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En 2010, el entonces presidente Hugo Chávez, con la solemnidad propia de su discurso de unión latinoamericana, dijo sobre Colombia: “Hermanos fuimos, somos y seremos siempre”. Para esa época, en plena recuperación de las relaciones con Colombia tras las disputas con el mandatario de la época, Álvaro Uribe, miles de colombianos se habían ya nacionalizado en Venezuela y tenían cierto peso político: en 2012, estimaciones inexactas hablaban de cerca de un millón y medio de colombianos con derecho a voto. ¿Qué papel tendrían hoy, tras la deportación de más de 2.000 colombianos, el exilio voluntario de otros 22.000 y un conflicto económico en la frontera?
Para el gobierno de Chávez, tener a los colombianos de su lado parecía esencial. En 2003, con la activación de la Misión Identidad, miles de colombianos pudieron obtener la nacionalidad venezolana tras años de ilegalidad. Un año después, Chávez anunció que los trámites para que los extranjeros se convirtieran en nacionales se acortarían y no tendrían costo. Dado que los colombianos son una de las poblaciones extranjeras más numerosas en Venezuela, Chávez fue calificado de “oportunista” por la oposición: el 15 de agosto habría un referendo revocatorio y el chavismo necesitaba capital político.
A principios de la década pasada, el comerciante colombiano Andrés Naranjo se trasladó a Venezuela y fundó allí una empresa que continúa. “Lo que vi en el año 2003 y 2004 fue una naturalización masiva de colombianos con fines electorales. Se llenaban estadios, porque yo participé en eso, y dentro de la nacionalización se entregaba la cédula en tiempo récord con publicidad electoral. (...) Los colombianos fueron idiotas útiles, nos dieron las cédulas y hoy no son válidas. Son los mismos que están sacando a las patadas”. Sólo entre febrero y julio de 2004, más de 500 mil colombianos tramitaron la cedulación (entre los que habría, según un reporte de El Tiempo de esa época, miembros de grupos de delincuencia).
Naranjo recuerda que los colombianos recibieron beneficios muy similares a los que recibían los venezolanos en materia de remesas, subsidios y educación, de modo que se ha creído que los votantes colombianos podrían modificar el destino de Venezuela. Sin embargo, la influencia de su peso político en época de elecciones es discutida, sobre todo después de que muchas de sus cédulas resultaran inválidas en las recientes expulsiones: si bien algunas fuentes (como la Asociación Colombovenezolana por la Paz y la Integración) dicen que la cantidad de colombianos en Venezuela supera los 3 millones, un reciente estudio de la Universidad del Rosario apunta que, con base en el censo de 2011, en el país vecino viven 721.791 colombianos. Más de 19 millones de personas son aptas para votar, de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral de ese país, así que el impacto real del voto colombiano podría ser mínimo. A juicio de Cristian Rojas, analista internacional de la Universidad de la Sabana, el voto colombiano “no parece ser un voto decisivo. No tiene la efervescencia de antes. Habría que ver a nivel de circunscripciones, en donde la presencia colombiana no es tan aleatoria. El triunfo de la oposición podrá ser tan grande como para que no le interese ese voto”.
Como estrategia política, en cambio, rechazar a los colombianos y presentarlos como “el origen de todos los problemas”, según el presidente Maduro, podría ser una jugada más significativa en momentos en que la oposición tiene todas las posibilidades de llevarse la mayoría de votos, de acuerdo con los sondeos. Dice Rojas: “lo que hemos visto este año es que el gobierno culpó a los colombianos como chivos expiatorios, como la víctima que se escoge para ganar el favor popular, para elevar los ánimos. Creo que después de eso es difícil que los chavistas mantengan los votos colombianos”.
En las últimas semanas, numerosas jornadas de cedulación han tenido lugar en Caracas y otras ciudades. De acuerdo con Venezolana de Televisión, órgano del gobierno, más de 3 mil colombianos se registraron el pasado 20 de septiembre en puntos oficiales con el objetivo de “conocer las necesidades del pueblo colombiano que vive en Venezuela y continuar en su inclusión en los programas sociales”.