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El costo de trabajar en la era Trump: incertidumbre más allá de fondos congelados

El gobierno de Donald Trump congeló por 90 días las ayudas internacionales de Estados Unidos con excepciones mínimas. Una medida que se suma a toda una puesta en marcha por adaptar varias dinámicas a las ideas del republicano, que pueden tener un impacto considerable a nivel global.

Hugo Santiago Caro

02 de febrero de 2025 - 10:18 a. m.
Estados Unidos ha pausado sus programas de ayuda en varios países. Pakistán es uno de los afectados.
Foto: EFE - NADEEM KHAWER
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Se cumplió la primera semana desde que el gobierno de Donald Trump decidió congelar, por 90 días (inicialmente), las ayudas internacionales que su país brinda alrededor del mundo, con pequeñas excepciones, como las de Egipto, Israel y la asistencia alimentaria de urgencia.

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Sin embargo, los sectores humanitarios o los que trabajan directamente con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) no son los únicos que están teniendo días complicados para operar a la par de las nuevas políticas que está implementando la administración de Estados Unidos.

Si se quiere, se puede empezar el barrido desde adentro: según NBC, una gran cantidad de altos funcionarios del FBI recibieron la orden presidencial de renunciar en medio de una purga federal que empezó el presidente en las poco más de dos semanas que lleva en el cargo. Por supuesto, también ha encontrado resistencia, pues un juez federal tuvo que frenar el congelamiento de gastos federales que planeaba implementar en programas de asistencia y actividades de apoyo desde el Estado. Claro está, una cosa son los gastos federales y otra la ayuda internacional, pero ambos asuntos son materia en la cruzada para recortar fondos.

Pero no se trata solo de presupuestos. Donald Trump está amoldando todo el sistema que permea su administración para que funcione bajo su visión, y la incertidumbre que está generando esto es más que evidente, especialmente por la inmediatez de sus decisiones.

“Pienso que nadie creía que iba a llegar a tal grado. Por ejemplo, la cancelación de fondos, es decir, Trump está jugando con la idea de disminuirlos o incluso está amenazando con cortarlos. Además, está reduciendo o amenazando con recortar fondos a universidades e instituciones, como el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. Creo que nadie pensaba que intentaría restringir los fondos de manera tan abrupta. Esto es algo nuevo y, sin duda, tendrá un impacto significativo en muchas fuentes de financiamiento para la investigación científica”, explica Jorge, un experto en migración y estudiante de doctorado en una universidad de Estados Unidos.

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Ese, no obstante, no es su nombre real, pues prefiere reservar su identidad ante la posibilidad de que la purga de Trump toque la puerta del sector académico, un temor que se remarca en el interior de las universidades del país del norte.

“Es muy probable que haya una consecuencia en el financiamiento que recibimos cuando solicitamos fondos para investigación. Es evidente que podrían intentar hacerlo. Además, ha habido otras acciones contra la libertad de expresión en el mundo académico, como la firma de una orden ejecutiva para cancelar las visas de estudiantes internacionales que participaron en protestas a favor de Palestina”, comenta.

Para Jorge, basta con dar una revisión a la relación de la academia con gobiernos republicanos en estados como Texas y Florida, donde pulsos parecidos se vienen librando desde hace cuatro o cinco años con figuras como Ron DeSantis (Florida) y Greg Abbott (Texas).

Juan Pablo, director ejecutivo en Colombia de una organización sin ánimo de lucro del ámbito social y quien también pidió la reserva de su nombre ante la naturaleza de su trabajo, concuerda con que la inmediatez no era esperada y habla de la falta de preparación ante este escenario en su ámbito.

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“Creo que hubo una mala lectura de lo que podría pasar, así como de la dimensión y la profundidad de lo que traería este nuevo mandato del gobierno de Trump. Todos sabíamos que iba a ser un cambio drástico, pero nos sorprendieron la profundidad y la rapidez con la que ocurrió. Esto nos tomó por sorpresa, tanto a las personas como a las organizaciones en general, dejándonos en una posición difícil”, opina. Además, hace referencia a la experiencia que dejó su primer paso por la Casa Blanca: “Incluso en el primer mandato de Trump, él había dejado muy clara su postura, especialmente en cuanto a su política exterior, su visión y su manera de interpretar las cosas”.

