Rodrigo Chaves volvió a Costa Rica en 2019, luego de pasar 27 años en el extranjero. Trabajando en el Banco Mundial, alcanzó el rango de director en la oficina de Indonesia, una importante economía en desarrollo. El economista, de 60 años, tiene un doctorado en la Universidad Estatal de Ohio y fue beneficiario de una beca en Harvard para estudiar temas de pobreza en Asia. En su país es recordado por los 180 días en los que se desempeñó como ministro de Hacienda, entre 2019 y 2020, pero su nombre no parecía ser una opción fuerte para ser la cabeza del Ejecutivo. Sin embargo, luego de la jornada electoral del fin de semana, se consolidó como el presidente electo de Costa Rica.
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Chaves, con el Partido Progreso Social Democrático (PSD), alcanzó el 52,85 % de los votos, gracias al discurso que mantuvo en contra de los partidos políticos tradicionales, las grandes empresas y los medios de comunicación. Para agosto del año pasado, tenía un 2 % de respaldo en las encuestas, pero los resultados de los comicios, a través de su victoria en las urnas, mostraron el descontento social con el Partido de Liberación Nacional, la fuerza política más antigua y más grande del país, que respaldó a José María Figueres, quien alcanzó el 47,15 % de los sufragios. “Los costarricenses se están alejando de sus partidos políticos”, dijo James Bosworth, fundador de la consultora política enfocada en América Latina Hxagon, a The New York Times. El país, aseguró, “va a tener dificultades para resolver sus desafíos sin ese sistema político fuerte”.
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El economista llegó al poder desde una posición de “outsider”, valiéndose del cuestionamiento al sistema político a través de un tono confortativo, teniendo como principal crítica su falta de experiencia en el campo político. “Chaves es una persona con buena formación y es un tecnócrata, pero sin ese conocimiento del país que se le reconoce a Figueres. Además, no tiene equipo, o no lo ha dado a conocer. Al ser un partido tan nuevo, él mismo ha dicho que necesita que se sumen más personas a sus filas”, aseguró la analista costarricense Valeria Vargas a BBC Mundo. No sabemos a ciencia cierta muy bien cómo piensa su partido, se ha mantenido muy en silencio. Sus diputados [elegidos en primera vuelta y provenientes de distintos partidos] no tienen una posición muy clara por los grandes temas del país”, agregó.
Con respecto al tono utilizado en su campaña, en el diario británico se lee que con el uso de lemas informales, como “Me como la bronca” o su reiterado deseo de “ordenar la casa” con un cambio, Chaves intentó conectar con unos electores cansados de los políticos tradicionales. Ahora bien, sobre él reposan acusaciones de acoso sexual en el Banco Mundial y, recientemente, una investigación sobre los pagos irregulares que unos empresarios depositaron en su campaña. Por un lado, las acusaciones dentro del organismo multilateral financiero le costaron su salida, aunque en reiteradas ocasiones ha asegurado que las investigaciones nunca probaron que hubo acoso sexual, a pesar de que el veredicto del tribunal interno del Banco Mundial, emitido casi dos años después de que Chaves dejara el banco, afirme lo contrario. Según comentó la analista política Gina Sibaja a la AFP, “Rodrigo Chaves representa un perfil de hombre y de ejercicio en el poder más común de lo que creemos en Costa Rica y en el mundo entero”. Por el otro lado, aunque el tribunal electoral avanza en una investigación sobre los dineros que llegaron a su campaña, el presidente electo afirmó que no sabe de la existencia de dichos fondos.
Chaves se enfrenta a varios retos: su partido tendrá solo 10 de los 57 escaños del Congreso, por lo que tendrá dificultades para poner en marcha la promesa de aumentar el gasto social. Además, entra a gobernar en un momento en el que Costa Rica tiene una deuda del 70 % de su PIB, consolidándose como la cuarta más alta de América Latina, y presenta altos índices de pobreza (23%) y desempleo (14%).
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