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Perú enfrenta una grave crisis migratoria que ha generado fricciones entre los gobiernos de Lima y Santiago de Chile, además de una gran incertidumbre por la posible militarización de las fronteras. El miércoles, la presidenta peruana, Dina Boluarte, decretó el estado de emergencia por 60 días en sus fronteras y ordenó el envío de militares para reforzar la vigilancia y enfrentar la inseguridad que el gobierno ha asociado a los extranjeros. Pero, a la vez, el Ministerio de Defensa tiene una postura diferente. ¿Hay o no militarización?
En redes sociales han circulado videos de los primeros militares llegando a los cruces fronterizos. Sin embargo, el ministro de Defensa peruano, Jorge Chávez Cresta, dijo el viernes que el envío del personal de las Fuerzas Armadas no se trata de una militarización de la zona fronteriza. Se trata, expresó el funcionario, de una misión de “apoyo para reforzar las labores de patrullaje y vigilancia”.
“Se ha estado diciendo que la presencia de las Fuerzas Armadas significa militarizar la zona, lo descarto de plano… El contacto que van a tener los migrantes en la zona de frontera es directamente con la Policía. Nosotros, a partir de los 100 metros hacia retaguardia, conjuntamente con la Policía, ejerceremos vigilancia y patrullaje en aquellos puntos críticos y sensibles donde se está evidenciando el ingreso ilegal”, dijo el ministro Chávez.
Como escribieron Tara Tabassi y Andrew Dey, de la red de organizaciones War Resisters’ International, ”la militarización significa fusiles, tanques armados y drones, pero también es un estado de ánimo. Las mentalidades militarizadas han impregnado muchas fuerzas policiales y han aumentado radicalmente la fuerza de la violencia policial contra nuestras comunidades”.
Así el ministro Chávez lo niegue, los factores que indican una militarización para abordar la migración no pueden ser más claros. Cuando hablamos de militarización no solo debemos entenderla desde el movimiento de tanques en las calles, en el espacio técnico, sino también en el espacio psicológico y social. En este contexto, los ciudadanos extranjeros pueden ser vistos como el “enemigo” y ser deshumanizados, por lo que las fuerzas pueden ser aún más represivas.
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Sobre esto ha hablado Lina Arroyave, abogada y Mágiester en Derecho con énfasis en Investigación en DeJusticia. La experta ha recogido en sus investigaciones reflexiones sobre el significado de la militarización en las fronteras, como que estas tácticas han sido disfrazadas bajo la necesidad de cumplir con objetivos como la protección de la salud pública, pero que en realidad lo único que buscan es aumentar la represión.
“Es problemático que sean las autoridades militares quienes estén adelantando acciones de control migratorio y de respuesta a la población migrante que llega a sus territorios en busca de protección”, explica Arroyve, “en primer lugar, supone un grave riesgo para los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas. Los militares no están capacitados para realizar el control migratorio y esto se ha podido evidenciar con el uso excesivo de la fuerza que ejercen”, sentencia.
La oficina de la ONU para los refugiados (Acnur) emitió un pronunciamiento la noche del miércoles donde abogó por una solución humanitaria a la situación de migrantes en la frontera con Chile porque si bien “es deber legítimo de los Estados controlar sus fronteras; también es importante tener vías regulares para que personas necesitadas de protección internacional, reunificación familiar y otras cuestiones humanitarias puedan acceder al territorio por los puestos de control”.
En respuesta a las medidas de Perú, Chile, Ecuador y Venezuela están considerando abrir un corredor humanitario para que cientos de migrantes que salieron de territorio chileno puedan cruzar hacia sus países de origen, informó este viernes el ministro peruano del Interior, Vicente Romero.
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¿Por qué hay crisis en la frontera de Perú?
Desde hace varias semanas, cientos de migrantes indocumentados, en su mayoría de nacionalidad venezolana, abandonaron Chile ante la falta de mecanismos para regularizarse y acceder a un empleo formal en el país. Han intentado atravesar la ciudad peruana de Tacna desde Arica, en Chile, pero allí donde las autoridades peruanas les impiden el paso por falta de un pasaporte sellado y visa vigente.
Así, mujeres, hombres y niños están atrapados entre policías chilenos y peruanos que vigilan el punto limítrofe, 1.500 km al sur de Lima. El gobierno peruano les cortó el paso. Los migrantes aseguran que solo pretenden cruzar territorio peruano rumbo a sus países de origen o hacia Estados Unidos, para reencontrar a sus familias.
“Nos encontramos entre la espada y la pared, hacemos esto porque tenemos nuestra necesidad, pero esperar aquí una semana, dos semanas (...) nadie quisiera hacer eso”, dijo la venezolana Yosier Canelón a la AFP. “Que nos digan que por diez años no podemos regresar a Chile ni a Perú, nosotros lo hacemos. Pero esperar aquí una semana, dos semanas”, le dijo la misma mujer a Reuters.
“Pónganse la mano en el corazón, no queremos estar en Perú o Chile. Queremos estar en Venezuela y ver a nuestros seres queridos”, le dijo una mujer al canal Televisión Nacional de Chile (TVN).
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