El presidente estadounidense, Donald Trump, vuelve a mover sus fichas por América Latina en un momento de gran convulsión interna y externa para su país. Por un lado, el secretario de Estado, Marco Rubio, inició el miércoles una gira por Jamaica, Guyana y Surinam. En paralelo, la secretaria de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, viajó a El Salvador y este jueves estará en Colombia, antes de partir a México, donde terminará su paso por la región.
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El primero, Rubio, lleva una agenda enfocada en energía y mercado, con miras a desarticular la influencia regional de Venezuela y China en estos países. La segunda, por otro lado, tiene una misión diferente, enfocada en seguridad y migración, aunque esta última materia ha opacado en titulares a la primera debido a los múltiples escándalos que envuelven a Noem frente a los migrantes.
Noem, quien visitará la región por primera vez como secretaria de Seguridad Nacional, es reconocida por su discurso antimigrantes, y otras cuantas polémicas declaraciones. Además de asegurar que tuvo una reunión con el líder norcoreano Kim Jong- un, que nunca pudo ser confirmada, y de confesar que mató a su perro, Cricket, la exgobernadora de Dakota del Sur es recordada por sus visiones y políticas radicales frente a la migración.
Durante su paso por la gobernación de Dakota del Sur, Noem se ofreció a llevar personalmente alambres de púas a su colega de Texas, el gobernador Greg Abbott, para que estableciera una “zona de guerra” en la frontera sur y evitara el paso de personas. “Estados Unidos está en tiempos de una invasión”, dijo en 2021. También respaldó en el pasado la prohibición de viajes de Trump a países musulmanes y, recientemente, ya en su cargo actual, aseguró que “cazaría migrantes”, si estos llegaban a su país a violar la ley. Todo esto ha provocado que sea bautizada como la “cazamigrantes” de Trump y que por ello el foco de su visita esté sobre esta materia.
Desde que Noem tomó las riendas del DHS, el gobierno ha llevado las medidas de deportación “mucho más lejos” de lo que permite la ley, según determinó el juez James Boasberg citando el caso de la Ley de Enemigos Extranjeros para deportar a decenas de migrantes venezolanos sin darles la oportunidad de impugnar la decisión. Además de esto, se han desmantelado al menos tres de las agencias de control dentro del DHS que deberían supervisar la ofensiva migratoria del gobierno. Y ahora se ha abierto otro frente de batalla, al perseguir a inmigrantes regulares con tácticas que la Casa Blanca denomina “investigación reforzada” para expulsarlos también del país.
De hecho, la primera parada de Noem en El Salvador estuvo enmarcada en el ámbito migratorio. La secretaria de Seguridad Nacional visitó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel inaugurada en 2023 por el presidente salvadoreño Nayib Bukele para albergar a pandilleros a la que fueron a dar 238 venezolanos expulsados por Estados Unidos bajo la polémica Ley de Enemigos Extranjeros. Este es un caso que todavía está bajo estudio de las autoridades, pues el gobierno habría violado el embargo judicial que impuso el juez Boasberg al autorizar el despegue del avión, pese a que el magistrado había bloqueado el uso de esta ley.
En Colombia, Noem también abordará asuntos migratorios con la canciller Laura Sarabia, enfocándose en la burocracia sobre los vuelos de deportación con colombianos, un asunto que marcó el peor momento en las relaciones bilaterales entre Washington y Bogotá en los últimos años, luego de que a finales de enero el presidente colombiano, Gustavo Petro, bloqueó la llegada de dos aviones con migrantes colombianos que estaban siendo repatriados.
Desde el impasse entre Trump y Petro, quien terminó aceptando la deportación de colombianos con aviones nacionales, unos 1.500 colombianos han sido retornados a Colombia. Aunque es una cifra alta si la comparamos con su primer período de gobierno, los números de deportaciones de colombianos por parte de Trump todavía no son tan impactantes como las de su antecesor, Joe Biden. En los primeros cuatro años del gobierno del republicano, unos 3.788 colombianos fueron deportados.
Esto quiere decir que Trump ya ha deportado en dos meses el equivalente a la mitad de personas que deportó en todo su primer mandato. Sin embargo, la tendencia no se acerca a los 14.199 migrantes deportados que Biden deportó solo en 2024, con envíos de seis a siete aviones semanales. Durante todo su gobierno, Biden deportó unos 29.860 colombianos, siendo su último año el más crucial en su política de repatriaciones. Para el período del 18 de noviembre al 19 de enero, Biden envió 20 vuelos de deportación a Colombia. En el período del 20 de enero (posesión presidencial) al 19 de marzo, Trump ha enviado 16 vuelos.
