombia y Perú. Esto ha generado que las políticas relacionadas con decisiones a nivel ejecutivo estén en constante cambio. Los fallos en los procesos de integración han generado una movilidad muy fuerte y brusca hacia el norte. Muchas personas que transitaron por el Darién en los últimos años no estaban saliendo directamente de Venezuela. Muchos intentaron quedarse en Chile, Perú, Colombia o Ecuador, pero, al no lograrlo, decidieron continuar hacia el norte.
Ahí es donde realmente están las oportunidades para los países y donde también están los intereses de los migrantes. Más del 80 % de los venezolanos que migraron siguen en Sudamérica. Aquí es donde está la oportunidad real de mantener a la población bien integrada y construir canales de integración más permanentes que temporales, que es lo que ha sucedido hasta el momento. Con estas órdenes ejecutivas, realmente se abre una oportunidad para que la agenda migratoria continúe por un camino enfocado en la integración. Creo que los países de Sudamérica tienen grandes oportunidades de captar recursos de la cooperación internacional para mantener a la población migrante, fortaleciendo la integración y creando valor en sus comunidades.
Deteniéndonos en varios de los puntos que mencionó, uno de ellos es la nacionalidad por nacimiento, ¿qué se puede esperar? ¿Se volverá un largo litigio? ¿Y en ese entretiempo de incertidumbre, quiénes pueden salir afectados?
Cuando se frenan estas medidas, se mantienen las reglas de lo que ya venía sucediendo. Frenar esa decisión ejecutiva lo que va a permitir es que muchas personas que estaban a punto de tener hijos o ya teniendo hijos puedan, de alguna manera, jugar bajo las reglas de juego preexistentes. Eso va a ser algo provechoso para algunas personas, y así con todas las órdenes ejecutivas.
Por ejemplo, en los temas de refugio, que se suspendieron por 90 días, si un juez dice que eso no se puede hacer porque viola el derecho constitucional o los tratados internacionales que tiene Estados Unidos, eso entra en un proceso de litigio. Hasta que eso no se resuelva, no puede haber un limbo jurídico para las personas afectadas. Yo creo que la oposición, las organizaciones de la sociedad civil de los Estados Unidos y los grupos promigrantes van a apostar a esta situación. Hay un sistema de pesos y contrapesos muy fuerte en el país, con instituciones relativamente sólidas. El presidente de los Estados Unidos, a pesar de ser una figura con mucho poder, no tiene carta blanca para actuar a diestra y siniestra.
Otro de los anuncios que habíamos escuchado era sobre estas redadas que se iban a poder hacer en iglesias, en colegios. ¿Esto es real? Y si es real, ¿qué viabilidad constitucional tiene?
Va a depender mucho de dónde se hagan y cómo reaccione la población. Si esto se lleva a cabo en un estado azul o una ciudad azul, va a tener efectos muy diferentes a los que puede tener en un estado rojo, más republicano. Creo que de eso va a depender mucho la manera en que se haga y la reacción misma de la gente. Podría equivocarme, pero creo que va a haber mucho rechazo si se realizan este tipo de acciones en estados azules y más acogida en estados rojos.
Han salido listados de ciudades como Chicago o Washington D. C., ciudades muy demócratas. Creo que va a haber mucho rechazo simbólico y político por parte de los estados, las gobernaciones y los alcaldes que pertenecen a estas ciudades azules. Podría haber escenarios más apocalípticos, como la creación de milicias tanto de un lado como del otro para defender posiciones. Sin embargo, no quisiera anticipar ese tipo de acciones, sobre todo por el tipo del anuncio. Hasta este momento, solamente ha habido un anuncio de que algo se va a hacer, pero específicamente qué y cómo, solo lo sabremos cuando suceda.
También está la inhabilitación de CBPOne. Esta fue una aplicación que costó mucho socializar, que la gente entendiera que existía, cómo y para qué servía. ¿Qué opinión te merece ese bloqueo, sabiendo que es una fuente de información muy valiosa, con muchos recursos públicos invertidos en ella?
Pienso que la demagogia ha traído consigo una serie de contradicciones muy importantes a partir de los anuncios recientes. Uno de los éxitos más importantes que ha tenido Estados Unidos en los tiempos recientes con respecto a la disminución de personas cruzando la frontera suroccidental ha tenido que ver con factores como la creación de las Oficinas de Movilidad Segura, la aplicación CBPOne, el programa CHNV y los procesos de acción colectiva. Estos mecanismos no solo beneficiaron a Estados Unidos, sino también a la región.
Los anuncios recientes, como incrementar tarifas en México, continuar la construcción del muro y otras medidas, generan contradicciones importantes. Bloquear herramientas como CBPOne dificulta los caminos regulares de migración y podría aumentar la migración irregular. Las personas migrantes son resilientes y buscarán formas de alcanzar sus objetivos, incluso si eso significa utilizar mecanismos riesgosos o irregulares.
¿De dónde se obtiene la cifras que mencionó sobre el número de migrantes irregulares que hay en Estados Unidos, cómo se llega a esta estimación?
Hacen parte del censo estadístico que tiene Estados Unidos. Creo que salieron del año fiscal 2022 y son las más recientes. También me permito, no con el ánimo de hacer ningún tipo de publicidad, decir como director de América Latina de MPI (Migration Policy Institute), que así como hay un programa para América Latina, hay un programa para Estados Unidos. Este produce documentos que se llaman “Policy Bits”. Lo interesante del más reciente artículo es que viene acompañado de biografías, de estadísticas del Departamento de Seguridad Nacional, de Border Control, de ICE, y de fuentes donde sale mucha información.
¿Qué tan efectivas considera las colaboraciones actuales de Latinoamérica y Estados Unidos en el diseño de políticas migratorias que beneficien al origen y el destino?
Las políticas de integración y de regularización que hubo en países como Colombia, el PPT, el PEP, entre otros, empezaron durante Trump 1. Yo creo que la agenda migratoria en países como Colombia ha sido muy importante para el crecimiento de su economía. Los migrantes han ayudado a fortalecer las cosechas de flores, de café, y de trabajos que, de pronto, el colombiano no desea realizar. Gracias a la población migrante, se ha logrado una prosperidad para el país.
Esto también ha sido facilitado por apoyos de cooperación internacional que han llegado y han entendido bien el tema, logrando canalizar los recursos hacia procesos de integración. Algo que ha tenido este fenómeno migratorio, sobre todo con la población venezolana, es que, gracias a un sentimiento de solidaridad, han llegado cantidades de recursos de toda índole, pero principalmente desde Estados Unidos. El periodo donde más recursos hubo fue al final de la administración Trump 1.
Hay que seguir trabajando. Los países no pueden desvanecer sus esfuerzos y deben redoblar su compromiso con los procesos de integración, trabajando de manera bilateral con una política bipartidista, como la que tiene Colombia. Es necesario trabajar con la administración para asegurarse de que los recursos necesarios sigan llegando al país. Estos recursos no solo favorecen los procesos de integración de la población migrante, sino que también pueden acompañar e impulsar las aspiraciones de desarrollo que tiene Colombia. El país está avanzando hacia una transición energética, la modernización del agro, la construcción de ferrocarriles y el cierre de brechas digitales. Ahí, la migración puede ser un factor catalizador del desarrollo.
Los recursos que ingresen a la agenda migratoria pueden beneficiar no solo a los migrantes, sino también a las comunidades de acogida, al sector privado y a las diferentes aspiraciones que existan tanto a nivel local como nacional.
Precisamente se pusieron en pausa por 90 días los recursos de cooperación internacional de Estados Unidos. A partir de lo que dice, ¿es optimista? ¿La administración Trump podría seguir irrigando ese apoyo?
Sí, pero dependerá de mucha estrategia diplomática por parte de los países de América Latina. Colombia, por ejemplo, tiene su diálogo de alto nivel con el gobierno de los Estados Unidos, creo que en el mes de marzo. Allí, Colombia tiene que llevar argumentos muy claros y pragmáticos que aboguen por la seguridad del hemisferio occidental y su prosperidad. Este mensaje debe tener un lenguaje sencillo y directo, algo que Colombia ya tiene.
Gracias a que Colombia tiene en este momento 3 millones de migrantes venezolanos, esos migrantes no están llegando a Estados Unidos. Sin embargo, Colombia no puede sostener todo el proceso de integración sin recursos. Tiene que haber una inyección de recursos para mantener esos intereses importantes para Estados Unidos, como evitar que la gente llegue a la frontera sur. Colombia debe actuar con mucha astucia diplomática durante este diálogo con Estados Unidos.
Pero Colombia incluso ha hablado del “retorno” de venezolanos a su país y de “desvenezolanizar” el asunto migratorio, por lo que el gobierno ha sido muy criticado. ¿Ese discurso podría no convenir a la hora de tratar de mantener la ayuda?
Los números del retorno son muy escasos. Según cifras de Migración Colombia, un retorno de 60.000 personas es lo que ha ocurrido en el último año y medio. Esa cifra no refleja la realidad del país. La realidad es que hay alrededor de 3 millones de migrantes venezolanos en Colombia. La narrativa del retorno no es clara.
Lo que sí es importante decir es que Colombia cada vez está más organizada. Todavía sigue siendo un país que está apostándole a la integración. Colombia es el presidente pro témpore de la Declaración de Los Ángeles, hace parte del Proceso de Quito, de la Conferencia Sudamericana y de la RIAM (Red Iberoamericana de Autoridades Migratorias). Lidera muchos espacios diplomáticos relacionados con migración.
Colombia tiene un juego diplomático muy fuerte, pero también enfrenta grandes desafíos de integración. Está construyendo su sistema nacional de migraciones y trabajando desde la Cancillería. Siento que Colombia debe llegar con un discurso muy pragmático que muestre lo que está haciendo para integrar a la población migrante. Ahí es donde tiene oportunidades para reposicionar una agenda de integración que también beneficie sus propios intereses nacionales.
En Colombia se está sintiendo fatiga con respecto a la recepción de migrantes porque las comunidades no están viendo beneficios claros. Las instituciones tampoco tienen la fortaleza para sostener un sistema de integración. Durante este diálogo de alto nivel, Colombia tiene una oportunidad. Utilizando herramientas como la Declaración de Los Ángeles, realmente existen oportunidades para el país si se manejan adecuadamente.
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