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El próximo presidente de Chile, Gabriel Boric, vivirá en una casona sobre la calle de “Huérfanos”, entre las calles de “Libertad y Esperanza”. Estas célebres calles del barrio patrimonial Yungay, de pasado glorioso y presente oxidado en el centro de Santiago, son reflejo de una sociedad dividida por la desigualdad.
La casa donde vivirá Boric cuenta con 500 metros cuadrados que los compartirá con su novia y próxima primera dama, Irina Karamanos. Anteriormente, este lugar fue un hostal, un centro médico y una pizzería cuyo nombre en un cartel de la fachada ningún vecino parece dispuesto a descolgar: Sensato.
Las referencias para dar con la nueva casa presidencial están cargadas de simbolismos para los cambios que afronta Chile de la mano de un mandatario milenial, quien a sus 36 años asume el desafío de un gobierno que quiere implantar varias reformas gubernamentales para una población que pidió a gritos un nuevo pacto social.
Para Felipe Fuentes, un vendedor ambulante, quien será vecino del presidente, este “es un barrio popular, con gente que se dedica a tatuar, gente son músicos, gente que vende en la calle. Hay extranjeros, chilenos, venezolanos, colombianos. O sea, se vive la realidad de cómo está el país hoy en día”. Además, añade que se encuentra “expectante e ilusionado” por ser vecino de Boric.
Pese a que Fuentes votó por Boric, como la mayoría del vecindario, ahora ven con recelo el reciente arribo de policías que vigilarán el barrio que se encuentra lleno de murales y grafitis.
Fundado en 1839, Yungay fue el primer barrio de Chile, también el más esplendoroso, donde se asentó la incipiente burguesía que fundó la república. No obstante, tiempo después sus descendientes emigraron en el siglo XX hacia los “barrios altos” al este de Santiago.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX llegaron algunos franceses para ir a trabajar a los campos. De ahí nacieron locales pintorescos como La Peluquería Francesa, que abrió hace 154 años y colinda con un restaurante.
“Hay muchos rincones de Yungay que expresan de alguna manera que no están desconectados de los fenómenos sociales que están pasando ahora, pero lo grafican a través del arte callejero”, afirma el barbero Juan Ángel Ibáñez, de 67 años, en un local de época, particularmente cuidado en comparación con otras cuadras que exponen décadas de abandono.
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Lejos de los ricos
Chile es reconocido por ser un país de grandes desigualdades, algo que la bonanza económica de los últimos 30 años profundizó y conllevó a que los chilenos expresaran toda su ira en las manifestaciones de octubre de 2019.
“El Boris”, como es llamado popularmente el nuevo presidente izquierdista, decidió dejar un apartamento austero en otro histórico barrio central de Santiago, Bellas Artes para mudarse a esta casa. Puesto que su antigua vivienda no cumplía con los requerimientos mínimos de seguridad.
Tras su asunción al poder el 11 de marzo, Boric seguirá viviendo “de Plaza Italia para abajo”. Dicha plaza, que fue un epicentro de la protesta, es reconocida como el límite que existen entre los ciudadanos con privilegios, quienes viven “arriba” y los ciudadanos de a pie que habitan en el barrio.
Su nuevo barrio tiene características bohemias e identidad, pero entre sus calles de adoquines, con huellas de un antiguo tren, también se percibe la mixtura social que sobrevive ante la falta de políticas hacia comunidades marginadas.
Entre las quejas de los vecinos están la mala conexión a internet, la delincuencia nocturna y los pocos espacios verdes para las escuelas cercanas.
La nueva vivienda de Boric estará a 10 minutos en auto, 30 minutos caminando y dos o tres estaciones de metro del palacio presidencial de La Moneda, pero lejos de las comunas ricas en las que habitaron la mayoría de sus predecesores.
“No sé si Yungay en sí mismo refleja Chile, pero la elección del barrio Yungay por parte de Boric sí envía mensajes muy claros, como desde luego darle un poco la espalda al arribismo, a la idea de que había que vivir en las zonas más lujosas y más seguras de Santiago”, explica a la AFP el arquitecto Sebastián Gray, director del centro de estudios Espacio Público.
La pareja presidencial vivirá en una zona que “además de todos sus enormes atributos arquitectónicos y urbanísticos, es hoy un crisol de diversidad social. En ese sentido, las señales que envían esta pareja son estar más cerca de la realidad del país”, indicó Gray.
Varias de las casonas de esta localidad se alquilan por habitaciones a familias de inmigrantes caribeños y sudamericanos. Aunque cada tanto son noticia por presentar incendios, causados por la falta de mantenimiento o hacinamiento. Además de estar ubicadas en una zona de riesgo sísmico, ya que sus estructuras están maltrechas.
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Yungay fue la primera comunidad en Chile en organizarse para proteger el patrimonio ante el avance voraz de las inmobiliarias que, con el auge de las décadas de 1990 y 2000, barrieron con otras zonas históricas.
“Yo creo que con este vecino de presidente se podrán solucionar problemitas del barrio”, afirma una vecina, Gladys Oropeza, quien tiene 40 años y es auxiliar de enfermería.
La ilusión del barrio es que esta mudanza mejore las condiciones de vida más allá de las calles Libertad y Esperanza y que Chile rescate el valor de la vida en comunidad.
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