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Del resultado de las elecciones municipales de hoy dependerá la configuración del poder político en Venezuela. Los comicios evidenciarán si el partido de gobierno podrá avanzar hacia el Estado comunal, al alzarse con el voto nacional o con la mayoría de los cargos en disputa, o si la oposición logra consolidarse como opción de poder y así convertirse en un muro de contención al Socialismo del Siglo XXI.
Estos comicios pondrán a prueba a la maquinaria electoral del oficialismo, que sigue basada en la figura del fallecido presidente Hugo Chávez. El reto de los nuevos mandatarios regionales es hacer equipo con Nicolás Maduro, figura casi imperceptible en la campaña pero que deberá afrontar en lo inmediato la merma en los ingresos petroleros de la nación, que se ha traducido en una severa crisis económica.
Del lado opositor, sin recursos y con poca presencia mediática, el liderazgo de Henrique Capriles Radonski, jefe de campaña de los candidatos antichavistas, se fortalecerá o debilitará, según respondan los votantes a los candidatos nucleados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
“En estas elecciones se perfilan tres posibilidades: que el Gobierno gane en votos nacionales y en la mayoría de las alcaldías, que la oposición saque más sufragios que el Gobierno, con las principales plazas en disputa en sus manos, o que ambos sectores se atribuyan la victoria porque la correlación global de votos repita el resultado de los comicios presidenciales de abril de 2013, en donde fue de 50% y 50%”.
Así lo explicó Carlos Blanco, analista político, quien estima que “si gana la oposición, en el Gobierno habría una crisis brutal porque facciones del partido en el poder (PSUV), reclamarían un cambio en el liderazgo, ya que Maduro no ha logrado entusiasmar a las bases chavistas que debieron haber votado. Las medidas económicas que aplicó en el último mes, que según algunas encuestas le reportaron dividendos positivos, no fueron suficiente para consolidar al chavismo”.
Del lado antagonista, Blanco estima que si la oposición pierde o si se presenta una alta abstención que perjudique a los aspirantes de la MUD, “es evidente que habrá un reacomodo en el liderazgo y en las estrategias políticas de la MUD de cara a 2014, un año en donde se perfilan fuertes presiones y conflictos sociales, derivados de la crisis económica”.
Para el sociólogo Carlos Raúl Hernández, en este tipo de elecciones locales “tradicionalmente la abstención es bastante alta. Pero en el actual caso de Venezuela, lo que debería ser un proceso normal de sustitución de autoridades podría convertirse en un plebiscito a la gestión de Nicolás Maduro, quien con ocho meses en la presidencia no levanta vuelo”.
Advierte que “si la oposición se consolida como alternativa sus líderes podrían impulsar acciones que indiquen a Maduro que si no cambia su modo de gobernar la crisis económica sería mucho peor. Si el diferencial de votos es grande respecto al oficialismo, los dirigentes de la MUD se convertirían en un muro de contingencia que pondría freno a la imposición del modelo socialista que impera en Venezuela”.
El PhD en Opinión Pública de la Universidad de Connecticut, José Vicente Carrasquero, advierte que si el partido oficial es derrotado “debe venir un cambio en la manera de gobernar porque se evidenciaría que la maquinaria clientelar que armó el chavismo con la entrega de becas, ayudas, alimentos, medicinas y otras prebendas no está funcionando. Si los oficialistas no votan o se abstienen estarían dando una señal a la dirigencia socialista”.
Subraya que si gana el PSUV la represión en contra de la disidencia se acentuaría notablemente. “Sería un error grave sacar del juego político a Capriles al armarle un expediente por cualquier motivo”, sostuvo Carrasquero.