¿La CIA en Moscú?
Ryan C. Fogle, funcionario de la embajada de Washington en Moscú, fue expulsado de Rusia por, supuestamente, intentar comprar a un agente local.
Redacción Internacional
No obstante, de acuerdo con la versión entregada por el gobierno ruso, el anuncio de colaboración no fue suficiente para Estados Unidos. Las autoridades rusas detuvieron al estadounidense Ryan C. Fogle , identificado como el tercer secretario de la embajada en Moscú, por estar, aparentemente, adelantando labores de espionaje en su suelo.
Según las acusaciones, el presunto espía norteamericano fue descubierto cuando intentó comprar los servicios de uno de los especialistas del Servicio Federal de Seguridad (FSB), con una amplia experiencia en “la lucha contra el terrorismo en el Cáucaso Norte”, como se ha informado de manera oficial.
La captura de Fogle fue grabada y en el video se ve cómo los agentes rusos encontraron en poder del aparente espía de la CIA -eso dice el Kremlin- una serie de pelucas, gafas oscuras especiales y un cuchillo. También hallaron un texto en el que se ofrece el pago para el agente ruso que contempla la cifra del millón de dólares con un adelanto de US$ 100.000.
El ministerio de Exteriores de Rusia declaró a Ryan C. Fogle como persona no grata y lo expulsó de su territorio. Del mismo modo convocó al embajador estadounidense en Moscú, Michael MacFaul a conversar sobre el asunto. La representación diplomática de Washington se abstuvo de entregar comentarios al respecto, a pesar de la dureza del gobierno ruso, que en un comunicado declaró: "En momentos en que nuestros presidentes declararon su voluntad de cooperar a través de los servicios especiales en la lucha contra el terrorismo, tales actos provocadores, con el espíritu de la guerra fría, no contribuyen a reforzar la confianza mutua".
De la colaboración irrestricta a la tensión diplomática, este parece ser el resumen de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en las últimas semanas, después de los atentados de mediados de abril en la maratón de Boston, que dejaron tres muertos y 180 heridos. El origen de los presuntos autores, Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, provenientes del Cáucaso Norte, estrechó la alianza entre Washigton y Moscú en materia antiterrorista, con voces y mensajes que apuntaban a la ayuda para resolver los eventuales nexos que conectaran a los hermanos con algún movimiento independentista en Rusia.
No obstante, de acuerdo con la versión entregada por el gobierno ruso, el anuncio de colaboración no fue suficiente para Estados Unidos. Las autoridades rusas detuvieron al estadounidense Ryan C. Fogle , identificado como el tercer secretario de la embajada en Moscú, por estar, aparentemente, adelantando labores de espionaje en su suelo.
Según las acusaciones, el presunto espía norteamericano fue descubierto cuando intentó comprar los servicios de uno de los especialistas del Servicio Federal de Seguridad (FSB), con una amplia experiencia en “la lucha contra el terrorismo en el Cáucaso Norte”, como se ha informado de manera oficial.
La captura de Fogle fue grabada y en el video se ve cómo los agentes rusos encontraron en poder del aparente espía de la CIA -eso dice el Kremlin- una serie de pelucas, gafas oscuras especiales y un cuchillo. También hallaron un texto en el que se ofrece el pago para el agente ruso que contempla la cifra del millón de dólares con un adelanto de US$ 100.000.
El ministerio de Exteriores de Rusia declaró a Ryan C. Fogle como persona no grata y lo expulsó de su territorio. Del mismo modo convocó al embajador estadounidense en Moscú, Michael MacFaul a conversar sobre el asunto. La representación diplomática de Washington se abstuvo de entregar comentarios al respecto, a pesar de la dureza del gobierno ruso, que en un comunicado declaró: "En momentos en que nuestros presidentes declararon su voluntad de cooperar a través de los servicios especiales en la lucha contra el terrorismo, tales actos provocadores, con el espíritu de la guerra fría, no contribuyen a reforzar la confianza mutua".
De la colaboración irrestricta a la tensión diplomática, este parece ser el resumen de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en las últimas semanas, después de los atentados de mediados de abril en la maratón de Boston, que dejaron tres muertos y 180 heridos. El origen de los presuntos autores, Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, provenientes del Cáucaso Norte, estrechó la alianza entre Washigton y Moscú en materia antiterrorista, con voces y mensajes que apuntaban a la ayuda para resolver los eventuales nexos que conectaran a los hermanos con algún movimiento independentista en Rusia.