Estos son varios puntos a tener en cuenta si el país quiere una política sana y constructiva: primero, en cualquier proceso de inmigración, sólo un tercio de los inmigrantes abandonan el país de destino. Este fue el caso de Bosnia después de la guerra de 1992 a 1995 y también es el caso de los sirios en Turquía actualmente. A pesar de muchos proyectos y ayuda financiera para que los bosnios en Europa regresaran a sus países, sólo un pequeño grupo lo hizo. Un caso similar está ocurriendo con los sirios en territorio turco: la gran mayoría no va a regresar a su país. Colombia debe tener en cuenta esa realidad. Otras experiencias y estudios sobre inmigración en varias partes del mundo confirman que, máximo, un tercio de los inmigrantes regresarán a su país de origen. Si el conflicto se extiende por más de tres años, éste es el resultado habitual. Con los venezolanos no hay que esperar un resultado diferente.
En segundo lugar, ha llegado el momento de que Colombia adopte una política de integración, un nivel muy diferente a la atención. La integración requiere un complejo sistema de asistencia que incluye salud, educación, trabajo, seguridad y una política integral de migración, así como un discurso inclusivo de parte de los políticos. El objetivo principal de estas políticas es hacer que los inmigrantes se sientan parte de la nueva sociedad; de otra manera nunca se integrarán completamente. Este proceso no está exento de dificultades y costos tanto políticos como económicos, pero debe iniciarse con prontitud, pues si llega tarde resultaría poco efectivo.
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En tercer lugar, en cualquier crisis de inmigración, la comunidad internacional habla mucho pero hace poco. De hecho, sólo actúa cuando la crisis se vuelve un asunto humanitario grave y más visible. No debemos olvidar que los compromisos hechos por la comunidad internacional se vuelven menos visibles cada día que pasa. Incluso si la ayuda proviene de la comunidad internacional, puede venir con condiciones o basada en proyectos. Si el país anfitrión no tiene una política integral, una ayuda desorganizada de la comunidad internacional puede ser perjudicial y desastrosa.
Cuarto: los inmigrantes venezolanos son una gran oportunidad para que Colombia se presente como un actor humanitario en la política internacional. Ningún país está más listo en el escenario actual para presentarse como un país humanitario; tienen un presidente que ganó el Premio Nobel de Paz.
Además, Colombia está en el proceso de reestructurar su política exterior de la guerra a la paz, de haber sido un receptor a un colaborador, de un actor reactivo a un actor proactivo. Si Colombia quiere fortalecer su imagen como un nuevo país, con una nueva perspectiva y visión en la región y el mundo, la crisis de inmigración representa la mejor oportunidad.
Quinto: por lo general, si un país no tiene una política sana hacia su diáspora, es probable que no tenga una política de inmigración. A medida que Colombia desarrolle su política de inmigración, también desarrollará una mejor política hacia sus cinco millones de diáspora. Estos problemas son inseparables. Con miles de venezolanos en Colombia, este es el momento para volver a formatear las instituciones responsables de los dos temas.
Finalmente, con una creciente inmigración en muchas ciudades, Colombia no tiene otra opción: desarrollar una política hacia los inmigrantes.
* Director de la Agencia de Cooperación y Coordinación Turca (TIKA) en Colombia y profesor de la Universidad Javeriana.