De hecho, aunque la administración intenta vender la idea de que su política deportaciones es un éxito, hasta ahora las cifras demuestran lo contrario. A pesar de todas las medidas tomadas y los esfuerzos intensificados, cruzando el límite de lo legal, el ritmo de deportaciones bajo la administración Trump se queda todavía corto frente a lo que estaba haciendo Biden.
Según una revisión de The New York Times, Estados Unidos ha registrado unos 258 vuelos de deportación en lo que va de este gobierno, una cifra semejante a la que se veía desde noviembre de 2024, cuando todavía gobernaba Biden. ¿Qué sí cambió? El costo. Según una investigación del mismo medio estadounidense, bajo el gobierno Trump se usaron aviones militares en unas 31 ocasiones para este servicio, cuya operación es mucho más costosa que la de los vuelos alquilados que suele utilizar el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE).
Estas fotografías de datos no son exactas, pues el gobierno estadounidense no ha publicado los datos sobre a quiénes deporta y eso ha hecho más difícil el seguimiento de las estadísticas. La radiografía de lo que ha ocurrido se ha logrado a través de la recopilación de los datos de vuelos, pero hay que tener en cuenta que también hay migrantes devueltos por tierra a México, por lo que las cifras podrían aumentar, aunque no significativamente.
Es posible que Noem insista con su visita en la última apuesta del gobierno Trump: la “autodeportación”, un discurso que alienta a los migrantes en situación irregular a abandonar Estados Unidos por su cuenta. El DHS lanzó este mes una aplicación móvil, CBP Home, que desde este lunes cuenta con una nueva función: la “salida verificada”, explicó en rueda de prensa Tricia McLaughlin, subsecretaria del DHS.
“Ofrecemos a los extranjeros que elijan la autodeportación la capacidad de notificar al gobierno de Estados Unidos sobre su salida (…) dándoles la posibilidad de proporcionar datos biográficos de sus pasaportes u otros documentos de viaje, imágenes faciales y geolocalización para demostrar que han salido”, afirmó McLaughlin.
También, como lo mostró con su visita a la cárcel de Bukele, enviará un mensaje sólido contra los migrantes. Un día antes de partir a Latinoamérica, Noem dijo en el programa Face The Nation de CBS que utilizará “todas y cada una” de las “amplias” facultades como secretaria del DHS para seguir la agenda migratoria de Trump.
Pero también, como apuntó el exdiplomático colombiano y exviceministro de Defensa Jorge Mario Eastman, hay que tener en cuenta que la visita de Noem no solo se enmarca en el cuadro migratorio. La funcionaria estadounidense tiene programada una reunión con el Ministerio de Defensa, y en esta hablar de “una idea de una Fuerza Interagencial Conjunta contra el Terrorismo sería clave”, dice Eastman. En México, a donde se dirigirá Noem el viernes, esta parece ser la prioridad también, según adelantó la presidenta de ese país, Claudia Sheinbaum.
“Creo que la crisis con EE. UU. es también una oportunidad. Nosotros hemos perdido el control de cerca de 500 municipios del país que son controlados por el multicrimen, y ese control es sobre la población, la economía, la política. Es dramática la situación de seguridad en todo el país, pero en esos territorios gobierna la criminalidad. ¿Qué podemos hacer? Esa multicriminalidad en cualquiera de sus modalidades afecta la seguridad de EE. UU. y la región. Hoy en día la criminalidad venezolana, mexicana y colombiana tiene redes en toda la región. Hay una oportunidad de trabajar juntos con EE. UU. Esa es la idea de una Fuerza Interagencial y Multinacional”, señala Eastman.
Cristhian Krüger, exdirector de Migración Colombia, añade que “hay que recordar que la migración y la seguridad van de la mano, no van aislados. Por eso, hoy en día tiene más atención la migración que algunos fenómenos delincuenciales”, y por eso se puede esperar que los asuntos de seguridad tengan también una gran relevancia en la visita. El exfuncionario añade que también se pueden abordar cómo se harán los trámites para la expulsión de personas desde Estados Unidos, un tema que, asegura, será delicado.
“El tema no es sencillo por muchos factores. Ningún país puede negarse a recibir a sus nacionales porque es un asunto de derechos humanos. Ya otra cosa es el tema del transporte de estas personas, que se podría llegar a negociar, pero también hay unos principios rectores en materia aérea como la seguridad de la tripulación, del vuelo y de los pasajeros. Eso también prima en cualquier deportación”, señala Krüger, y agrega que en la mesa del jueves también podría estar la descertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico, la cual tendría varias implicaciones para el país.
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