La decisión de Colorado de inhabilitar como candidato presidencial al expresidente Donald Trump abrió la puerta a posibilidades para un puñado de candidatos republicanos que han estado batallando entre sí todo el año para cautivar a las masas del partido. Eso sí, siempre a la sombra del magnate, que los mira desde la comodidad que le da la favorabilidad en las encuestas.
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De contexto: El caso de Colorado contra Trump, ¿queda fuera de la carrera electoral?
El fallo del Tribunal de Colorado es competente dentro del Estado, pues se acogen al artículo de la Constitución que prohíbe el acceso al cargo a cualquier persona que juró “apoyar” la Constitución y luego “participó en insurrección o rebelión” contra ella, haciendo referencia a la toma del Capitolio en 2021 por parte de los partidarios del expresidente. Con esta decisión, lo retiraron de la papeleta para ser elegible en el Estado, lo que eleva automáticamente a la Corte Suprema de Justicia la competencia sobre si Trump es elegible o no como presidente, una decisión que debe ser tomada antes del 5 de enero.
Durante todo el año, el gobernador de Florida Ron DeSantis ha seguido a Trump como favorito en la nominación. Sin embargo, durante los cuatro debates que han tenido los precandidatos, ha venido en ascenso la figura de Nikki Haley, la exembajadora de EE. UU. ante la ONU, y quedó muy bien parada después del último debate en la primera semana de diciembre. De ese puñado de precandidatos, se han retirado varios, como el senador de Carolina del Sur, Tim Scott, y el otrora vicepresidente de Trump, Mike Pence. Vivek Ramaswamy, empresario de la tecnología y estridente candidato, y Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, son quienes aún sobreviven como precandidatos por detrás de DeSantis y Haley, respectivamente.
Al representar la novedad, como lo hizo Ted Cruz en 2016, Ron DeSantis se catapultó en las encuestas y capitalizó apoyos para hacer frente al favoritismo de Trump. Pero sostener ese impulso no ha sido una tarea fácil, especialmente cuando su campaña ha sido catalogada como confusa, ya que su mensaje representa las causas que verdaderamente les importan a los republicanos, pero a ellos no les queda claro, y se suele señalar su falta de carisma. La campaña ha estado llena de tropiezos. Al buscar respaldos como el de Elon Musk, DeSantis se vio expuesto a un fracaso tecnológico cuando el servidor de Twitter, red de la que Musk es dueño y en la que programaron hacer el lanzamiento de su campaña, fracasó.
También ha estado sumido en escándalos, como los reportes de que varios miembros de su oficina como gobernador, no de la campaña, pidieron dinero a cabilderos en Florida para la campaña, dejando en duda las líneas éticas y legales de su campaña. En el último mes, DeSantis ha afrontado la fuga de al menos seis políticos de Florida, su fortín electoral, hacia la campaña de Donald Trump, así como la renuncia de Jeff Roe, el principal estratega de su campaña, quien también estuvo involucrado en la campaña de Ted Cruz en 2016. En su columna de opinión en The New York Times, Frank Bruni afirma que la promesa del gobernador de continuar con la agenda de Trump sin caer en las excentricidades del expresidente se ha venido diluyendo, resultando en un candidato y una campaña sin gracia.
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“Si bien la trayectoria descendente de DeSantis recuerda los tristes arcos de Rudy Giuliani en la carrera presidencial de 2008 y Scott Walker ocho años después, gran parte de la explicación es peculiar de él: es un déficit de alegría. Su falta de alegría es la razón por la que resulta tan desagradable verlo, ya sea que esté en un atril o en una feria estatal, disfrazado o informal, demonizando a los maestros de escuela, a los inmigrantes o a Mickey Mouse”, afirma.
Justo en esa venida a pique parece que la estocada la dio en el último debate Nikki Haley, quien afirmó sin tapujos que ella es la segunda opción republicana por encima de DeSantis. En ese encuentro en la Universidad de Alabama, entre DeSantis y Ramaswamy, se concentraron en atacar de frente a la exembajadora.
Que es útil a las grandes empresas que la financian, corrupta y débil ante China fueron algunos de los ataques que sorteó Haley. Al final, y al igual que en los otros tres debates anteriores, quedó bien parada y con una popularidad en ascenso. Haley ha hecho gala durante toda su campaña de ser una candidata práctica, alejada del drama y el caos en el que ha estado inmerso su partido durante los últimos años y cuyo último reflejo fue el tormentoso cambio de presidente de la Cámara de Representantes, recinto en el que son mayoría, entre Kevin McCarthy y Mike Johnson.
“Tenemos que detener el caos, pero no puedes derrotar el caos demócrata con caos republicano. Y eso es lo que nos ofrece Donald Trump. Mi enfoque es distinto: cero drama, cero venganzas, cero lloriqueos”, afirmó la candidata. Tiene a su favor, además, que Donald Trump en el pasado ya reconoció su habilidad al nombrarla en su administración. Mientras estuvo representando al país en la ONU, se terminó de perfilar como una política que es consciente del liderazgo de Estados Unidos a nivel mundial y se consolidó como una funcionaria que sabe moverse a nivel diplomático.
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En el sondeo hecho por Fivethirtyeight en noviembre, los republicanos favorecen a Trump con un 58 % para repetir carrera presidencial, mientras que DeSantis recién contaba con un 14 % de la intención de voto republicana. Sin embargo, este miércoles New York Times y el Siena College revelaron su última encuesta, que ya sitúa a Haley como segunda en las encuestas, con un 11 % de favorabilidad frente al 64 que le dan a Trump. Ya DeSantis aparece tercero con un 9 %. Claro está, la encuesta fue tomada antes del fallo de Colorado, por lo que es incierto cómo cambie esta decisión contra Trump la carrera republicana por el aval.
“La estrecha base de apoyo de Haley podría permitirle mantener el interés en los estados que aprovechan sus puntos fuertes, especialmente Estados con un alto porcentaje de graduados universitarios y con primarias abiertas, donde los votantes independientes e incluso algunos demócratas podrían simplemente votar”, afirma The New York Times. Faltan seis semanas para que las primarias comiencen en Iowa (15 de enero), y será un periodo de tiempo en el que, mientras Trump apela la decisión del tribunal de Colorado en la Corte Suprema de Justicia, los republicanos vivan una campaña completamente diferente sin su gran referente habilitado, el mismo que los ha sumido en el caos durante los últimos años.
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