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Deportación como aparato de chantaje; cuando los “patrones” silencian sus abusos

Miles de migrantes prefieren callar sobre la explotación y el maltrato que sufren por parte de sus jefes, por causa del miedo a que los deporten. Garantizar sus derechos laborales es una discusión que sigue pendiente.

Camilo Gómez Forero
10 de junio de 2022 - 11:00 a. m.
Una caravana de unos 15.000 migrantes se dirige de México a Estados Unidos, sede de la Cumbre de las Américas, que concluye hoy. / AFP
Una caravana de unos 15.000 migrantes se dirige de México a Estados Unidos, sede de la Cumbre de las Américas, que concluye hoy. / AFP
Foto: AFP - ISAAC GUZMAN

La realidad de un jornalero en Estados Unidos encuentra cómo hacer su vida más miserable cada día. Su rutina es exigente tanto a nivel físico y mental como emocional. Se levanta cuando sale el sol, llega a una esquina en donde se junta con sus pares y, si están en buenos términos, se rifan quién será el primero en subirse al camión que llegue ofreciendo trabajo. Luego se sienta en el andén a esperar. Si anda con suerte, aparece alguien que se lo lleva a podar el césped, a pintar casas o a mezclar cemento y poner ladrillos. Y si su fortuna lo supera, ese aparecido lo tratará con algo de dignidad. Porque hay “patrones” que, además de explotarlos, solo los recogen para saciar sus ganas de humillar y maltratar.

Para Nadia Marín Molina, codirectora ejecutiva del National Day Laborer Organizing Network (NDLON), una organización que aboga por las condiciones de los jornaleros, los ataques físicos y psicológicos contra jornaleros son aberrantes. En septiembre del año pasado, un hombre de 19 años fue arrestado en Nueva York luego de recibir varias denuncias por intentar estrangular a varios jornaleros que había contratado.

“La historia se repite en otros lugares, como Farmingville, con ataques e intentos de asesinato a jornaleros. Estos crímenes de odio son el resultado directo de una retórica provocativa que demoniza deliberadamente a los migrantes. No podemos quedarnos callados”, resalta Marín Molina en Los Angeles Times.

Aunque los ataques como estos son recurrentes, las denuncias no son tan frecuentes. El corazón y la mente de las personas migrantes los llama a guardar silencio ante los abusos. Viven con miedo de que si hablan sobre lo que experimentan puedan ser deportados. Para muchos, el mayor golpe no es físico, sino mental, cuando los “patrones” los amenazan con denunciarlos ante las autoridades migratorias para deportarlos por no tener papeles. Ahí se genera un miedo a hablar, pero también un miedo a vivir.

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Esto se usa como chantaje para que los jornaleros, que ya carecen de los derechos laborales más básicos, acepten reducciones en sus salarios, sobrecargas, maltratos o incluso que el “jefe” se vaya sin pagarles lo que les deben. Pero el silencio no es absoluto. Algunos, como nos contaba Pablo Alvarado, codirector de NDLON, agarran una guitarra y componen “corridos” para sacarse del pecho lo que sienten, pero también para denunciar.

“Voy a cantar compañeros, algo que da compasión,/

un día al frente del K-mart,/

nos llegó la migración,/

mandada por el sheriff,/

de esa mismita región./

A las 10 de la mañana, cuando la migra llegaba,/

llevando a 10 mexicanos, y a otros tres de Guatemala,/

otros lograron zafarse, dejando a la ley burlada./

Tengo un amigo que nunca ha conocido el miedo,/

ya lo tenían agarrado de las manos y del cuello,/

cuando menos lo esperaban, los dejó con su sombrero./

Ya con esta me despido, les dejo aquí mi cantar,/

esperando que la migra no nos vuelva a corretear,/

si al fin y al cabo tenemos necesidad de tragar”, dice el corrido.

Alvarado habló y cantó sobre los jornaleros el miércoles en Los Angeles Trade-Technical College (LATTC), un campus universitario ubicado a pocas cuadras del Centro de Convenciones de la ciudad, donde el presidente estadounidense, Joe Biden, y otros líderes de la región discutieron en el marco de la novena edición de la Cumbre de las Américas la importancia de la agenda migratoria y los desafíos que hay en el continente.

En el LATTC, varias organizaciones se reunieron a celebrar una cumbre alterna a la oficial, llamada la “Cumbre de los Pueblos por la Democracia”. El evento de Biden, decían los asistentes a este “foro de resistencia”, no representaban los intereses de la gente, sino de los empresarios. Aunque el líder demócrata y compañía comparten la necesidad de hacer algo por las personas migrantes en la región, y realizaron anuncios sobre inversión en Centroamérica, las organizaciones civiles señalan que estas ofertas no solucionan sus problemas más cotidianos, como el maltrato y la ausencia de derechos laborales. No hay respuestas transversales a la crisis.

“No dudo de que van a salir algunos acuerdos de la Cumbre, pero son acuerdos entre las clases empresariales y los gobiernos para beneficiar a ciertos sectores, los que están en el poder. Pero las decisiones de tales acuerdos no llegan a la gente de a pie. Eso es lo que entiendo de estas cumbres. No obstante, las decisiones que se toman acá sí afectan, como los tratados de libre comercio”, lamenta Alvarado.

