Mientras los focos de la Casa Blanca se posaban esta semana sobre los líderes europeos, que llegaron hasta Washington para discutir todo lo relacionado en la última semana con la guerra en Ucrania, el presidente Donald Trump se ufanó de llevar un récord de “seis guerras” resueltas desde que volvió al cargo en enero. “Una por mes”, ya había comentado en julio.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En concreto, según confirmó la Casa Blanca a Axios, no son seis, sino siete los conflictos que Trump habría solucionado: la tregua entre Armenia y Azerbaiyán, rebautizada por él como la “Ruta Trump para la Paz”; el cese de hostilidades entre República Democrática del Congo y Ruanda; el alto el fuego entre Israel e Irán tras un bombardeo estadounidense; la supuesta mediación en Cachemira entre India y Pakistán; la breve tregua fronteriza entre Camboya y Tailandia; la disputa por la Gran Presa del Renacimiento entre Egipto y Etiopía, que él asegura haber desactivado; y el acuerdo entre Serbia y Kosovo.
Estos dos últimos, sin embargo, fueron acuerdos logrados durante su primer mandato, así como otros acuerdos de esa época, como los acuerdos de Abraham de 2020 entre Israel, Emiratos Árabes y Estados Unidos.
Sin embargo, este mismo, que buscaba esclarecer las dudas de los Emiratos sobre la solución de dos Estados entre Israel y Palestina, sobre la práctica no tuvo efectos reales en términos de paz duradera. Desde 2023 han muerto más de 62.000 palestinos por la ofensiva israelí tras el ataque de Hamás en octubre de ese año, y para hoy en día Israel ha tomado el 75 % de la Franja de Gaza, mientras que se prevé que esta semana tomen Ciudad de Gaza. Entonces, ¿son acuerdos de paz reales o solo treguas mediáticas?
Alejandro Bohórquez-Keeney, analista y docente de la Universidad Externado, describe estos acuerdos como ejemplo de negociaciones que en la práctica “pueden dejar ciertos resentimientos y que precisamente se trata de salir rápido”. También hace énfasis en que la mayoría de los conflictos que enfrenta el mundo hoy en día son precisamente “guerras mediáticas”.
Trump potencia el estilo bilateral de EE. UU.
Fred Mednick, profesor emérito en la Vrije Universiteit Brussel, explica en un artículo en el Washington Post que trata la posibilidad de que Trump gane un premio Nobel de Paz, que el presidente estadounidense ha “fracturado las relaciones globales, erosionado el multilateralismo, promovido el expansionismo y socavado la protección del medio ambiente y los derechos humanos. Muestra regularmente desprecio por las normas democráticas”.
Es un estilo muy unipersonal que ha venido anunciando desde que estaba por segunda vez en campaña. Siempre dijo que solucionaría con una llamada la guerra en Ucrania y la muestra más grande de que no ha sido tan fácil es cómo ha tenido que sentarse en la mesa y hacer uso de la diplomacia tradicional en la última semana, reuniéndose con Vladímir Putin, par ruso, y los principales líderes europeos, aun sin lograr avances tangibles.
Sin embargo, Bohórquez enfatiza en que el estilo bilateral que Trump está potenciando es muy propio de Estados Unidos, recalcando además que la resolución fácil de los conflictos es cuando mejor le va al país. “Estados Unidos pierde en conflictos o en situaciones muy prolongadas, como Vietnam, Afganistán o Irak II. Siempre quieren resolver todo rápido, y pues con Trump, con ese estilo de businessman, de negociante, es a lo que le apunta”, explica.
Los acuerdos de Abraham exploraban, además de los términos de conflicto, la normalización de relaciones entre ambos países de Medio Oriente y potencializar la economía de la región. Mohammed bin Zayed, príncipe heredero de los Emiratos, firmó una declaración con Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu que “Este histórico avance diplomático hará avanzar la paz en la región del Oriente Medio y es un testimonio de la audaz diplomacia y visión de los tres líderes y del coraje de los Emiratos Árabes Unidos e Israel para trazar un nuevo camino que desbloqueará el gran potencial de la región”. En retrospectiva, lo único efectivo de estos acuerdos fue la normalización de relaciones entre los dos países, siendo Emiratos Árabes el primer país del Golfo Pérsico en firmar un tratado de paz con Israel.
Sin embargo, Bohórquez explica que “a él (Trump) no le importa el desastre que deja atrás”. Como ejemplo, recuerda que en 2020 se sentó a negociar en Catar con los talibanes afganos la reducción de las tropas en Afganistán, de 13.000 a 8.600 soldados, en un acuerdo para “llevar la paz” a ese país, a cambio de que Al Qaeda no operara en los territorios controlados por los talibanes. Para el docente, Trump “de facto los reconoció como sus pares homólogos”.
El acuerdo también incluía sentarse a negociar con el gobierno afgano, pero a la postre los talibanes terminaron tomando el control de Kabul y, a la postre, volviendo al poder de Afganistán, mientras que Joe Biden continuó con la salida de las tropas en 2021.
¿Nobel para Trump?
Mednick afirma en su artículo que “los Premios Nobel de la Paz han reafirmado los esfuerzos que han suavizado un pasado oscuro”, señalando como Henry Kissinger y Yasser Arafat fueron premiados en su momento, a pesar de que el estadounidense promovió “campañas de bombardeo que mataron a civiles y extendieron la guerra a Camboya y Laos”, mientras que el palestino y el primer ministro israelí Yitzhak Rabin “recibieron el premio en 1994 por los Acuerdos de Oslo, a pesar de que Arafat había fomentado el terrorismo. Anteriormente, Rabin había liderado operaciones que expulsaron a miles de palestinos de Cisjordania y, durante la primera intifada, ordenó a los soldados que destrozaran los huesos de quienes lanzaban piedras”.
Pues Trump ha sido postulado por diferentes actores unas 12 veces para ganar el premio, mientras que él mismo se ha promovido como un “pacificador global”. Bohórquez cree que no es realmente su objetivo principal, sino una consecuencia de la agenda ya expuesta, que atina más a mostrarse ante el electorado como un presidente que resuelve.
Lo cierto es que, como explica también Mednick, si llegase a ganarlo no sería el primer laureado por hitos de paz efímeros. Afirma que si Trump “lo recibiera, no desacreditaría el Premio de la Paz. Este lo legitimaría”.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
El Espectador, comprometido con ofrecer la mejor experiencia a sus lectores, ha forjado una alianza estratégica con The New York Times con el 30 % de descuento.
Este plan ofrece una experiencia informativa completa, combinando el mejor periodismo colombiano con la cobertura internacional de The New York Times. No pierda la oportunidad de acceder a todos estos beneficios y más. ¡Suscríbase aquí al plan superprémium de El Espectador hoy y viva el periodismo desde una perspectiva global!
📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com