El presidente estadounidense, Donald Trump, conmocionó al mundo con el anuncio de aranceles universales, con lo cual le impuso un impuesto del 10 % a los bienes importados de varios países, entre ellos Colombia, y un índice más alto para China (34 %) y la Unión Europea (20 %). La fórmula usada para imponer esos gravámenes, aunque parece compleja, es simple, y eso ha despertado críticas en algunos sectores.
Si bien en un momento se asumió que los aranceles estaban basados en una combinación de tarifas existentes y otras barreras, como regulaciones, la ecuación revelada por la Casa Blanca muestra una operación matemática simple: el déficit comercial de Estados Unidos en bienes con un país en particular, dividido por las importaciones totales de bienes de ese Estado, y eso dividido en dos.
Tomemos el ejemplo de China: Estados Unidos compra más bienes que los que vende a Pekín. En ese orden de ideas, el déficit es de US$295.000 millones y el monto total de bienes que compra es de US$440.000 millones. Dividir 295 entre 440 da como resultado el 67 %, que se divide entre dos y se redondea hacia arriba. Por eso el arancel impuesto a los bienes chinos es del 34 %. La misma lógica aplicó para la Unión Europea.
La queja de algunos es que los porcentajes no son recíprocos. Para que lo fueran, el cálculo debió incluir lo que los países ya le cobran a Estados Unidos en forma de aranceles existentes, más barreras no arancelarias, como las regulaciones, que aumentan los costos.
En lugar de hacer eso, la fórmula que usó la administración republicana se centró en eliminar el déficit comercial de bienes con cada país, llegando incluso a romper la misma fórmula con aquellos que compran más productos de Estados Unidos que los que venden, como sucedió con el Reino Unido, al cual le impuso el 10 % de aranceles.
“Esto es como cualquier trabajo académico estúpido en el que hacen una afirmación increíblemente tonta, pero la ocultan usando símbolos griegos”, escribió en la red social X el estadístico Nate Silver. Por su parte, el profesor Jonathan Portes, del King’s College de Londres, le comentó a BBC Verify que eso “reducirá los déficits comerciales bilaterales entre Estados Unidos y estos países, pero obviamente habrá impactos más amplios que no se contemplan en el cálculo”.
Eso se debe a que el actual déficit general de Estados Unidos no responde únicamente a las barreras comerciales, sino al modo en el que funciona la economía del país. El tema es que, en general, los estadounidenses gastan e invierten más de lo que ganan, y esa brecha significa que el país compra más del mundo de lo que vende.
Thomas Sampson, del London School of Economics, le aseguró al medio británico que “la fórmula es una ingeniería inversa para racionalizar la imposición de aranceles a países con los que Estados Unidos tiene un déficit comercial. No hay justificación económica para ello y supondrá un alto coste para la economía mundial”.
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