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La enredada salida de Martinelli a Nicaragua, “paraíso de impunidad” de políticos

El expresidente tenía planeado partir hacia Managua desde el lunes, pero una orden de captura de Interpol puso a Panamá a dar explicaciones y prolongar un salvoconducto que le permitía dejar el país a pesar de estar condenado por malversación de fondos.

Hugo Santiago Caro

01 de abril de 2025 - 07:00 p. m.
El expresidente panameño Ricardo Martinelli.
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“No comprendemos por qué las autoridades panameñas han otorgado salvoconducto y, casi inmediatamente, han emitido una solicitud de Alerta Roja por acciones criminales a Interpol. Esta conducta contradictoria parece una trampa legal que pretende complicidades y deslealtades”. Así dilató la copresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, el arribo del expresidente panameño Ricardo Martinelli a Managua como asilado político.

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Es una novela que lleva más de un año en proceso, desde que Martinelli fue hallado culpable en noviembre de 2023 por la justicia panameña de malversar fondos públicos para comprar un medio de comunicación. Para ese entonces, aspiraba a volver al poder en Panamá, apoyado en una amplia base de votantes que aún creen en el empresario. Tan grande es esa base que, cuando no pudo presentarse a las elecciones de mayo de 2024, impulsó a su delfín, José Raúl Mulino, hoy presidente. Mientras tanto, Martinelli se refugió en la embajada nicaragüense y allí lleva más de un año.

¿Por qué Martinelli escogió Nicaragua?

“Nicaragua es atractiva para tiranos, para dictadores, para delincuentes, para personas que tienen problemas con la ley, y lo ha hecho al más alto nivel. Estamos hablando de figurar, en este momento, en la talla de expresidentes, sobre todo, que hacen de Nicaragua su casa en todos los sentidos. Inmediatamente, el régimen, apenas llegan, en cuestión de semanas, les otorga la ciudadanía, violando, además, los procedimientos internos que hay para el otorgamiento de la ciudadanía”, explica Juan Carlos Arce, abogado y defensor de derechos humanos nicaragüense.

No es solo una opinión. Dos presidentes salvadoreños señalados por corrupción terminaron huyendo hacia Panamá en los últimos 10 años y ambos han recibido la nacionalidad al llegar como asilados: Mauricio Funes, acusado de robar 351 millones de dólares y de pago de sobornos (falleció en Managua en enero), y Salvador Sánchez Cerén, acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Son los dos presidentes que antecedieron a Nayib Bukele.

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También han recibido a funcionarios de menor rango de otros países de Centroamérica, como Honduras y Guatemala. En concreto, según el portal albertonews, para 2023 eran más de 130 nacionalidades entregadas a políticos y personas en problemas con la ley que llegan como asiladas a Managua. “Es un país que es un paraíso de la impunidad, lo cual es atractivo en el mundo en el que vivimos”, resume Arce.

El defensor también plantea la figura de Martinelli como una moneda de cambio que pueda utilizar el gobierno Murillo-Ortega en la región, haciendo alusión a un pragmatismo marcado en todas estas decisiones. De hecho, en el comunicado que leyó el lunes, Murillo mencionó la falta de apoyo y, más concretamente, el bloqueo de Panamá a la “participación de Nicaragua en la Secretaría General del Sistema de Integración Centroamericana (SICA)”.

Es decir, aunque no rechazaron la entrada de Martinelli, sí le recordaron al gobierno de Mulino que tiene algo que ellos necesitan. Por la disputa de ese asiento en el SICA, Managua ha llegado a tener roces diplomáticos con otros gobiernos, como el de Costa Rica. Este interés de integrarse en la región contrasta con el aislamiento internacional del régimen Murillo-Ortega, en tanto se agudiza lo autoritario de su régimen con medidas como la expatriación y expulsión de más de 200 presos políticos a inicios de 2023.

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Para Miguel Gomis, analista y docente de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana, sirve también para dar un mensaje a Estados Unidos y cuestionar la verdadera influencia que tiene en Centroamérica. “Es afirmarse en su autonomía frente a expresiones geopolíticas de Estados Unidos y otros componentes. Eso permite también, hasta cierto punto, mostrar que, en el fondo, Estados Unidos no es un poder tan dominante como lo era en Centroamérica y que sí es posible ir en contra de esa visión dominante”, analiza.

Ahora, en este punto, vale la pena recalcar la especial atención que ha tenido la Casa Blanca en Panamá desde el regreso de Trump, manifestando una clara intención de control sobre el Canal; fue incluso uno de los primeros destinos de Marco Rubio como secretario de Estado. Sin embargo, para el docente, es poco probable que, más allá de Rusia, otro agente internacional pueda ejercer algún tipo de influencia sobre el régimen de Managua. “Apoyar al gobierno nicaragüense hoy día, en términos del escenario político internacional, es muy delicado y costoso”, complementa.

Gomis menciona también una posibilidad remota: que mantener relaciones diplomáticas y negociaciones con otros países le pueda servir (a Murillo y Ortega) para tener una vía de escape y exiliarse en caso de una caída del régimen, algo como lo que hizo el exdictador sirio Bashar al-Asad, hoy exiliado en Rusia. Sin embargo, de nuevo, Gomis lo ve poco posible, ya que depende de que estas personas puedan tener “capacidad de influenciar gobiernos próximos”.

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¿Por qué Nicaragua pidió explicaciones?

Sánchez Cerén, el expresidente salvadoreño, tuvo sobre sí una orden de captura de Interpol y, sin embargo, Managua lo recibió. Entonces, ¿por qué frenaron temporalmente la llegada de Martinelli? Murillo habló de una “trampa legal” en su comunicado y, más que la legalidad y convenios internacionales, para Gomis, es la teoría que más tiene sentido.

“Sospechan que el periodo que se le ha ofrecido a Martinelli podría ser utilizado para, en realidad, capturarlo. Básicamente, es como dejarle creer a Martinelli que puede irse y, en el fondo, aprovechar esa oportunidad como una especie de trampa para poder capturarlo”, afirma.

De momento, Panamá dijo que la orden de Interpol, solicitada por la misma jueza que lleva el caso contra Martinelli por una eventual implicación en el escándalo de Odebrecht, no era válida ni truncaba el salvoconducto dado por Mulino, el mismo que vence el jueves. Es una carrera contra el tiempo que dejará más preguntas, como si Martinelli definitivamente se quedará en Nicaragua o buscará, de alguna forma, volver con la intercesión del gobierno de su delfín.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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