Publicidad

Biden incumplió sus promesas con los migrantes: MSF

Latinoamérica ha vivido desde 2021 una crisis migratoria sin precedentes. Solo por el Darién, pese a los peligros que implica cruzar la selva, 134.000 migrantes se adentraron en la región para poder llegar a Estados Unidos, donde muchos quedan expuestos a grupos armados en la frontera.

María Paula Ardila
21 de febrero de 2022 - 02:00 a. m.
Josefina Martorell, directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en América Latina.
Josefina Martorell, directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en América Latina.
Foto: José Vargas Esguerra - José Vargas Esguerra

En septiembre del año pasado vimos imágenes impactantes que llegaban desde Necoclí: más de 14.000 migrantes se quedaron represados en ese municipio antioqueño en medio de un sistema de salud colapsado y ante un riesgo sanitario inminente por el incremento de las basuras en las calles. Un mes después, la situación era crítica: de enero a octubre de 2021, cerca de 107.000 personas, el equivalente al acumulado de los últimos seis años, cruzaron la selva del Darién, según datos del gobierno de Panamá.

Ahora, y pese a los esfuerzos de las autoridades, el número total de migrantes que cruzó la selva el año pasado es una pista de lo que podría ocurrir en 2022: “Panamá tiene que tomar sus medidas anticipadas, ya que en el 2021 han tenido que transitar 134.000 migrantes; este año ya llevamos más de 5.000″, comentó Juan Pino, ministro de Seguridad de ese país, a AP.

Datos de Migration Policy Institute arrojan que los haitianos representaron el 62 % de todos los migrantes encontrados por las autoridades panameñas durante los primeros diez meses de 2021. Lo que nos muestra que los flujos migratorios en América Latina no solo son el resultado del éxodo venezolano, pues también haitianos, cubanos, hondureños y migrantes extracontinentales recorren la región huyendo del hambre y la miseria. La meta: llegar a Estados Unidos.

“En 2021, América Latina fue el segundo contexto con mayor población migrante y refugiada después de Siria. Solo en Colombia, ya son más de 1,7 millones de venezolanos que deben vivir con un sistema de salud que de por sí ya está muy apretado, así que la situación la vemos con mucha preocupación”, dijo Josefina Martorell, directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en América Latina, que en diálogo con El Espectador habló del panorama migratorio en la región, específicamente en regiones con contextos críticos como el Triángulo Norte y Haití, las enfermedades olvidadas en pandemia y la liberación de patentes. Martorell también trabajó en algunas de las misiones más representativas de la organización en Afganistán, República Democrática del Congo y Sudán del Sur.

Sobre este asunto migratorio, la organización advirtió esta semana que el presidente Biden incumplió sus promesas de gestionar la migración de una manera justa y humana. “Su administración, en cambio, ha continuado o ampliado algunas de las políticas más perjudiciales de la era Trump, que impiden a las personas buscar asilo en la frontera sur de EE. UU. (…) El Título 42 y ‘Permanecer en México’ todavía se usan para deportar a las personas que buscan protección”, advirtió MSF.

¿Puede agravarse la situación en el Darién en 2022?

Lo que nos dicen nuestros colegas en terreno es que la situación de los migrantes y refugiados que cruzan la selva sigue siendo preocupante, con necesidades humanitarias acuciantes y casos de violencia, tortura y violaciones. En MSF, desde abril de 2021, cuando abrimos nuestro proyecto en Bajo Chiquito (Panamá), realizamos 44.107 consultas médicas, de las cuales 8.960 fueron a niños y niñas menores de cinco años. También atendimos a 328 víctimas de violencia sexual en ese mismo lapso, e hicimos 1.335 consultas de salud mental.

¿Los proyectos migratorios de EE. UU. siguen chocando con los altos flujos migratorios que vienen del Triángulo Norte?

Desde hace un tiempo hemos notado que se usa la pandemia como excusa para mantener ciertas políticas en contra de la migración o de los solicitantes de asilo, quienes son devueltos por tratados bilaterales que mantiene en pie el gobierno de EE. UU. con los países del Triángulo Norte. Nuestra preocupación es que hemos identificado que en estos países desarrollados, como EE. UU., existen los recursos para poder hacer frente a toda esta situación, y con todo y eso deciden devolverlos a sus territorios de origen o hacerlos esperar a la deriva en la frontera, expuestos a contextos muy violentos.

En esta zona en particular, la organización sigue a los migrantes en su ruta, y enfrentamos muchos desafíos para poder localizarlos por la criminalización del migrante; ellos se esconden y no pueden acceder a ayuda humanitaria ni asistencia médica. El problema con esto es que, cada año, los flujos migratorios siguen aumentando y los gobiernos lo que hacen con mayor frecuencia es criminalizar a la población que se tiene que desplazar. Muchas veces estas personas terminan en cárceles, cuando migrar no es un delito.

Esto es un problema porque también hay migración por la crisis climática; hay muchos lugares que dejan de ser habitables por sequías o inundaciones. Desde MSF, y justamente por la migración en Centroamérica, que el año pasado se agravó por las tormentas tropicales Eta e Iota, se está creando un sistema de atención que pretende monitorear una posible emergencia e identificar los focos donde debemos intervenir de la forma más rápida.

👀 Te recomendamos: Promesa incumplida: las tropas rusas permanecerán en Bielorrusia “indefinidamente”

Gran parte de los migrantes que cruzaron el Darién el año pasado fueron haitianos. ¿Cuál es la situación en ese país tras el asesinato del presidente?

