El Supremo Tribunal Federal de Brasil no cederá a las presiones externas cuando emita su veredicto en el juicio por golpismo contra el expresidente Jair Bolsonaro, dijo este martes uno de sus magistrados sancionado por Estados Unidos, en vísperas del final de este proceso histórico.
La fiscalía acusa al líder ultraderechista, de 70 años, de haber liderado una “organización criminal armada” que conspiró para tratar de aferrarse al poder, tras su derrota frente al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de 2022.
El exmandatario debe conocer su sentencia la próxima semana, junto a la de siete coacusados, entre ellos exministros y altos mandos militares.
Bolsonaro, en arresto domiciliario, no estaba presente en la sala en Brasilia y tampoco tiene previsto acudir al resto de las sesiones.
“Bolsonaro está debilitado, consecuencia todavía de la puñalada”, dijo su abogado Paulo Cunha Bueno.
Desde que sufrió una cuchillada en el estómago en 2018, Bolsonaro ha tenido recurrentes problemas de salud que han necesitado varias intervenciones quirúrgicas.
El juez Alexandre de Moraes aseguró que Bolsonaro y sus aliados buscaron instalar una “dictadura”, al referirse a la asonada del 8 de enero de 2023 en Brasilia, que la fiscalía considera como un último intento de seguir en el poder.
“Lamentamos que en la historia republicana brasileña se haya intentado de nuevo un golpe de Estado (...) pretendiéndose la instalación de un estado de excepción y de una verdadera dictadura”, dijo De Moraes.
El líder de la derecha brasileña clama su inocencia y se considera víctima de una “persecución política”.
Su juicio abrió una crisis entre Brasil y Estados Unidos.
Invocando una “caza de brujas” contra su aliado, el presidente estadounidense Donald Trump impuso el 6 de agosto aranceles punitivos a las exportaciones brasileñas.
El tribunal supremo ignorará “presiones internas o externas”, dijo De Moraes, sancionado por Estados Unidos como represalia por el proceso al expresidente.
Proceso inédito
Es la primera vez que un ex jefe de Estado brasileño enfrenta acusaciones de este tipo.
En Brasilia se reforzó la presencia policial en la plaza de los Tres Poderes, donde se encuentran el palacio presidencial, el Parlamento y la corte suprema.
Fue ahí donde el 8 de enero de 2023 miles de bolsonaristas vandalizaron los centros del poder público mientras exigían una intervención militar para destituir a Lula, recién investido.
Bolsonaro está acusado de haber sido el instigador de estos disturbios.
Según la acusación, el proyecto golpista también incluía un decreto de estado de sitio y un plan para asesinar a Lula, a su vicepresidente electo Geraldo Alckmin y a De Moraes.
Firma no obligatoria
“Para que una tentativa se consolide, no es indispensable que se haya firmado una orden por parte del presidente de la República”, dijo el fiscal Paulo Gonet.
Tras su intervención, fue el turno de la defensa, que retomará el miércoles.
De Moraes y cuatro de sus colegas votarán posteriormente para alcanzar un veredicto.
El expresidente, ya inhabilitado políticamente hasta 2030, está acusado de intentar dar un golpe de Estado y tratar de abolir violentamente el Estado democrático de derecho.
Enfrenta hasta 43 años de prisión. En caso de condena, podrá apelar.
Un juicio con “vicios”
Varios diputados se reunieron este martes para tratar de agendar de forma “inmediata” un proyecto de ley de amnistía, dijo el parlamentario bolsonarista Luciano Zucco.
Zucco denunció los “vicios” del juicio al contar entre sus jueces con el exabogado de Lula, Cristiano Zanin, su exministro de Justicia Flávio Dino y De Moraes, blanco del supuesto plan de asesinato.
“¡Bolsonaro a la cárcel!”
En la entrada de la urbanización de lujo en Brasilia donde está en arresto domiciliario el exmandatario, se vivieron momentos de tensión entre sus simpatizantes y partidarios de Lula, constató la AFP.
Un inicio de escaramuza ocurrió cuando los bolsonaristas intentaron romper una pancarta con el lema: “¡Bolsonaro a la cárcel!”, que sostenían los manifestantes.
Una condena a Bolsonaro aceleraría la carrera por su sucesión en la derecha.
Por su lado, Lula, de 79 años, cuenta con buscar la reelección en 2026.
“Bolsonaro puede defenderse como yo no pude hacerlo”. “Yo no lloré, luché”, dijo el martes el izquierdista, condenado por corrupción antes de ser absuelto en 2019 por un defecto de forma.
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