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En Brasil, la pelea es voto a voto

La candidata presidencial Marina Silva dejó en libertad a sus electores de votar por quién ellos consideren.

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El Espectador
18 de octubre de 2010 - 07:58 p. m.
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La mujer más importante de Brasil, Marina Silva —la candidata presidencial que el pasado 3 de octubre obtuvo cerca de 20 millones de votos y cuyo apoyo definiría la segunda vuelta del 31 de octubre— dejó en libertad a sus electores de votar por quién ellos consideren. “Los candidatos siguen ignorando nuestra propuesta, que fue apoyada por casi 20 millones de votantes”, dijo Marina.

Así las cosas, la recta final de las elecciones entra en una pelea por el voto a voto. Algunas encuestas, publicadas la semana pasada daban cuenta de un empate técnico entre los candidatos a la Presidencia de Brasil, la oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra. Sin embargo, otros sondeos revelados ayer señalaban que Rousseff tiene el 54% de preferencias, contra 46% de su rival. Es decir, nueve puntos por encima.

En el segundo debate televisado entre los candidatos, Rousseff y Serra mostraron sus nuevas armas para conquistar los votos. “Salieron el aborto y Dios” de la disputa electoral y entraron la corrupción y ataques más selectivos. Rousseff afirmó que Serra privatizará las empresas públicas y el opositor intentó mostrar que ella no tiene el peso de Lula, destacó la columnista de Folha Eliane Cantanhede.

Un desgastante fuego cruzado de denuncias de corrupción —contra el gobierno Lula, del que Rousseff fue la ministra jefa de gabinete hasta marzo, y contra la gobernación de Sao Paulo que Serra dirigía— ocupó la atención de la prensa y las campañas.

La delfina de Lula, que parecía destinada a vencer en el primer turno electoral el 3 de octubre, comenzó a perder votos tras las denuncias de tráfico de influencias que impactaron a la ministra jefa del gobierno que la sustituyó.

Pero lo que más desgastó la imagen de Rousseff fue el éxodo del electorado religioso, temeroso de que despenalice el aborto, un tema tabú en el país con más católicos del mundo y que la oposición supo aprovechar.

Ahora está por demostrarse si Rousseff sigue perdiendo votos, mientras que Lula mantiene una popularidad del 80%.

Por El Espectador

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