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La salud de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, vuelve a ser tema de debate nacional e internacional. Según el periodista de Nicaragua, Emiliano Chamorro, Ortega estaría postrado en cama con insuficiencia renal severa, un dato que, aunque no ha sido confirmado oficialmente, ha sido replicado por medios nicaragüenses en el exilio y por activistas opositores.
Médico consultado sobre enfermedad del dictador de #Nicaragua: “A Daniel Ortega le queda poco tiempo de vida”
— Emiliano Chamorro / Informa Periodista (@EmilianoCHM69) May 21, 2025
Un médico nicaragüense en el exilio asegura que la vida del dictador es corta.
“Daniel Ortega padece de Lupus Eritematoso Sistemico, la enfermedad Renal crónica es una… pic.twitter.com/rEofj2qXzS
Una fuente en Nicaragua, periodista y conocedor del entorno político, le aseguró a El Espectador, bajo condición de anonimato, que “Ortega debió participar el domingo en un acto por el aniversario del nacimiento de Augusto C. Sandino, líder revolucionario del siglo XX, y no estuvo, y se empezó a decir eso (que podría morir)”.
En este contexto, otro periodista nicaragüense, Sergio Marín Cornavaca, planteó un ejercicio de reflexión en su programa La Mesa Redonda, preguntándose: ¿Qué pasaría si el dictador muriera? Lo que antes parecía una especulación, hoy gana fuerza como hipótesis política ante el hermetismo de las fuentes oficiales.
¿Rosario Murillo tomaría el poder?
Ortega no gobierna solo. Rosario Murillo, su esposa y actual vicepresidenta, ha ido consolidando su control sobre los aparatos del Estado y del Frente Sandinista. En palabras del periodista Marín, Murillo lidera una “banda de cuatro” compuesta por Fidel Moreno, operador político del régimen; Ovidio Reyes, presidente del Banco Central; y el comisionado general Francisco Díaz, jefe de la Policía.
Marín advierte que, si Ortega muere, Murillo podría instaurar un régimen aún más represivo para asegurar su continuidad. “Ella no se sentiría segura, y el escenario más probable es una brutal represión para blindar el poder interno”, señaló. Esta estructura, según él, no solo vigila a la ciudadanía, sino que también se impone por miedo entre los mismos cuadros sandinistas.
El hermetismo del gobierno nicaragüense
El caso evoca episodios anteriores, como las muertes de Tomás Borge, escritor, comandante y miembro fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional; Hugo Torres Jiménez, guerrillero y excomandante sandinista; y Humberto Ortega, hermano menor del presidente, cuyos fallecimientos fueron ocultados o anunciados con retraso mientras el régimen decidía cómo controlar la narrativa. “Uno no tiene acceso a fuentes oficiales en una dictadura como esta”, dijo Marín. “Hasta las camareras y afanadoras están bajo vigilancia. Nadie se atreve a hablar”.
Incluso en el contexto del COVID-19, el oficialismo mantuvo un discurso negacionista y ocultó información clave sobre contagios y fallecimientos. Según Marín, esta lógica de opacidad vuelve casi imposible confirmar detalles sobre la salud de Ortega, pero el vacío en el acto del 19 de mayo por el natalicio de Sandino ha sido suficiente para avivar las sospechas.
Nicaragua y su posible transición
Marín y otros analistas coinciden en que la eventual muerte de Ortega no significa automáticamente una transición democrática. El riesgo, según él, es que se instaure una dictadura sin Ortega, pero con el mismo aparato represivo.
“Habrá homenajes, duelo nacional, y discursos grandilocuentes. Pero también puede haber represión, movimientos de poder internos y una oposición que, hasta ahora, no ha logrado articularse”, dijo Marín. “La pregunta real es: ¿está lista la oposición para asumir el país si cae la dictadura?”.
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