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La victoria en los Oscar genera tensión política en Brasil por el bolsonarismo

Líderes de derecha ignoran el Oscar de Aún estoy aquí, mientras otros lo critican o celebran con reservas. La película divide a Brasil.

Redacción Mundo

04 de marzo de 2025 - 08:42 a. m.
El Carnaval de Río de Janeiro empezó con desfiles que laten al ritmo del Óscar.
Foto: AFP - JOSE OSORIO
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“No entren en clima de mundial de fútbol”, advirtió la actriz Fernanda Torres cuando supo que estaba nominada al Oscar por su papel en Aún estoy aquí. Pero su advertencia fue en vano. El primer Oscar en la historia del cine brasileño, logrado en la categoría de Mejor Película Internacional, desató una euforia que se mezcló con la pasión del carnaval de Río.

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El filme, dirigido por Walter Salles, no solo se ha convertido en un fenómeno de masas con más de 5.2 millones de espectadores, sino que también ha reabierto una herida en la historia brasileña: las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar (1964-1985). Basada en hechos reales, la película cuenta la historia de Rubens Paiva, un ingeniero y político secuestrado, torturado y asesinado por el régimen en 1971, y de su esposa Eunice, quien pasó 40 años buscando la verdad sobre su desaparición.

El impacto del filme ha sido tal que, desde el pre-carnaval, han proliferado comparsas callejeras en honor a Fernanda Torres, considerada la musa del momento. Disfraces inspirados en la actriz y en el propio Oscar han llenado las calles de ciudades como Río de Janeiro y Salvador de Bahía, mientras que la ceremonia de premiación se siguió con la misma intensidad que una final de Copa del Mundo.

Silencio y boicots desde la derecha

Pero mientras gran parte del país celebraba, otra parte rechazaba el triunfo. La mayoría de los principales líderes de la derecha en Brasil optaron por ignorar el premio. Según un análisis de Poder360, de 66 figuras políticas de derecha y centroderecha, 59 no se pronunciaron sobre el histórico reconocimiento.

Otros lo criticaron abiertamente. Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, tuiteó: “Hollywood siempre ha sido un bastión del progresismo. No es sorpresa que premien una película que demoniza nuestra lucha por un Brasil mejor”. En redes sociales, figuras del bolsonarismo han calificado la victoria como una “estrategia de la izquierda para manipular la opinión pública” y han promovido boicots en los cines, una táctica similar a la usada contra otras producciones críticas del movimiento.

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Entre las pocas voces de la derecha que sí celebraron el premio estuvo Carlos Portinho, líder del Partido Liberal en el Senado, quien escribió en la red social X: “La cultura es una política de Estado y no debe tener un bando, pues es la identidad de nuestra nación. No pertenece a ningún grupo político. No intenten apropiarse de ella”.

Sin embargo, no todos los que felicitaron la victoria escaparon a la polarización. El diputado Bibo Nunes (PL-RS) inicialmente elogió el logro, afirmando en X que el premio hacía que los brasileños “volvieran a sentirse orgullosos del país, independientemente de la trama de la película”. Sin embargo, poco después, ante una ola de críticas de sus propios seguidores, borró su publicación.

Un premio en un contexto político tenso

La victoria de Aún estoy aquí llega en un momento de alta tensión política en Brasil. Mientras el país celebraba su primer Oscar, Jair Bolsonaro enfrenta una investigación judicial por su presunta participación en la intentona golpista del 8 de enero de 2023, cuando simpatizantes suyos invadieron las sedes de los tres poderes en Brasilia para desconocer la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva.

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El propio Bolsonaro ya había desestimado la película en una entrevista en enero, asegurando que “ni siquiera iba a perder el tiempo” viendo una producción que, según él, solo contaba “un lado de la historia”.

Sin embargo, más allá de la controversia, el filme ha dejado una huella imborrable en la cultura brasileña y ha reabierto el debate sobre un período oscuro de su historia. Mientras el país sigue dividido, Aún estoy aquí se consolida como una obra que trasciende el cine para convertirse en un símbolo de memoria y resistencia.

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Las críticas más allá de la política: ¿una película de élite?

Más allá del enfrentamiento entre bolsonaristas y progresistas, Aún estoy aquí también ha recibido críticas por parte de algunos sectores del cine y la prensa internacional.

Uno de los puntos más cuestionados es que la película, al centrarse en la historia de una familia de clase media alta afectada por la dictadura, no representa la experiencia de las clases populares, que fueron quienes sufrieron la represión de manera más cruda.

“Es una película bien hecha, pero vuelve a contar la dictadura desde la perspectiva de la élite intelectual. No se habla de los pobres, de los negros o de los obreros que también sufrieron”, comentó a la BBC News Brasil Lucas Oliveira, un estudiante de historia de 23 años de São Paulo.

El crítico francés Jacques Mandelbaum, del diario Le Monde, fue una de las pocas voces internacionales que se apartó del consenso y publicó una reseña negativa, señalando que la película “no logra trascender la mirada de la élite intelectual brasileña” y que su enfoque “intimista” excluye la historia de las comunidades más pobres.

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Su crítica desató una ola de ataques en redes sociales, con más de 21.600 comentarios ofensivos en las cuentas de Le Monde en solo dos días, en contraste con los aproximadamente 700 comentarios diarios que suele recibir el medio. Mandelbaum, ante la reacción masiva, declinó dar entrevistas sobre el tema.

A pesar de estas críticas, Aún estoy aquí mantiene un impresionante 97 % de aprobación en Rotten Tomatoes y ha sido aclamada tanto por el público como por la crítica internacional. Su impacto en la memoria histórica de Brasil parece estar asegurado, independientemente de las controversias que ha desatado.

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