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Del poder a la oposición en Argentina

Con el anuncio de los nombres que compondrán el gabinete ministerial del presidente electo Mauricio Macri se baraja el futuro político del país austral.

Manfredo Koessl, Especial para El Espectador

27 de noviembre de 2015 - 10:59 p. m.
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El pasado 22 de noviembre se realizaron en Argentina las elecciones para la segunda vuelta a presidente. Por un escaso margen, salió electo el candidato de la oposición y actual alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. Cristina Fernández va a la oposición.

El impacto al oficialismo ha sido muy fuerte, pero debemos diferenciar entre los diversos sectores que lo componen. Por un lado, el kirchnerismo “puro” ha quedado bajo una fuerte crítica interna. Además han circulado con mucha insistencia, aunque suene increíble, los rumores que sugieren que no trabajaron para el triunfo del candidato Scioli, porque preferían perder y volver con Cristina Fernández a las elecciones de 2019.

Tanto Fernández como la agrupación juvenil “La Cámpora” han quedado en el ojo de huracán y habrá que ver si se reponen de las acusaciones relacionadas con el reparto nepotista de cargos y con la falta de atención a los llamados y críticas de la población. Pero pesé a todo esto, la actual mandataria de Argentina conserva un alto grado de aceptación a su gestión.

El sindicalismo como agente político también deberá replantearse, ya que perdieron mucha presencia en los municipios del conurbano bonaerense y deberán reorganizarse y a la vez enfrentarse a las medidas económicas que se vislumbran.

Un tercer sector, relacionado con el peronismo más tradicional, en el que incluiría a los gobernadores y al bloque de senadores, ha quedado en una mejor posición y podrá barajar mejor sus estrategias frente al gobierno -oposición o acuerdo-. Tienen la fortaleza de poder bloquear la actividad legislativa en la Cámara de senadores, pero la debilidad de depender de los fondos de la nación para gobernar en sus provincias.

Vieja oposición, nuevo oficialismo

Si bien es cierto que Macri asumirá el 10 de diciembre y sólo conocemos a los gobiernos por sus frutos, también es cierto que ya ha gobernado por ocho años la ciudad más importante del país, y al conocerse su gabinete ministerial, podemos vislumbrar hacia dónde se dirigirán sus medidas y cuáles serán sus estrategias de gobierno. Macri intentará implementar políticas económicas ortodoxas, abriendo gradualmente la economía para las exportaciones, fomentando la exportación agropecuaria e intentando obtener inversiones y créditos desde el extranjero. Una agresiva política de reducción de impuestos al trabajo y a la producción agropecuaria es una de sus promesas electorales más importantes y la (¿gradual?) liberación del tipo de cambio con el dólar.

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También se puede intuir que habrá un fuerte alineamiento hacia Estados Unidos en el campo de la política exterior y la importancia dada a la Unasur y al Mercosur disminuirá notoriamente. Las políticas educativas, de salud y de infraestructura se centrarán en una fuerte participación de los empresarios privados, mientras que la política ambiental brillará por su ausencia, ya que si bien creó un ministerio para tales fines, quedará a cargo de alguien que jamás en su vida ha estado relacionado con el tema.

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Este tipo de políticas no difieren demasiado a las implementadas en otras épocas, tampoco los discursos de los medios dominantes en su apoyo. La única pregunta es si los resultados serán diferentes a los de 1976-1983 y 1989-2001.

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El discurso del gobierno

Las expectativas de la población, después de 12 años de políticas heterodoxas y orientadas al consumo, son muy altas, esto resultará en una mezcla explosiva que no le permitirá a Macri tener la misma libertad de acción que tuvo, en su momento, Carlos Menem, quien asumió en medio de una crisis económica.

Una característica de Macri en sus ocho años en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha sido el de buscar chivos expiatorios para su inacción o fracaso. En tal sentido, ya se están observando discursos del tenor de “no hay reservas en el Banco Central”, “el país está muy mal económicamente”, “la oposición en el Congreso no nos dejará gobernar”, etc. Este sería su discurso en los dos o tres primeros años, posteriormente se referirá, probablemente, a alguna crisis cíclica de las finanzas en el mundo o a posiciones negativas para los intereses de Argentina por parte de los países socios o no.

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Impacto en Latinoamérica y Colombia

Las reducciones presupuestarias que se esperan en la educación impactarán en las universidades, un aumento de los costos de los posgrados en la universidad es muy probable, y que lo deban pagar, en primer lugar, los estudiantes extranjeros. En el caso que suceda un estancamiento o recesión, una de las primeras consecuencias será un aumento en la desocupación y esto afectará, especialmente, a los que provengan del extranjero.

En segundo lugar, Macri ya ha señalado que es de su interés acercarse a la Alianza del Pacífico. Más allá si será posible, las consecuencias para el intercambio comercial entre Argentina y Colombia deberán ser analizadas cuidadosamente.

* Abogado, analista político y doctor en ciencia política de la Universidad de Hamburgo.

Por Manfredo Koessl, Especial para El Espectador

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