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El fin del excepcionalismo cubano

Cualquier similitud –pese a la excepcionalidad del llamado modelo cubano– con las reacciones populares frente a elites deslegitimadas, incapaces de gestionar adecuadamente sus economías y de proveer bienes básicos a su población en el resto de la región, no es mera coincidencia.

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Andrés Serbín/Latinoamérica21
31 de julio de 2021 - 03:00 a. m.
Varios funcionarios de Cuba fueron sancionados por Estados Unidos por su papel en las protestas del pasado 11 de julio.
Varios funcionarios de Cuba fueron sancionados por Estados Unidos por su papel en las protestas del pasado 11 de julio.
Foto: AFP - ADALBERTO ROQUE
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Desde hace más de seis décadas, la revolución cubana ha sido un referente para los movimientos de izquierda de todo el mundo y en especial para las izquierdas latinoamericanas. La imagen del David revolucionario enfrentando al Goliat del imperio nutrió las narrativas antiimperialistas, revolucionarias y bolivarianas de la región y los discursos de muchos dirigentes políticos. Con frecuencia, esta imagen del faro de la revolución y de la confrontación con los Estados Unidos prevaleció sobre otras miradas y otros análisis del proceso revolucionario en Cuba, contribuyendo a generar una percepción acerca de la excepcionalidad de la isla en relación con otras naciones del continente.

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La isla exportó su revolución a otras latitudes y desarrolló una amplia proyección internacional que excedía su tamaño demográfico y territorial y su escala geopolítica. Hasta la implosión de la URSS, la alineación con el bloque socialista contribuyó al desarrollo de una cooperación y una asistencia externa que encubría las dificultades de un régimen político que se sustentaba en un modelo económico estatista y centralizado. Sin embargo, al desaparecer el apoyo soviético se evidenciaron las dificultades de supervivencia de este modelo, generalmente desdibujadas por una retórica antiimperialista que acusaba al embargo económico estadounidense de las fallas que pudiera acarrear. El eje de cualquier situación problemática por la que atravesara Cuba —el desabastecimiento, el fracaso de una mega-zafra, la emigración por cualquier medio— parecía personificarse en su dificultosa y hostil relación con los Estados Unidos como causa y razón principal.

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Por su parte, la carismática figura de Fidel y de los veteranos de la revolución, incluyendo a su hermano Raúl, encarnados en una élite político-militar que gobernaba el país, garantizaron que el modelo sobreviviera. Chávez y la asistencia petrolera venezolana contribuyeron a esta supervivencia, al dar un nuevo apoyo económico a la revolución y a la élite gobernante desde la Venezuela bolivariana. Al punto de que Cuba pudo sustituir su rol de faro de la revolución armada por el amable rostro del honest broker entre las guerrillas de Colombia y el Gobierno colombiano.

Proceso de cambios

Sin embargo, empujados por la necesidad de introducir una serie de reformas en el modelo económico, al reemplazar Raúl a Fidel Castro en el poder, desde 2008 se comenzó a vislumbrar la posibilidad de que asomara un proceso de cambios. Sin asumir el carácter de “transición” —reminiscente de los cambios en Europa oriental— ni de reformas —propias de los procesos de modernización en China y Vietnam—, el proceso avanzó con timidez mediante el desarrollo de la llamada estrategia de actualización económica y social, anunciada desde 2011, reforzada por la distensión de la “normalización” de las relaciones con los Estados Unidos durante la administración del presidente Obama y refrendada por dos sucesivos congresos del Partido Comunista Cubano (PCC), la aprobación de una nueva Constitución en abril de 2019, referéndum mediante, y un conjunto de documentos que culminan en el lanzamiento de la “estrategia económico-social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19”, en julio de 2020 al inicio de la pandemia.

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No obstante, como señalan algunos analistas, la última década se caracterizó por ser una década de reformas incompletas que no abordaron a fondo las reformas estructurales necesarias para adaptar el modelo a las nuevas condiciones nacionales e internacionales y mantener los equilibrios sociales internos. La crisis venezolana alejó las posibilidades de apoyarse en un socio similar a la URSS en una fase previa; pese a que China y Rusia invirtieron y cooperaron, a diferentes escalas, con la isla, nunca alcanzaron el carácter de socio estratégico vital que reemplazara a la ayuda soviética, y la relación con los Estados Unidos naufragó, pese a la apertura de 2014, bajo las crecientes restricciones y presiones económicas de Trump que, hasta ahora, no han sido revertidas por Biden.

