El recuerdo de la Segunda Guerra Mundial estuvo presente durante todo el fin de semana gracias a las decisiones que ha venido tomando el presidente Donald Trump. Primero, sin duda, con el gran eco de la salida de más de 200 migrantes venezolanos (según él, miembros del Tren de Aragua) hacia El Salvador. Para ello, se apegó a una ley de finales del siglo XVIII que no se usaba justamente desde la época de la Segunda Guerra.
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Sin embargo, al mismo tiempo, se hicieron evidentes los esfuerzos del republicano por asfixiar y socavar, entre otros, la operación de la Voz de América (VoA), el medio creado por el Congreso de Estados Unidos hace más de 80 años y que sirvió como herramienta para combatir al nazismo. Ahora, gracias a las acciones de Trump, quien ya en el pasado la descalificó llamándola “la voz de izquierda”, por primera vez en casi una semana los 49 servicios de la cadena están paralizados.
“Todo está cerrado hoy por primera vez en 83 años. Ni la Segunda Guerra Mundial, ni la Guerra Fría, ni la pandemia nos pararon como nos ha parado el presidente Trump. Después, Elon Musk, que maneja el departamento de eficiencia, el DOGE, desató solo burlas porque la Casa Blanca, por lo de nosotros, es la que más se burla. El Kremlin también se burló, diciendo: ‘Ah, qué lástima que cerraron VoA’. Obviamente, esta gente está feliz de que no operemos más en lugares como Venezuela, Irán, China, Rusia... todos estos lugares donde somos un problema para ellos”, explica a El Espectador uno de los empleados afectados por la medida de Trump.
Pero ¿qué hizo exactamente? El viernes anunció el cierre de la agencia federal encargada de manejar VoA, USAGM. Esto no deja de ser sorpresivo, teniendo en cuenta que hace menos de un mes nombró a la expresentadora y perdedora de las elecciones al Senado por Arizona, Kari Lake, como asesora especial de la agencia. Antes, ya la había nominado para dirigir Voz de América y, para USAGM, había nominado al activista conservador L. Brent Bozell, quien, de hecho, ya había sido citado por el Senado para su audiencia de confirmación. Con este cierre también se ven mermados los servicios de otros medios que dependían de la agencia como Radio Free Europe (RFE), Radio Liberty (RL) y Radio Free Asia (RFA); y Radio Martí.
Sin embargo, y aunque cerró USAGM, legalmente Trump no puede cerrar VoA, aunque llevan desde el viernes sin contenidos y en muchas de sus frecuencias solo se emite música de relleno. Al ser una agencia de noticias creada por el Congreso, son ellos quienes tienen la facultad de cerrarla o no. No caben dudas de que ese es el objetivo del presidente: el sábado, antes de las 10:00 a. m. (hora de Washington), los empleados federales de VoA, es decir, los que llevan más tiempo allí, fueron los primeros en recibir el memorando que los ponía en licencia y que al final del día recibieron todos los empleados.
“Llegó este correo diciendo que todos estábamos suspendidos y que a la gente que estaba dentro del edificio la sacaron. Les quitaron el pase de ingreso y los sacaron en medio de los shows. Le quitaron un equipo, y yo corrí a VoA para recuperar mi equipo, porque tengo cosas que son mías, y me sacaron el pase, por ejemplo. Entonces, un tsunami tremendo”, afirma el corresponsal afectado, cuya identidad reservamos por razones legales y de seguridad.
Él fue uno de los más afectados, pues, al no contar con el estatus de empleado federal, su contrato se renovaba anualmente, por lo que fue uno de los cientos de trabajadores despedidos en esa oleada, que se confirmó el domingo en horas de la noche mediante un memorando al cual tuvo acceso El Espectador.
“Este correo electrónico sirve como notificación formal de que debe cesar todo trabajo de inmediato y no se le permite acceder a ningún edificio ni sistema de la agencia. Además, de conformidad con el Artículo 15 A (Terminación de este Contrato) del manual de la PSC, se emitirá una Notificación formal de Terminación con fecha de entrada en vigor el 31 de marzo de 2025 a las 23:59”, afirma el comunicado.
