El positivo de Trump: los cuatro días de caos en EE. UU.
Mientras que los seguidores del mandatario dicen que “es un enviado de Dios”, otra parte de los ciudadanos no creen en los confusos reportes sobre la salud del mandatario: más contagiados, división y un mar de dudas ahogan a los votantes a menos de un mes de ir a las urnas.
Que Donald Trump resultara positivo por coronavirus, a un mes de las elecciones presidenciales, fue una noticia que exacerbó el caos en Estados Unidos. El mensaje del mandatario -quien subestimó los efectos devastadores de la pandemia- y la angustia de los estadounidenses por los siete millones de casos en el país, configuran un terreno inestable y lleno de incertidumbre en el que los votantes deberán definir si el presidente se queda o no en la Casa Blanca. Ahora, la salud de Trump encabeza la agenda electoral.
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Que Donald Trump resultara positivo por coronavirus, a un mes de las elecciones presidenciales, fue una noticia que exacerbó el caos en Estados Unidos. El mensaje del mandatario -quien subestimó los efectos devastadores de la pandemia- y la angustia de los estadounidenses por los siete millones de casos en el país, configuran un terreno inestable y lleno de incertidumbre en el que los votantes deberán definir si el presidente se queda o no en la Casa Blanca. Ahora, la salud de Trump encabeza la agenda electoral.
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En cuatro días vimos cómo la enfermedad del mandatario dividió las opiniones en el país, tanto así que algunos no creen que el presidente tenga el virus y tampoco confían en los confusos reportes de la Casa Blanca. Incluso, luego de que Trump anunciara que él y la primera dama fueron diagnosticados con COVID-19, surgieron varias dudas entre los estadounidenses: ¿Qué pasa si un presidente muere en plena campaña? ¿Su enfermedad puede afectar la economía del país? La preocupación no es menor, pues esta es la crisis médica presidencial más importante desde que Ronald Reagan recibió un disparo en 1981, solo que esta vez la enfermedad de Trump se exacerbó en toda la Casa Blanca.
Estados Unidos se levantó el 2 de octubre no solo con la noticia de que su mandatario estaba enfermo. Asesores, senadores y personas cercanas al círculo de Trump resultaron positivos por coronavirus, algo que era de esperarse, pues el mandatario asistió a eventos de recaudación de fondos, a programas organizados en la Casa Blanca y hasta al primer debate presidencial donde compartió escenario con el candidato Joe Biden. Tuvo, además, un calendario ajetreado que lo puso en contacto con personas de todo el país, la mayoría de sus encuentros sin tapaboca.
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Kellyanne Conway, exasesora presidencial; Mike Lee, senador republicano por Utah; Thom Tillis, senador republicano por Carolina del Norte; Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, y Kayleigh McEnany, portavoz de la Casa Blanca, son algunas de las personas que, con los días, resultaron positivas por COVID-19. Las cuentas de The New York Times arrojan que al menos 12 personas cercanas a Trump resultaron con el virus. Un dato: por los contagios entre los senadores republicanos, en este momento, el líder del Senado, Mitch McConnell, carece de votos suficientes para confirmar a la jueza Coney Barrett para la Corte Suprema. Si bien la cuarentena de los convalecientes dura dos semanas, dilatar este proceso era lo que Trump quería evitar a toda costa.
En la tarde del viernes Trump fue trasladado por precaución al hospital Walter Reed. Y aquí es cuando el panorama se vuelve aún más confuso. Los reportes divulgados por los médicos del presidente no encajaban con la información presentada por los funcionarios cercanos a Trump, quienes aseguraban que el mandatario estaba peor de lo que señalaban los médicos.
Por un lado, Sean Conley, médico de la Casa Blanca, dio una evaluación optimista sobre el estado de salud del presidente. Sin embargo, pocos minutos después, Mark Meadows, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, presentó un panorama completamente diferente, según informó The New York Times: “Los signos vitales del presidente durante las últimas 24 horas fueron muy preocupantes y las próximas 48 horas serán críticas en términos de su atención”, dijo Meadows, quien agregó que “todavía no estamos en un camino claro hacia una recuperación completa”.
En este punto, y con mensajes cruzados, se empezaron a asomar las posiciones de lo que la enfermedad del mandatario podría significar no solo para las elecciones, sino también para intentar paliar una crisis sanitaria que hasta el momento deja más de 210 mil muertos en Estados Unidos. David Remnic, editor del diario The New Yorker, comentó que el engaño y la ineptitud de Trump para manejar la pandemia “aumenta no solo las posibilidades de brotes letales en innumerables ciudades, sino también las divisiones entre nuestros ciudadanos”.
Posición similar al editorial de The New York Times, que insistió en que la honestidad es fundamental para vencer la pandemia. “Los esfuerzos de la administración para manipular al público alimentan la desconfianza y la frustración (...) La honestidad sobre cómo podemos protegernos a nosotros mismos y a nuestras comunidades es clave para detener la propagación”, señala el editorial.
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Llegó el domingo y pese a que durante el fin de semana circularon diferentes versiones sobre la salud del mandatario de los estadounidenses, Brian Garibaldi confirmó que Donald Trump podría recibir el alta de su convalecencia por COVID-19 si sus síntomas seguían mejorando, con una saturación de oxígeno adecuada y sin fiebre. El mandatario, que siempre se mostró inmune a los efectos del virus, decidió salir a dar una visita sorpresa, desde un vehículo oficial, a los cientos de personas que con pancartas y banderas apoyaron al presidente desde las afueras del hospital Walter Reed.
“¡Trump fue enviado por Dios!”, decían algunos devotos. El lugar estaba lleno de flores, velas y mensajes. Y es que para algunos de sus simpatizantes este puede ser el escenario perfecto para que Trump resulte ganador en las elecciones. “Si regresa a la Casa Blanca y se le considera completamente recuperado, creo que podría ser positivo (...) Esto lo haría más humano y se relacionaría con los siete millones de personas que han contraído el virus”, dijo un republicano cercano al presidente al diario Politico.
Indiscutiblemente la campaña de Trump espera que la nación apoye al presidente enfermo. Sin embargo, las primeras encuestas hechas desde que el mandatario anunció su diagnóstico no mostraron empatía con su convalecencia. En un análisis que realizó The New York Times sobre estos sondeos, el diario informó que los estadounidenses sienten que el presidente no se tomó el coronavirus en serio y que podría haber evitado enfermarse. Incluso, la encuesta de Ipsos y Reuters mostró que Biden subió 10 puntos porcentuales.
Por otro lado, hay unos que dicen que ya las cartas están jugadas y lo que pasó con el mandatario no va a cambiar la percepción de los estadounidenses. Sin embargo, no deja de ser cierto que pese a su diagnóstico, el presidente subestimó a tal punto la pandemia, que este lunes, antes de salir del hospital, dijo en su cuenta de Twitter: “No le tengas miedo al Covid. No dejes que domine tu vida”. Está por verse si su escepticismo generará estragos en su reelección.