Las complejas circunstancias que impuso el entorno económico se reflejaron en la escasez de alimentos y suministros médicos, el aumento del combustible y los cortes de electricidad, los bajos ingresos de la mayoría de la población y una dolarización de la economía que impusieron privaciones múltiples a los ciudadanos cubanos y se sumaron a una creciente represión a los opositores y disidentes políticos para finalmente dar lugar a los estallidos sociales del domingo pasado. Y al inmediato anuncio del presidente Díaz-Canel de llamar a “combatir” a los manifestantes y convocar a los miembros del Partido Comunista para enfrentarlos, en un retorno a la retórica de la guerrilla revolucionaria.

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Cualquier similitud —pese a la excepcionalidad del llamado modelo cubano— con las reacciones populares frente a élites deslegitimadas, incapaces de gestionar adecuadamente sus economías y proveer bienes básicos a su población en el resto de la región, no es mera coincidencia. Más allá del brutal impacto de la pandemia, la mala hora de América Latina alcanza a todas las élites por igual, independientemente de su filiación política o ideológica, y los modelos de cualquier orientación hacen agua frente a la combinación de factores externos e internos que desatan la pandemia, la contracción económica y la fragilidad institucional. Y la excepcionalidad que la revolución otorgó a Cuba —por su modelo socialista y su enfrentamiento con los Estados Unidos en su momento— parece no escapar a esta tendencia general.

*Texto publicado originalmente en La Nación, Argentina

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Andrés Serbín es Presidente Ejecutivo de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES). Consejero pleno del Consejo Argentino de Rel. Internacionales (CARI). Fue Director de Asuntos del Caribe del Sistema Económico Latinoamericano (SELA).

Por Andrés Serbín/Latinoamérica21

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Carlos(23210)31 de julio de 2021 - 05:38 p. m.
El modelo cubano es un desastre... Llevan 60 años de "revolución" y no han aprendido a manejar su economía en medio del embargo. El gobierno y modelo cubano es parasitario: primero la URSS, luegoVenezuela copió el modelo y Chávez y Masburro acabaron con su país y ahora van por México con López Obrador a la cabeza. El desastre comunista - socialista es tal que ni los chinos les creen...
Nelson(11961)31 de julio de 2021 - 03:10 p. m.
Bloqueo Económico en Cuba; apropiación de recursos, riqueza y vida (empleo y precarización) en Colombia. Arrestos en Cuba ; violaciones, asesinatos, amputación, desaparición en Colombia. Cuba tiene claro el papel de USA; en Colombia se creen sus socios libres y están agradecidos (muerte, hambre, salud precaria,pobreza aberrant, "gente de bien"). Cuba intento dignidad; Colombia saqueo yBMX olimpico
  • ALEJANDRO(os9iw)31 de julio de 2021 - 05:12 p. m.
    Generalidades sin sustento y mucho resentimiento. ¿Algo más que decir?
  • Nelson(11961)31 de julio de 2021 - 03:17 p. m.
    La dignidad y la resistencia en Colombia recibe a cambio 6402 falsos positivos, 1200 personas asesinadas luego de la firma de un acuerdo de paz...
Miguel(22842)31 de julio de 2021 - 01:53 p. m.
La OEA es el órgano CIPAYO del gringo con que aplasta la libertad en nuestros paises, con sus apoyantes bloquean al que se salga de su nefasta sombra, ya son 4 los que la van a acabar, su Grupo de Lima último ataque a uno nuestro, ya son 3 los bloqueados
Luis(74640)31 de julio de 2021 - 12:03 p. m.
No escriben nada nuevo...
Mario(uqnt9)31 de julio de 2021 - 11:52 a. m.
El gobierno cubano, NUNCA le interesó construir un hombre nuevo que gozara de pleno bienestar social con base en su trabajo, su renta , la compra de bienes y servicios, porque eso genera INDEPENDENCIA, lo cual era intolerado por la dictadura. Tampoco le importó TRANSPARENTAR su economía, salud, bienes, recursos, etc. Todo muy oscuro, como las MAFIAS.
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