“En Venezuela no hay futuro porque no tenemos un presente”: Leopoldo López Gil

El padre del opositor venezolano encarcelado Leopoldo López dice que es imposible hablar con el gobierno de Nicolás Maduro. Asegura que lo único que queda en su país son tristezas.

redacción internacional
09 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
Leopoldo López Gil está seguro de que el gobierno de Iván Duque aumentará la presión sobre Nicolás Maduro. / Gustavo Torrijos
Leopoldo López Gil está seguro de que el gobierno de Iván Duque aumentará la presión sobre Nicolás Maduro. / Gustavo Torrijos

Leopoldo López Gil tuvo que salir de Venezuela hace cuatro años. Vive en Madrid (España) y desde allí sigue luchando por la libertad de su hijo, el dirigente opositor Leopoldo López, condenado en 2015 a 13 años de prisión. En diálogo con este diario dibuja un panorama terrible de lo que pasa en Venezuela.

“No he recibido una sola noticia buena en estos años, salvo el nacimiento de mi nieta. Mi país sufre apagones, escasez, las calles parecen haber sido escenario de una guerra, la gente abandona los carros porque no tiene con qué comprar los repuestos, el desempleo crece, no hay plata. Es un drama vivir allá. La realidad es una cosa indescriptible”.

¿Qué expectativas tienen del nuevo gobierno colombiano?

Creo que el compromiso del presidente Iván Duque ha sido bastante claro desde su campaña. Él se ha comprometido a llevar adelante una bandera como campeón de las libertades, la justicia y la democracia. En el caso específico de Venezuela, va a exigir formalmente el cumplimiento de las obligaciones del gobierno venezolano de compromisos internacionales.

¿Y frente a la crisis migratoria?

Con respecto al tratamiento humanitario ha sido extraordinaria su preocupación. El presidente Duque ha visto las condiciones lamentables en las que llegan los venezolanos. Hemos perdido cerca del 10 % de la población en los últimos cinco años, una verdadera crisis, y lo más triste es que estamos perdiendo gente formada, profesional, a la que durante años Venezuela le dedicó esfuerzos. En los años 90 llegaron a vivir cerca de 2 millones de colombianos a Venezuela, ellos tuvieron hijos que se formaron en el país; muchas de estas personas están regresando por el tema de la inseguridad personal y económica.

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¿Cuál es el perfil del migrante que está saliendo de Venezuela?

Si hay alguna característica que uno puede buscar en un inmigrante es que es gente aspiracional, gente que busca algo mejor. Van a trabajar, a sacrificarse, a luchar. En Venezuela no hay futuro porque no tenemos un presente.

¿Cuál es el balance que hace del gobierno de Juan Manuel Santos?

El proceso del presidente Santos con Venezuela pasó por muchas fases. El análisis hay que hacerlo en paralelo con las negociaciones de paz. Uno entiende que su prioridad era llegar a un acuerdo de paz y para eso tenía que minimizar las diferencias con Venezuela. No es un secreto que esos guerrilleros y otros han tenido un santuario en nuestro país. No es un secreto que el expresidente Uribe lo señaló hasta el cansancio y no se hizo nada al respecto. Una vez lograda la paz vimos un cambio en el tratamiento de la política frente al gobierno de Venezuela, y últimamente no sólo se manifestó claramente el rechazo al gobierno de Maduro sino un apoyo a la migración venezolana. En una balanza, hay que ser justo, tengo que reconocer que hizo lo correcto. No se merece gratitud por hacer lo que debía, pero sí un reconocimiento.

¿Qué piensa del intento de asesinato que sufrió el sábado el presidente Nicolás Maduro?

Mucho cuento ese. No creo que haya sido una cosa en serio. Si eso fue un atentado, pareciera más bien que fue una pantomima y que tenían un discurso preparado. En cuestión de una hora ya se salió a decir que era un magnicidio dirigido desde Bogotá con financiamiento de Washington. Bueno, ni Supermán vuela tan rápido.

Maduro liberó a 39 presos políticos recientemente. ¿Por qué cree que su hijo no estuvo en la lista?

Eso no es así. Se liberaron algunos presos políticos, pero era como una puerta giratoria: mientras unos salían entraban otros. Hay cerca de 300 presos políticos en Venezuela. El Gobierno hace la diferencia entre presos políticos y políticos presos, pero liberó a un montón de personas que estaban detenidas por delitos comunes. El Gobierno ha sido un manipulador con este tema.

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¿Cuál es la situación de su hijo?

Sigue en arresto domiciliario, muy, muy aislado, a tal punto que no han dejado ingresar a sus abogados para visitarlo como corresponde legalmente. No ha sido admitida la petición de revisión de la causa ante el Tribunal Supremo, es decir, para el Gobierno, Leopoldo no ha existido en esas negociaciones de presos políticos.

¿Qué recursos le quedan?

Hemos recurrido a todo a nivel internacional y se ha ganado en todo: Naciones Unidas, Unión Europea, Alto Comisionado para los Derechos Humanos, la Comisión contra la Tortura, OEA... Hasta el papa se ha pronunciado. Pero no le hacen caso a nadie. No se puede hablar con ellos.

¿Qué le pasó a la oposición venezolana?

No es fácil organizar a cerca de 17 organizaciones políticas, en donde hay diversidad de opiniones, unos que piensan que la ruta debe ser una vía más civilizada y otros que creen que no. Cada vez que toco el tema de la desunión de la oposición hablo de lo que logramos en diciembre de 2015, cuando se ganó la Asamblea Nacional. El Gobierno ha hecho lo propio para evitar que eso se repita otra vez: eliminó el liderazgo de primera línea, lo tiene preso o en el exilio. La gente que podría amalgamar a la oposición está impedida de comunicarse entre sí.

La Asamblea Constituyente sigue dictando las normas en el país, mientras la Asamblea Nacional es ignorada.

En esto juega un papel muy importante la comunidad internacional, que no ha reconocido la autoridad de la Asamblea Constituyente. ¡No hay ningún país en el mundo que tenga dos asambleas! Ningún país puede trabajar así, los bolivarianos deben darse cuenta de que esta no es la ruta más saludable para ellos. Así no vamos a lograr salir de abajo.

¿Hay alguna salida para Venezuela?

Lo más triste es que Venezuela sigue siendo el país rico que siempre fue, a pesar de la quiebra en la que está. Sólo en el tema colombiano, de enero a mayo de este año, ha significado US$300 millones en comercio lícito. Entiendo que un 2 % más que el año pasado. No hay que olvidar que Venezuela fue el segundo socio comercial de Colombia hasta que llegó el chavismo.

Las proyecciones económicas pintan un panorama terrible...

Claro, el país está sometido a algo que nadie puede entender: cuando uno habla de una inflación del millón por ciento, según el FMI, es terrible. No hay dinero, no hay billetes en circulación. La gasolina es un regalo en Venezuela, pero se dieron cuenta de eso y entonces decidieron crear dos tipos de ciudadanos: los que van a recibir la gasolina casi regalada a través del Carné de la Patria y los que van a tener que pagar el precio internacional. No se requiere ser un doctor en filosofía para entender que esto lo único que traerá es más corrupción.

Mañana hay una nueva protesta por la escasez de medicinas. ¿Qué es lo que pasa con los medicamentos en Venezuela?

Cuando uno estaba fuera del país solían pedirle medicinas para tratamientos. No, ahora piden pastas para el dolor de cabeza porque no hay. Venezuela está condenada a morir de dolor. Además, en las universidades no hay estudiantes o no hay profesores. ¡Se han ido! Las familias prefieren llevarse a los niños porque hay mucha inseguridad, hay secuestros exprés. En los años 70 teníamos más Ph.D. del continente; ya no hay nada, sólo tristezas.

La industria petrolera también está en crisis...

Colombia se aprovechó, en buen sentido, de que había un recurso humano formado en Venezuela y lo puso a trabajar acá. Hoy el país tiene más petróleo que hace 20 años. Un milagro del chavismo. Esa es la tragedia de país.

Trump contempló una intervención militar en Venezuela. ¿Qué piensa de eso?

Pienso que las guerras en América Latina debieron acabarse en el siglo XIX. No hay que empezar una guerra para resolver un problema de civilización. No se trata de matar gente sino de conservar la vida.

¿Qué va a pasar con su país entonces?

Tiene que pasar algo, porque eso es insostenible.

Por redacción internacional

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