Las revelaciones de Edward Snowden sacuden a Alemania. Los documentos filtrados por el extécnico de la CIA, que revelan los alcances de los programas de espionaje de EE.UU., han despertado muchas intrigas sobre la presunta colaboración del gobierno alemán con la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense.
Hace menos de un mes, la revista Der Spiegel publicó dos informes secretos de la NSA. En el primero, del 17 de enero de este año, está registrado que el Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND) trabajó para lograr que el gobierno federal “flexibilice la interpretación de las leyes a largo plazo para poder compartir informaciones”.
El segundo informe, del 29 de abril, dice que el Gobierno alemán modificó la interpretación de la ley que protege las comunicaciones de los ciudadanos alemanes para así “proporcionar al BND más flexibilidad para compartir información protegida con sus socios extranjeros”. Der Spiegel denunció que los servicios de inteligencia han empleado programas diseñados por la NSA para espiar en territorio alemán y para apoyar a la agencia estadounidense en su lucha contra el terrorismo internacional.
Pero la cooperación entre las agencias de inteligencia de EE.UU. y Alemania viene desde antes de que Merkel llegara a la Cancillería. Así lo indicó el portavoz gubernamental Georg Streiter, al anunciar esta semana que el acuerdo entre la NSA y el BND se firmó en 2002 y, en virtud de ese pacto, se estableció un centro de operaciones conjunto en Bad Aiblig, en Baviera. Para cuando se firmó el acuerdo, que está aún vigente, el canciller era Frank-Walter Steinmeier, quien fue ministro de exteriores en la primera legislatura y ahora es líder del grupo socialdemócrata en el Parlamento.
La cooperación entre el BND y la NSA en ese centro conjunto de Baviera será uno de los puntos a abordar en la reunión de la comisión de control parlamentario, el próximo lunes. El presidente de la comisión, Thomas Oppermann, ha instado repetidamente a Ronald Pofalla, estrecho colaborador de Merkel, a dar información concreta sobre el alcance de la cooperación entre la NSA y el espionaje alemán. Mientras tanto, en las calles de Berlín ya se presentan protestas en contra de Merkel y a favor de Snowden.
Las publicaciones que ha hecho el diario británico The Guardian, a partir de los documentos filtrados por Snowden, dan para pensar que los servicios de inteligencia estadounidenses han tenido acceso a los nodos de red en Alemania. Por los pactos secretos que fueron firmados entre ambos países, también se puede pensar que ese acceso fue aprobado por el gobierno alemán y pudo haberse realizado desde las bases donde se hallan estacionados más 50.000 soldados estadounidenses en Alemania.
El Ministerio de Defensa alemán ha indicado que hay un total de 207 empresas estadounidense que han obtenido acceso a esas bases militares para realizar "servicios analíticos". Entre esas empresas está la firma Booz Allen Hamilton —que presta servicios a la NSA y para la que trabajaba Snowden—, que obtuvo una licencia para “operaciones de inteligencia”. El gobierno germano aclaró que por “servicios analíticos” se entienden “servicios técnico-militares”, pero estas respuestas no son suficientes para confirmar si se han realizado labores de espionaje.
Los acuerdos para actividades de inteligencia estadounidenses en las bases militares alemanas se regulan por el acuerdo sobre el Estatuto Jurídico de las Fuerzas Armadas de la OTAN de 1951, al que se suman acuerdos adicionales posteriores. Y por la llamada Ley-G10, que en 1968 sentó en Alemania las bases jurídicas para la vigilancia de los servicios de correo y telecomunicaciones por parte de los servicios secretos alemanes.
En un acuerdo administrativo adicional a la Ley-G10, el gobierno alemán concedió a los Aliados (EE.UU., Francia y Gran Bretaña), la posibilidad de utilizar las informaciones recogidas por los servicios secretos alemanes o de espiar ellos mismos, siempre que fuera necesario para velar por la seguridad de las tropas aliadas emplazadas en el país. El viernes pasado, el Ministro de exteriores alemán, Guido Wasterwelle, anunció que ese acuerdo fue drogado “de común acuerdo” con EE.UU. y Reino Unido, como lo que él llamó una “consecuencia justa y necesaria de los más recientes debates sobre la protección de la esfera privada”. Su anuncio, sin embargo, no ha detenido la oleada de especulaciones sobre el papel de Alemania en el espionaje mundial de EE.UU.