En 12 días, los cientos de corresponsales y operarios de VoA que tenían contratos renovables serán despedidos. Los que no son estadounidenses contaban, en su mayoría, con visas de trabajo J1, directamente vinculadas a su contrato, por lo que tendrán 30 días a partir del 1 de abril para salir del país.
Otros incluso tenían en curso procesos de obtención de ciudadanía apoyados por la gestión de VoA. También fueron suspendidos. Al contar con servicio en más de 40 idiomas, la Voz de América empleaba corresponsales de todas partes del mundo.
“Es gente que viene de países como los de África, donde han sido perseguidos, que llegan aquí y terminan experimentando, hasta cierto punto, lo que sabemos que puede pasar. Mi colega del servicio farsi cubre para Irán, y teníamos la misma percepción en los últimos días porque nosotros cubrimos la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Es decir, con él siempre me veía en la oficina y veíamos cómo esto empezaba a decaer. Nos preguntábamos cuánto tiempo iba a pasar hasta que la información pública cesara, dejara de ser entregada o fuera manipulada. Y esos cuestionamientos son gravísimos para un gobierno”, cuenta otra de las afectadas por las licencias dadas a los empleados de VoA.
Trump ha insistido en que, con su regreso, se acabó la censura y volvió la libertad de expresión. Pero, para los corresponsales consultados en este artículo, vale la pena cuestionar qué concepto tiene de libertad de prensa: “Cuando la Casa Blanca dio su primera conferencia, anunció que regresaba la libertad de prensa a la Casa Blanca. Pero en realidad, era un anuncio de que se restauraba la libertad al estilo trumpista, es decir, solo las voces a favor de ellos son las que valen y solo a ellas se les da acceso”.
Decisiones como el veto de Associated Press en la Casa Blanca y el socavamiento de VoA, según fuentes consultadas para este artículo, pueden, además, fomentar la autocensura. Cuentan cómo el mismo Trump cuestiona y fiscaliza qué medios son los periodistas que hacen preguntas en la Casa Blanca. “Si le gustan las preguntas, dice: ‘Ah, sí, usted me gusta’. Si no le gusta, dice: ‘Usted está mal’”.
Detrás de este cierre, sin duda, está el DOGE de Musk. Y aunque no puede despedir a nadie directamente, debido al fuero que otorga el Congreso a VoA, sí se esperaba que, como ha ocurrido en otras agencias federales, se terminaran contratos de prueba y se forzara a empleados a jubilarse. Ya en X había manifestado su opinión de cerrarlos: “Ya nadie los escucha. Son solo izquierdistas radicales que hablan solos mientras malgastan mil millones de dólares al año del dinero de los contribuyentes estadounidenses”. De esta afirmación, por lo menos la cifra puede ser verídica, pues, según AFP, el gasto para el año fiscal de 2023 de VoA fue de US$950.000.
Ahora mismo, todos los consultados para este análisis están en reuniones con abogados. En parte, por eso ninguno aparece citado textualmente. Para los despedidos, seguramente haya espacio para una apelación, aunque esta se puede complicar si el proceso se alarga más allá de la fecha en la que los extranjeros deban dejar el país.
Los que cuentan con el estatus de empleados federales tienen un poco más de margen, pues las opciones incluyen que sigan en licencia de operaciones y que Trump decida mantener a VoA con un mínimo de operadores (aunque no sean suficientes para garantizar su funcionamiento habitual). Pero para estas personas, el plazo llegará el 31 de marzo, o hasta que se emita un nuevo memorando.
De momento, en los canales aún activos de Voice of America solo suena música de relleno. Señales como la de Radio Martí, cadena en español con cobertura en Cuba desde los años 80, han dejado de emitir, y la silla de los corresponsales de la Casa Blanca está siendo ocupada desde el lunes por otros medios, borrando por completo la huella de más de 80 años de servicio informativo en Estados Unidos.
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