Hasta diciembre del año pasado, el panorama se estaba deteriorando cada vez más. Un tema clave que agravó la crisis en un punto fue la falta de combustible. Además, en varias zonas no hay electricidad pública, por lo que algunos de nuestros hospitales se quedaron sin energía para operar. Al final, logramos obtener ese combustible y abrir nuestros hospitales; sin embargo, la inseguridad también es un factor que complica todo; algunos de nuestros colegas han sido víctimas, no directamente por pertenecer a MSF, pero sí por el conflicto local. Por esto, en algunos casos, tuvimos que suspender actividades por cierto tiempo.

El problema es que, por este contexto, otras organizaciones decidieron retirarse y desde MSF estamos tratando de reforzar nuestros equipos, porque hay un bache en la salud en un sistema que de por sí ya era frágil o inexistente. Esto en un contexto de pandemia, donde además en Haití hay desinformación y un escepticismo total frente a la vacunación. Toda esta situación genera flujos migratorios, pero sobre todo desplazamientos internos y por eso tuvimos que abrir nuevos proyectos para brindar atención médica a estos desplazados en Haití.

¿Cuál es el mayor reto o preocupación al atender estos flujos migratorios?

Además de criminalizar a los migrantes, esto también sucede con organizaciones humanitarias como MSF, que están ayudando a esta población. Por ejemplo, nuestro barco que está en el Mediterráneo rescatando migrantes y cumpliendo las tareas que debería asumir la Unión Europea se ha visto afectado no solo porque nos dificultan nuestra labor; en Italia, por ejemplo, se criminaliza a nuestros trabajadores con delitos que no existen, y esto retrasa las operaciones de nuestros barcos.

Hablando de atención médica en contextos de crisis humanitaria, ¿qué pasa con las enfermedades olvidadas en el contexto de pandemia?

Este es un tema clave y hay mucha preocupación por el efecto dominó que viene en los próximos meses, luego de poner el foco y todos los recursos en el covid-19. Vemos enfermedades que estaban latentes y fueron olvidadas de alguna manera por la pandemia. Por ejemplo, el año pasado vimos un aumento en los brotes de sarampión en algunas partes del mundo, porque las campañas de vacunación se dejaron de hacer durante más de un año y disminuyeron en casi un 91 %.

El brote de sarampión del que hablo, o al menos se ha sentido de manera más fuerte, fue en la República Democrática del Congo, pero también en toda África subsahariana, donde hay lugares en que, si no se hacen campañas, realmente cada año hay brotes grandes. La malaria, el sarampión y el dengue son enfermedades que continúan cada año, solo que se dejó de hablar y poner recursos para atender estos casos. Algo similar lo vimos con temas de desnutrición en algunos países de esa región, incluso en Afganistán, todo por falta de recursos, atención y personal.

📄 Te puede interesar: Mexicana condenada a prisión y a 100 latigazos por denunciar abuso sexual en Qatar

MSF ha insistido en la liberación de patentes para las vacunas contra el covid-19, ¿en qué va esta discusión?En la última reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no se llegó a un acuerdo. Aunque las decisiones en la OMC se toman por consenso, y pese a que la mayoría de los países apoyan esta petición, son las naciones más poderosas las que están en contra y terminan bloqueando el proceso. De alguna manera, el no llegar a ninguna resolución sobre este asunto traerá consecuencias sobre la salud de la gente y la economía.

Esto, de alguna manera, está ligado al tema de distribución equitativa de vacunas. Vemos que la disponibilidad de vacunas a escala global ha aumentado considerablemente, pero también vemos que hay países donde se está hablando de terceras y cuartas dosis, y en ciertos territorios ni siquiera el personal de salud ha podido acceder a vacunación. Entonces evidentemente todavía hay fallas serias en la locación de vacunas y medicamentos.

Usted trabajó en varias misiones en Afganistán. Y justamente hablando de este tema de desnutrición, sabemos que, tras la toma del poder por los talibanes, la situación para los afganos en términos de inseguridad alimentaria es crítica...

Hay un aumento preocupante en los números de niños y niñas que vienen a nuestros hospitales con desnutrición, números que antes no veíamos. En noviembre del año pasado, por ejemplo, teníamos cerca de 1.700 pacientes, de los cuales 625 eran por temas de desnutrición. Hay una inseguridad ante la llegada de los talibanes y esto repercute en la oferta de alimentos; la crisis económica hace que los afganos no tengan cómo comprar comida ni llegar hasta los alimentos. A esto se suma que con la llegada de los talibanes, muchísimos grupos de organizaciones no gubernamentales que traían ayuda de afuera ahora no lo están haciendo. Esto genera que los centros de salud estén recibiendo un mayor número de casos.

Panorama alarmante

Datos de MSF arrojan que la situación para las migrantes venezolanas en la región colombiana del Catatumbo es preocupante. “Cuando llegan a este contexto de conflicto armado, las migrantes están en desprotección total. Hay registros de reclutamiento de niñas por parte de grupos armados, violencia sexual, y trata de personas. Es por esto que los proyectos de MSF tratan de buscar mecanismos de protección para las mujeres migrantes”, sostuvo un funcionario de la organización.

Durante u proyecto que realizó MSF en esa zona, la organización realizó 18.505 consultas relacionadas con salud sexual y reproductiva, de las cuales 13.737 fueron de planificación familiar, 4.756 atenciones de apoyo a gestantes y 166 pacientes atendidas en control posnatal. A su vez, MSF recibió 210 casos de violencia sexual, de los cuales el 30 % fueron niñas y niños menores de 14 años. “Pese a llegar a conocer estos casos, logramos identificar un gran subregistro debido al temor de las mujeres al agresor y las barreras institucionales”, agregó el experto de MSF.

📄 Te recomendamos: Los ciberataques, el otro campo de batalla que amenaza a Ucrania

👀🌎📄 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias en el mundo? Te invitamos a verlas en El Espectador.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar