Ya es un patrón familiar y humillante. Los líderes europeos lisonjean, argumentan y ruegan intentando convencer al presidente Donald Trump de que cambie de parecer respecto de un asunto esencial para la alianza trasatlántica. Trump parece disfrutar el espectáculo: los deja colgados antes de decidir no escucharlos.
En vez de ceder, exige sumisión, y al parecer se inclina a provocar divisiones con aliados poderosos e importantes; rupturas que a China, Irán y Rusia les gustaría aprovechar.
Ese es el caso de los esfuerzos para preservar el acuerdo nuclear de 2015 con Irán. Tanto el presidente francés Emmanuel Macron como la canciller alemana Angela Merkel hicieron la peregrinación a Washington para instar a Trump a que no eliminara el acuerdo. Su fracaso es similar a lo que sucedió con el Acuerdo de París, y a lo que está pasando ahora con las sanciones unilaterales impuestas a las importaciones de acero y aluminio, así como a la decisión de Trump de mudar la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén.
Con cada ruptura, se hace más claro que las relaciones trasatlánticas están en problemas y que las opciones no son buenas para los aliados europeos más cercanos de Estados Unidos.
Sin importar cuán enojados y humillados estén, esos aliados todavía no parecen listos para confrontar a Trump, pues prefieren creer que él y sus asesores pueden ser influenciados con el tiempo. Eso nos recuerda lo que Samuel Johnson dijo sobre los segundos matrimonios: son un triunfo de la esperanza por encima de la experiencia.
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Sin embargo, hay señales de que la paciencia se está agotando y de que muchos están buscando soluciones mientras Trump, en nombre de “Estados Unidos primero”, crea un vacío de liderazgo trasatlántico que los europeos hasta ahora parecen incapaces o renuentes a llenar.
“Los aliados en efecto están cansados de esto, pero no parecen tener alternativa”, dijo Jeremy Shapiro, un exfuncionario de carrera del Departamento de Estado que ahora está en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
“Los europeos se dedican a recorrer un camino en el que intentan complacer al presidente, no porque crean en él, sino por la esperanza de que puedan convencerlo”, agregó. “Y lo hacen en ese nivel de humillación porque no tienen alternativa”.
Por lo menos por ahora. Después de su declaración el martes de que lamentan la respuesta de Trump y prometen trabajar con Irán para preservar el acuerdo, los ministros de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Francia y Alemania se reunirán el lunes con funcionarios iraníes “para considerar toda la situación”, dijo el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian.
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Macron ya habló por teléfono el miércoles con su contraparte iraní. Después, el Palacio del Elíseo emitió un comunicado en el que se mencionó que era “la voluntad de Francia seguir respetando el acuerdo nuclear de Irán en todos sus aspectos”, con lo que potencialmente aumentaron las divisiones con el gobierno de Trump.
“Señaló la necesidad de que Irán haga lo mismo”, agregaron en el comunicado.
Sin embargo, la verdadera pregunta para los europeos, dijo Shapiro, “no es si se apegarán al acuerdo, sino si se enfrentarán al esfuerzo estadounidense de acabar con él y tomarán medidas activas para proteger a los bancos y empresas que comercian en Irán. Esa sería una postura muy agresiva”, dijo, “y no está claro si las empresas de verdad quieren eso”.
Aunque algunos creen que deberían redoblar los esfuerzos de lo que se ha convertido en un patrón —seguir hablando con Trump y sus asesores con la esperanza de convencerlos de la necesidad de la solidaridad trasatlántica—, otros ya han tenido suficiente.
Cada vez hay más voces divisorias dentro de la Unión Europea. Reflexionando sobre el entorno actual, Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, la burocracia del bloque, dijo que bajo el mando de Trump, Estados Unidos está dando la espalda a las relaciones multilaterales y la cooperación amistosa “con una ferocidad que nos resulta sorprendente”.
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Le dijo al Parlamento regional flamenco de Bélgica que Washington “ya no quiere cooperar con otras partes del mundo”, de acuerdo con The Associated Press. “Llegado este momento, debemos remplazar a Estados Unidos, que es un actor internacional que ha perdido vigor y, debido a eso, influencia a largo plazo”, comentó.
En el Reino Unido, Emily Thornberry, la portavoz en materia de relaciones exteriores del Partido del Trabajo, dijo el martes que era hora de que los europeos detengan “esta indulgencia larga e innecesaria para con Donald Trump”.
Nathalie Tocci, una asesora sénior de la Unión Europea, dijo que el acuerdo de Irán era una causa perdida, porque “Trump y Europa tienen objetivos fundamentalmente distintos”.
Dijo que Trump “no está interesado en mantener un acuerdo de no proliferación nuclear, sino en un cambio de régimen en Irán… tan sencillo como eso”.
“Debemos dejar de ser cobardes”, agregó.
En cuanto a temas como el clima y el comercio, la ley internacional y la importancia de instituciones multilaterales como las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, la separación con el gobierno de Trump es real, dijo Tocci, directora del Instituto Italiano de Relaciones Exteriores y una asesora cercana de la directora de políticas extranjeras de la UE, Federica Mogherini.
“¿No podemos defender nuestros propios intereses?”, preguntó Tocci. “Hay algo tan fundamental en juego como el vínculo trasatlántico, porque Europa no puede existir en un espacio no multilateral”, un mundo de nacionalismos y proteccionismos contrapuestos.
“¿Acaso no es más pertinente separarse temporalmente del gobierno de Trump?”. Después de todo, señaló, algo similar sucedió en 2003 cuando Estados Unidos invadió Irak, y las relaciones se repararon cuando llegó un nuevo presidente.
Ivo H. Daalder, un exembajador estadounidense ante la OTAN, cree que esa separación es inevitable. “En algún momento, después de haber ejercido presión contra los europeos respecto a la OTAN, París, el cambio de la embajada en Jerusalén, el comercio y ahora Irán, los europeos llegarán a la conclusión de que están mejor siguiendo su propio camino”, dijo. “Y ese punto se está acercando a gran velocidad”.
The New York Times
2018