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El propio gobierno, sin quererlo, cabe resaltar, ha contribuido a perpetuar en el sistema los abusos sobre los trabajadores y, sobre todo, a que guarden silencio. En 1986, el Congreso aprobó la Ley de Control y Reforma de la Inmigración (IRCA, por su sigla en inglés), la cual contiene una cláusula que busca sancionar al patrón que contrate a indocumentados. La idea era que se detuviera el empleo de indocumentados en el país. Sin embargo, sucedió lo contrario. Las patronales comenzaron a usar ese instrumento en contra de los migrantes: “Si me pones el dedo y me reclamas ante el Departamento de Trabajo, te reporto con la migra”, amenazaron los patrones. Se convirtió así en un aparato de chantaje al servicio del patrón, en detrimento mayor de los derechos de los migrantes.

Alvarado dice que varias organizaciones han estado hablando con el Departamento de Seguridad y el Departamento de Trabajo para solucionar esto, y señala, con emoción, que se daría un anuncio importante en los próximos días sobre una corrección a esta ley. “No creo que vaya a ser la mejor política, pero sí puede abrir un camino para cambiar las cosas. Es un primer paso y se está trabajando por ello. En Las Vegas, 400 trabajadores denunciaron a su patrón por abuso y así se logró detener la deportación de estos”, explica el codirector.

¿De qué trata la propuesta de cambio sobre la Ley de Amnistía? Según las organizaciones involucradas en la conversación, lo que se busca es vencer el miedo a la deportación como represalia a través de la promoción de beneficios para quienes denuncian. Es decir, que un empleado que denuncie que ha sido víctima de acoso sexual, maltrato, accidentes, robo de salarios o de trabajo en circunstancias de riesgo, podría recibir la protección del gobierno como a los denunciantes (whistelblowers, en inglés).

Por esto, el codirector de NDLON pide que asuntos como la seguridad laboral y el derecho a trabajar se impongan más en la agenda de las conversaciones oficiales. Para estas personas, asegura Alvarado, quien ya atravesó todo el largo proceso para regularizarse luego de llegar sin documentos, hay una urgencia por ir a trabajar a los lugares a los que migran, sea cual sea la razón que los llevó a esta decisión: violencia, persecución, cambio climático o crisis económicas.

“Uno piensa que si va de un lugar a otro lleva sus derechos consigo. Que si va a México debe tener sus derechos. Eso no funciona así. ¿Qué pasa? Que cuando todos no tenemos nuestros derechos básicos, la población total se ve afectada. Los gobiernos no quieren decir eso. Señalan, por el contrario, a los migrantes como los culpables de las crisis, y ponen en tensión a la gente. Dicen que para otorgarnos nuestros derechos laborales tienen que quitárselos a otros, y que para darnos beneficios se los tienen que dar a otros, y así le explican a la comunidad blanca para polarizar. Es un argumento muy débil. No debería ser así. Se usa el tema de migración para negarle derechos a todo el mundo”, señala Alvarado.

El codirector de UNDLON les pide también a las comunidades receptoras y locales que comprendan que cuando a un trabajador le quitan su salario, eso no ayuda a los demás. “Hemos dicho que cuando defiende los derechos de los más fregados, automáticamente mejoran los estándares para todos los demás”, recalca el originario de El Salvador. Este es un reto pendiente y con muchos obstáculos por delante. El primero es derrotar las construcciones racistas y clasistas que permanecen arraigadas a ambos partidos tradicionales. Porque este no es un asunto de izquierdas y derechas, como explica Alvarado, sino una tarea que ha quedado pendiente para todas las administraciones.

La mayoría del “sector patronal”, como se refiere Alvarado a los empleadores, es buena y colabora con los migrantes. De hecho, en el marco de esta Cumbre de las Américas cabe destacar el apoyo hecho por los gigantes tecnológicos Amazon y Google, dos de los empleadores más grandes en el país.

En una carta dirigida al secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Alejandro Mayorkas, las empresas le pidieron al gobierno establecer políticas que permitan a los jóvenes soñadores documentados, aquellos cobijados por la Ley de Desarrollo, Alivio y Educación para Menores Extranjeros (Ley Dream), que pueden trabajar gracias a las visas de trabajo de sus padres, y permanecer en el país mientras obtienen la residencia permanente. Esto ante el temor de que la joven mano de obra sea deportada al cumplir 21 años si no tiene sus papeles en regla, lo cual es difícil en un contexto donde los procesos burocráticos se han demorado más de lo normal tras el inicio de la pandemia.

“Hay una competencia intensa en el mundo para estar en esa ventaja tecnológica, y la única forma de llegar a esa ventaja tecnológica es tener el mejor talento del mundo”, asegura Karan Bhatia, vicepresidente de Asuntos Gubernamentales y Políticas Públicas de Google.

El anuncio de las empresas es un importante golpe de opinión, pero todo esto debe estar acompañado de garantías para que la mano de obra migrante tenga derechos ante el gobierno y ante las mismas compañías que han recibido denuncias de maltrato.

La aparición de estos actores en el debate, es decir, el empresariado, recuerda que enfrentar el desafío de la migración en la región es un trabajo conjunto con muchos componentes, en el que deben participar todas las partes para escuchar cada queja y cada propuesta posible, pues se necesita la respuesta más transversal que se pueda, si lo que se requiere es una solución a largo plazo. Nada será posible si no se sientan todos en la mesa a dialogar: gobiernos, empresariado y migrantes. Es un trabajo muy complejo, como señala Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia, más aún cuando hay tanta migración irregular. De parte de los migrantes, poco se dimensiona el trabajo que requiere para un gobierno atender a una población indocumentada de un día para otro. Esta Cumbre de las Américas, así no haya podido llenar todos los vacíos, fue importante al dar un primer paso de bebé. “Todo espacio de diálogo es importante y hay que saludarlo”, manifiesta Piñeros. Los próximos, eso sí, deberán contar con más integración de la sociedad civil.

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