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Elizabeth Dickinson, analista sénior en Colombia de Crisis Group International, destaca que lo repentino de la decisión de Trump tuvo un efecto práctico que incluso deja resentidos a los afectados más allá de los 90 días iniciales de la medida: “Hay contratantes que están en congelación o que han tenido que despedir personal. Asimismo, varias organizaciones no gubernamentales han recibido órdenes de detener sus actividades. Estas congelaciones pueden tener un efecto totalmente devastador sobre algunas ONG y sus programas. Ha sido un paso atrás, ya que detener un programa, despedir personal o paralizar contratos significa que reanudar las operaciones tomará tiempo. Incluso si todos los programas se reactivan en 20 días, no se pondrían en marcha de inmediato”.

Lo confirma Juan Pablo, cuya organización tiene proyectos financiados con Usaid y que tuvieron que frenar en seco: “Se socializa el sábado, y una actividad, un taller y unos viajes que teníamos previstos para el lunes se suspenden en ese proceso. Esto implica una serie de complicaciones, como la gestión de contratos, tiquetes y hoteles. Si uno lo analiza desde el nivel más micro de ejecución de actividades de un proyecto, se da cuenta de que no se trata solo de organizaciones que estaban esperando continuar con un proceso en marcha, sino que todo queda en el limbo, generando mucha incertidumbre y duda”.

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La incertidumbre en otros sectores

Además de transversal, el impacto por la llegada de Trump está golpeando a varios sectores en simultáneo. Así como la academia y el sector social, la respuesta humanitaria está sufriendo las consecuencias más allá del congelamiento en vigor.

Como parte de sus primeras órdenes ejecutivas, Donald Trump canceló el programa CPB One, la aplicación que fue lanzada bajo la administración de Joe Biden para tratar de dar un orden y agilizar las solicitudes de asilo en la frontera sur de Estados Unidos. Eso cambió radicalmente la dinámica de miles de migrantes.

“Al quitarlo, la gente se queda sin ningún mecanismo claro, ya que no está definido cómo ni desde dónde van a actuar. Esto podría volverse un proceso similar al pasado, pero de manera más aleatoria y desorganizada, tal vez gestionado desde sus países de origen y con plazos de tiempo inciertos. Sí ha habido un impacto, ya que se había modificado el flujo de la migración. Este cambio ocurrió porque las personas debían esperar una cita y estar en un lugar específico en México, lo cual alteró los flujos migratorios”, comenta desde México Henry Rodríguez, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en el sector fronterizo con Estados Unidos.

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Rodríguez remarca que, si bien CPB One no era un mecanismo perfecto ni garantizaba el asilo, “al menos tenía la oportunidad de solicitarlo, esperar e ir ante un juez”.

¿Qué va a pasar cuando acaben los 90 días?

Regresando al congelamiento de recursos, Juan Pablo cree que, con el tiempo, los recursos se van a implementar de nuevo, pero tiene claro que hay temas que son innegociables para Trump: “Todo lo relacionado con salud sexual y reproductiva, género, aborto, diversidad, inclusión y, en cierta medida, el cambio climático, sin duda, será donde habrá mucha más incertidumbre”.

Para él, es preocupante que la asistencia se siga alineando intensamente con la agenda de política exterior. “Aquí lo que queda claro es que los fondos para asistencia humanitaria y asistencia oficial al desarrollo solo estarán disponibles en aquellos países y para aquellos temas que estén alineados con la política exterior de Estados Unidos y con la visión de este gobierno. Esto, sin duda, cambia todo”, afirma.

Mete en esta bolsa a organizaciones como Naciones Unidas y, aunque no lo menciona, es una discusión que también atañe hasta la OTAN. La ayuda a todas estas organizaciones estará también bajo revisión de los intereses de Trump.

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¿Hay posibilidad de que entren a responder otras organizaciones? De momento, entidades con roles claves en asistencia humanitaria, como Naciones Unidas, han tratado de que Trump suavice sus decisiones en este sentido. António Guterres, secretario general del organismo, afirmó, según un comunicado, que “ha tomado nota con preocupación” la decisión y pidió “que se estudien exenciones adicionales”.

“En cuanto a la capacidad de otros donantes para llenar el vacío, la realidad es que no la hay. Hay que tener en cuenta que la coordinación de programas de Usaid es de alcance mundial. Los donantes ya tienen sus presupuestos extremadamente comprometidos con crisis como las de Ucrania, Gaza, Sudán y la gran cantidad de emergencias humanitarias que afectan al mundo. No hay flexibilidad para destinar más fondos a otros conflictos. Estamos a la espera de ver cómo se desarrolla esto en la práctica. La congelación de financiación por parte de Estados Unidos es un reto enorme que deja un vacío presupuestario difícil de llenar”, concluye Dickinson.

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*El Espectador ha desarrollado proyectos periodísticos con apoyo de Usaid.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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