Es más fácil predecir el clima en una ciudad como Bogotá que el próximo movimiento de Donald Trump como presidente. Y los republicanos se han adaptado a la fuerza a la naturaleza de su retórica caótica. Sobre los aranceles contra sus vecinos, por ejemplo, el mandatario ha cambiado unas cinco veces su postura.
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El 20 de enero, Trump dijo que los aranceles contra México y Canadá se implementarían el 1.º de febrero; ese día firmó una orden ejecutiva con la que comenzarían a regir el 4 de ese mes, pero 24 horas antes de esta fecha postergó la aplicación un mes.
El 26 de febrero señaló de nuevo que aplazaría un mes la decisión, pero un día después aclaró que entrarían en vigor el 4 de marzo, fecha en la que finalmente impuso aranceles contra sus aliados y China, recibiendo un golpe de vuelta y observando en vivo cómo el mercado de valores se desplomó en respuesta. Un día después retrasó los aranceles relacionados con automóviles hasta el 2 de abril y el jueves 6 de marzo postergó la aplicación de la medida a productos mexicanos y más tarde a los canadienses.
“Es como el clima en Dakota del Sur: cambiará mañana. Solo estamos esperando. Es frustrante, pero ya nos hemos acostumbrado. Respiro profundamente antes de hacer comentarios, porque en cuestión de horas puedo estar comentando algo que ya no es válido”, explicó riendo el senador Mike Rounds, republicano de Dakota del Sur.
No solo los legisladores, sino también el electorado, han sido pacientes con el presidente, quien en un discurso ante el Congreso esta semana le pidió al pueblo precisamente esto: “Tengan paciencia conmigo”. Según una encuesta de Ecnomist/YouGov, publicada esta semana, los republicanos apoyan abrumadoramente los aranceles a pesar de los costos para los estadounidenses que estos puedan traer y que estimaciones fijan en un aumento de al menos US$830 al año para los hogares, al menos durante el primero.
Sin embargo, la paciencia puede y empieza a agotarse. Y esto es precisamente lo que empezó a verse en la jornada del viernes, luego del último cambio hecho por Trump frente a esta política (al menos hasta el cierre de esta edición). El senador Rand Paul, republicano de Kentucky, manifestó que todas las industrias de su estado se han acercado a quejarse por los aranceles.
“Me han dicho: ‘Esto perjudicará nuestra industria y aumentará los precios de las viviendas y los automóviles’, por eso seguiré argumentando en contra de los aranceles”, le aseguró a CNN.
Thom Tillis, senador de Carolina del Norte, y John Kennedy, de Luisiana, también les dijeron a medios locales que el presidente debería “recalibrar” su medida si empieza a perjudicar a los electores. Hay una razón sencilla por la que estos senadores han sido los primeros en levantar la voz sobre los efectos de los aranceles: las elecciones de 2026.
“Ganamos las últimas elecciones quejándonos de las políticas de los demócratas, que nos dieron precios altos. Los amantes de los aranceles se verán obligados a explicar la persistencia de los precios altos”, dijo el senador Paul.
En 2026, toda la Cámara de Representantes se renovará, al igual que 33 escaños del Senado, de los cuales 22 pertenecen hoy a legisladores republicanos. Si bien solo dos de estas 22 aparecen actualmente en riesgo, según las estimaciones de Inside Elections, varios escaños pertenecen a estados cuyas industrias serían severamente golpeadas por los aranceles de Trump y podrían convertirse en campos de batalla. Uno de ellos es Kentucky, precisamente, donde hay unas 75.000 granjas familiares que venden sus cosechas por todo el mundo y en donde se disputará el escaño del colega de Paul, Mitch McConnell, quien se retirará el otro año.
“Estoy preocupado”, señaló el senador Ron Johnson, republicano por Wisconsin, a pesar de que los dos escaños de su estado no estarán en juego. “Estoy inquieto”, comentó Jerry Moran, su colega de Kansas, donde su compañero, Roger Marshall, se juega la reelección.
Tienen todas las razones para preocuparse. Entre 2018 y 2019, cuando Trump lanzó su primera guerra comercial, la industria agrícola, el principal objetivo de las represalias comerciales de México y Canadá, perdió unos US$26.000 millones, según el Departamento de Agricultura. En aquel momento esta agencia ayudó a que los agricultores soportaran el golpe ofreciéndoles pagos directos. No obstante, esta agencia se está quedando sin fondos y el recorte del gasto federal que ejecuta Trump eleva las alertas. En 2018, los demócratas recuperaron la Cámara de Representantes, donde hoy la mayoría es de apenas cuatro curules, con tres vacantes en el hemiciclo.
Luego de semanas sin encontrar rumbo en su estrategia para el regreso, y aún impopulares entre los votantes, los demócratas se ven favorecidos por la incertidumbre inflacionaria del actual Gobierno. Como apunta Eric Levitz, corresponsal de Vox, el trabajo real para los demócratas lo están haciendo los republicanos.
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