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El día de la liberación de Donald Trump: ¿comienzo del caos?

El presidente se la jugó toda con su política arancelaria, aumentando la presión sobre su gobierno mientras la estrategia entra en vigor y comienza a mostrar consecuencias. ¿Qué tanto puede aguantar la fidelidad de los votantes y quienes rodean a Trump?

Hugo Santiago Caro

03 de abril de 2025 - 09:00 p. m.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hace un gesto al salir de la Casa Blanca.
Foto: EFE - FRANCIS CHUNG / POOL
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Donald Trump no ha cumplido sus primeros 100 días (de cuatro años por delante) y ya está, por lejos, viviendo uno de los momentos más álgidos de la historia reciente de Estados Unidos, después de haber desplegado el miércoles una ofensiva arancelaria sin precedentes contra más de 100 países.

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¿Es prematuro hablar de una crisis en su gobierno? Probablemente. El presidente aún proyecta una imagen de fortaleza y autosuficiencia. Sin embargo, no hay duda de que han sido tiempos difíciles. Esta misma semana, justo antes de la fiesta de aranceles del miércoles —día que él mismo bautizó como “el día de la liberación”—, la candidata demócrata a la Corte Suprema de Wisconsin, Susan Crawford, se impuso al republicano Brad Schimel, exfiscal general del estado. Schimel contaba con el respaldo de Donald Trump y de Elon Musk, quien invirtió US$20 millones en su campaña.

Además, tan solo este jueves se filtró el despido de tres altos asesores de seguridad de Trump en lo que, según medios como CNN y The New York Times, se dio como una purga tras una reunión del presidente con Laurie Loomer, activista de extrema derecha y con influencia en el republicano desde campaña, en 2024.

“Todos los funcionarios que fueron despedidos pasaron por el mismo proceso de investigación en los últimos meses, que incluyó preguntas sobre su lealtad a la agenda de Trump, realizado por el ahora director de la Oficina de Personal Presidencial, Sergio Gor”, explicó CNN.

Este hecho, que se produce semanas después de la grave filtración de los planes de ataque a Yemen en un grupo de Signal en el que se encontraba, al parecer por error, el editor del medio The Atlantic, demuestra, una vez más como, para el presidente Trump, la lealtad, por encima de otros criterios, es una de las cualidades más claves a la hora de rodearse. Pero, con la tensión de las últimas semanas y la firmeza de Trump en asuntos como los aranceles, ¿cuánto más se puede tensar esa lealtad antes de que empiece a resquebrajarse?

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“No refleja nada distinto a una situación en la que el presidente decide cambiar a quienes tal vez no concuerdan con las ideas o propuestas que quiere implementar. Me parece que, incluso, no se puede decir que fue prematuro, porque en su primera administración también vimos este tipo de reacciones desde el inicio. Por eso, me parece que esto refleja tanto su espíritu como su forma de ser como presidente”, opina sobre los recientes despidos Rafael Piñeros, analista y docente de la Universidad Externado.

En pocas palabras, es una muestra del pragmatismo del presidente. Lawrence Gumbiner, analista y exdiplomático estadounidense, enfatiza en este punto cómo durante la primera administración del presidente hubo varios funcionarios trabajando con una doble agenda, algo que no fue de su agrado. “Llegó a este periodo con la idea en su cabeza de que él iba a erradicar toda la gente dentro del gobierno que no estaba 100 % a favor de su programa de gobierno”, dice.

The Atlantic y The New York Times también han mencionado que en el mismo gabinete del presidente hay funcionarios no conformes o en desacuerdo con él, pero resaltan también la poca apertura a comentarlo públicamente por temor a ser tachados como desleales y, en su defecto, purgados.

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Volviendo a Wisconsin, ambos analistas coinciden en que es prematuro considerar esta derrota como un termómetro de lo que podrían ser las elecciones de medio término de 2026. No obstante, otras elecciones extraordinarias en la Cámara de Representantes de Florida —realizadas para reemplazar a dos escaños republicanos que Trump dejó vacantes al nombrar a sus ocupantes en otros cargos (Mike Walz como asesor de seguridad nacional y Matt Gaetz, en su momento, como nominado a fiscal general)— también ofrecieron pistas sobre hacia dónde se está moviendo la opinión pública en Estados Unidos.

Ambos escaños se mantuvieron en manos republicanas, pero las elecciones fueron mucho más reñidas de lo habitual para Florida, un estado donde Trump le ganó a Kamala Harris por más de 30 puntos en noviembre. Esto puede leerse en clave de un descontento de la población con Trump, incluso en sus estados bastiones. Prueba de esto también son los resultados de las últimas encuestas de Ipsos y YouGov, que sitúan la desaprobación al presidente por encima del 50 %.

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“Ese movimiento es muy personal a Donald Trump como persona. Hemos visto que, cuando él no es candidato, él no está ahí, dentro de la elección, no es fácil que él pueda pasar eso a otros republicanos. Creo que muestra, no un gran descontento, pero el principio de un descontento en el pueblo americano sobre las políticas de Donald Trump. Y eso sí es muy temprano para las elecciones de medio término; sin embargo, creo que puede verse una señal. Y si seguimos, si la economía se va mal después de estos aranceles, se va a ampliar”, anota Gumbiner, quien recuerda que gran parte de la base que escogió a Trump fue a raíz de asuntos como la migración irregular y la economía, por lo que este punto podría ser clave con el manejo de la coyuntura arancelaria.

El presidente está firme con su postura. Gumbiner hace énfasis en que ha llamado aranceles “la palabra más bonita del mundo”, mostrando la rigidez de sus posturas con esta política económica. “En el Congreso había una intención por limitar el efecto que pudieran tener, especialmente, los aranceles sobre Canadá y México, una piedra angular de la política económica y comercial de los Estados Unidos”, añade Piñeros. El Congreso, otro pilar de lealtad a Trump en este segundo mandato, por el momento sigue al pie del cañón junto a él.

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Sin embargo, con todos estos factores conectados, el termómetro para esta lealtad será la campaña para el medio término en 2026. Allí el descontento o favorabilidad republicana puede pasar factura a aquellos congresistas que busquen la reelección. “Se empiezan a ver las encuestas que muestran que Trump no les ayuda, sino que les perjudica. Eso puede causar muchas divisiones dentro del Partido Republicano. Pero mientras Trump les ayude a los congresistas a ser reelegidos, van a seguir firmes con él”, concluye Gumbiner.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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