El Brasil 'gay' de Jair Bolsonaro
Activistas y políticos brasileños han denunciado un incremento en la violencia contra la población LGBTI desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia en ese país. En el gigante sudamericano hubo el año pasado 420 muertes relacionadas con la homofobia y la discriminación sexual, por lo que esta comunidad pide a las autoridades que dichos delitos sean tratados como crímenes de odio.
Jesús Mesa / @JesusMesa
En la semana en que se conmemora el primer aniversario del asesinato de la combativa activista brasileña negra, feminista, defensora de los derechos de las minorías sexuales, Marielle Franco, en Río de Janeiro, la comunidad LGBTI de Brasil libra una lucha en los estrados judiciales por criminalizar la homofobia y los delitos asociados a la discriminación por género e identidad sexual.
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En la semana en que se conmemora el primer aniversario del asesinato de la combativa activista brasileña negra, feminista, defensora de los derechos de las minorías sexuales, Marielle Franco, en Río de Janeiro, la comunidad LGBTI de Brasil libra una lucha en los estrados judiciales por criminalizar la homofobia y los delitos asociados a la discriminación por género e identidad sexual.
El asesinato a tiros de Franco, de 38 años, el 14 de marzo de 2018, conmocionó a Brasil, un país con una altísima tasa de muertes violentas, pero que no sufría desde hacía décadas un asesinato por motivos políticos. La muerte de la activista se dio en medio de un clima político polarizado, en el que la ascensión del entonces candidato de derecha, Jair Bolsonaro, empoderó peligrosamente a los sectores conservadores.
Aunque la policía brasileña anunció esta semana que dio con el paradero de dos sospechosos de la muerte de la concejala, activistas de los derechos humanos y de los gais piden acciones más concretas para evitar que se cometan más de estos crímenes. Aseguran que vivir en Brasil no es seguro para la gente de su comunidad y han pedido al Tribunal Federal Supremo (STF, en portugués) que se tipifiquen los delitos en su contra como crímenes de odio, como ocurre en otros países de la región, para así tener más canales de protección.
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“Históricamente, Brasil es uno de los países más peligrosos en el mundo para las personas LGBTI y no hay mecanismos oficiales para monitorear ese tipo de violencia”, comenta a El Espectador Leandro Ramos, director de programas de All Out, organización internacional que lucha por los derechos LGBTI.
En caso de agresiones contra homosexuales o personas transgénero, en Brasil el delito es tratado jurídicamente como lesión corporal, intento de homicidio u ofensa moral, mas no es considerado un crimen de odio, lo que sí sucede en otros países latinoamericanos, como Colombia, Chile y Ecuador.
Sin embargo, representantes de iglesias evangélicas pidieron la improcedencia de las acciones contra la homofobia alegando que se estaría violando la libertad de credo y de expresión, pues muchos de los discursos de los pastores más fundamentalistas podrían convertirse en delito.
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La demanda de la población LGBTI obedece a una lucha histórica por parte de esta comunidad, que históricamente en Brasil ha sido víctima de violencia. De acuerdo con el Grupo Gay de Bahía, ONG que recopila datos de violencia contra esta comunidad desde hace 19 años, el año pasado murieron 420 personas LGBTI por crímenes relacionados con delitos de odio y discriminación. Estos crímenes aumentaron 30 % respecto del año anterior, cuando fueron 343, y marcaron un récord histórico desde que se recopilan datos de estos asesinatos en el 2000.
La muerte de Franco encendió las alarmas, pero lo cierto es que fue solo el reflejo de una situación política polarizada que se vive en Brasil desde hace un tiempo y en la que, de acuerdo con activistas LGBTI, se han incrementado la homofobia y la discriminación hacia su comunidad desde el ascenso y la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia el año pasado.
“De alguna forma la elección de Bolsonaro es resultado de esa larga historia de violencia y discriminación que tiene Brasil con la población LGBTI”, cuenta Leandro Ramos, de All Out.
Uno de los políticos que denunciaron este incremento en las amenazas e intimidaciones fue el exsenador Jean Wyllys, quien además de ser el primer parlamentario abiertamente homosexual de Brasil, era amigo cercano de Marielle Franco.
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Justo cuando iba a asumir el que sería su tercer período parlamentario consecutivo, después de conseguir 24.000 votos en las últimas elecciones, Jean Wyllys sorprendió anunciando su renuncia y exilio de Brasil por las amenazas de muerte que sufrió en el último año.
Aunque no acusó directamente del incremento de la violencia a Bolsonaro, el nivel de amenazas contra Wyllys y las minorías aumentó con la llegada del mandatario. Sin embargo, el parlamentario no es el único que ha optado por el exilio. Esta semana, la escritora Marcia Tiburi, lesbiana, anunció que también saldría del país por las amenazas en su contra y luego de que un grupo de desconocidos ingresara a su casa en Río de Janeiro.
Mientras tanto, a pesar de las presiones del sector evangélico del Congreso, el Tribunal ha optado por mantener el tema en el cronograma, pero tampoco ha querido apresurar su votación.
“Mientras no exista una ley contra la discriminación estaremos expuestos, por eso sería muy positivo que el Tribunal fallara a favor y enviara un mensaje de que la discriminación no está bien”, concluye Leandro Ramos, de All Out.