La jornada del miércoles en el Congreso de Estados Unidos comenzó a la una de la tarde. Entonces los ánimos ya estaban tensos por la presión que ejercía desde la mañana el presidente Donald Trump para que los legisladores no reconocieran el triunfo de Joe Biden en las elecciones.
Mientras tanto, a pocas cuadras del Capitolio, en un área cercana a la Casa Blanca, miles de manifestantes pro-Donald Trump comenzaban a reunirse con una consigna: “Las elecciones fueron un fraude”, palabras que su líder repitió hasta la saciedad durante dos meses, sin prueba alguna.
Los ánimos comenzaron a calentarse cuando el mandatario les dijo a sus seguidores: “Nunca nos rendiremos. No se concede cuando hay un robo involucrando”, dijo, y volvió a presionar al vicepresidente Mike Pence para que rechazara los resultados del Colegio Electoral. Posteriormente, la orden fue marchar hacia el Congreso.
Y ahí comenzó la debacle. El grupo de cerca de diez mil manifestantes, según reportes de la prensa local, llegó hasta las puertas del Capitolio. Los ánimos comenzaban a subir. Reportes del canal WKYC ya anticipaban lo que podría pasar. “Espero que el vicepresidente Pence tenga valor hoy y espero que cualquier político que crea que tiene un futuro muestre valor para ponerse de pie y hacer lo correcto”, dijo Lou Murray, un vendedor de seguros de vida de Boston que estaba en la manifestación.
“Solo estoy aquí para apoyar al presidente”, agregó por su parte David Wideman, un bombero de 45 años que viajó desde Memphis, Tennessee, quien confesó su confusión porque el equipo legal de Trump no pudo anular los resultados.
Al grito de “detenga el robo” varios hombres se saltaron las tres vallas de seguridad que rodean el Capitolio y superaron a la policía. “Fue un desastre. Nadie se estaba comunicando. Nadie sabía lo que se suponía que debíamos estar haciendo allí”, dijo un agente de la ley federal enviado al Capitolio.
¿Un fallo en la seguridad? Mitch McConnell, líder republicano en el Senado, lo da por hecho: “Toda la jornada reflejó los fallos impactantes en la seguridad del edificio”, reclamó
Los videos de la transmisión en vivo mostraron a partidarios de Trump fuera del Capitolio gritándole a la policía que intentaba contenerlos: “No ganaron una mierda. Lo robaron y tú los estás defendiendo”, gritó un miembro de la protesta.
“Esos son nuestros representantes que están robando nuestra libertad”, gritó otro. Un alborotador intentó robar el bastón de un oficial. Y otro usó un escudo para romper ventanas en el Capitolio, luego irrumpieron y otros hasta usaron cuerdas para escalar el edificio.
La confusión no fue solo de los agentes que debían resguardar la seguridad del edificio. El fotógrafo de la AFP Saul Loeb, quien estaba en el Congreso cubriendo la sesión, recuerda que de repente los altoparlantes anunciaron una alerta de seguridad que solicitaba que nadie se moviera de donde estaba.
“Como fotógrafo, escuchas eso y quieres saber qué está pasando”, explicó. Salió, escuchó ruidos, bajó y se encontró con una “docena de manifestantes justo frente a la entrada de la Cámara”.
“Es muy raro ver a un manifestante dentro del Capitolio, por lo que ver a una docena, justo frente a la puerta del Senado, fue muy inusual (...), entonces pensé que esta sería la historia del día”.
Será la historia del año. En ese momento el caos y la confusión reinaban. Los 534 senadores y representantes fueron evacuados al sótano del edificio usando máscaras antigás.
Al tiempo que los trumpistas avanzaban en su ataque al Capitolio, los políticos fueron abandonando el edificio por los pasillos construidos después del 11S que comunican con otros edificios estatales, una base militar y el metro. Todos se fueron, pero Mike Pence y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara, permanecieron en el búnker del edificio hasta que terminó el asalto.
“Nunca pensé que nos tendrían miedo”, dijo uno de los hombres que irrumpió en el edificio. “Pero hoy nos tienen miedo”, se felicitó, según reportó The Wall Street Journal.
La toma ya llevaba una hora y nadie del gobierno de Donald Trump se pronunciaba. “Venimos por cuerpos. Estamos en guerra”, dijeron algunos de los manifestantes más agresivos, según recogió Buzzfeed. En su avance la turba destruyó muebles, banderas y ahora el FBI señala que se llevaron documentos importantes.
Los manifestantes en su mayoría ignoraron a los periodistas que registraban los hechos. “Nos dejaron fotografiarlos, podíamos estar lo suficientemente cerca. A menudo nos animaban a tomar algunas. Estaban de humor jovial, felices de estar allí, en un lugar donde no planeaban estar... asombrados de sí mismos”, recuerda el fotógrafo de AFP. “Estaban básicamente haciendo lo que querían, parados en bancos, fotografiando las estatuas (...), ruidosos e inquietantes”, relató.
Ya la toma sumaba tres horas cuando Saul Loeb vio manifestantes entrando a la oficina de la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. “Estaba llena de manifestantes, con sus gorros MAGA, que se tomaban selfies, filmaban para redes sociales, revisaban sus cosas, sus notas y abrían los cajones del escritorio”.
Y ahí salió una de las imágenes que le dio la vuelta al mundo: Richard Barnett puso sus pies sobre el escritorio y comenzó a revolver papeles. También la instantánea de Jake Angeli, el hombre de los cuernos y el torso desnudo quien presidió momentáneamente la Cámara Alta. Y la de Adam Johnson, sorprendido por las cámaras cuando se llevaba el podio de la presidenta de la Cámara.
Entre las innumerables sorpresas de este increíble día, Saul destacó dos más: el “largo período durante el cual no vio presencia policial alguna y el hecho de que con toda esa gente adentro, moviéndose libremente, el edificio parece haber quedado relativamente intacto”. Dentro de la turba también hubo gente de otros países. El portal El Tiempo Latino registró la participación de varios ciudadanos latinoamericanos. “Aquí robaron las elecciones. Esto fue todo robado, fue el mismo proceso que usaron en Venezuela, en Ecuador, en Argentina. Las máquinas, los cambios de números (...) Eso fue tremendo robo”, aseguró una mujer latina.
Fue solo horas después cuando Mike Pence y el secretario de Seguridad Interior decidieron enviar refuerzos al Congreso, de acuerdo con reportes de prensa, sin consultar con Donald Trump. Entonces comenzó el desalojo.
“Había gente hasta en la segunda planta del Capitolio”, afirmaba con emoción el veterano del ejército de EE. UU. Kevin Loftus, vestido con ropa militar y una gorra con el lema Make America Great Again.
En declaraciones a Efe, Loftus explicó, “me hice dos selfies y luego la policía comenzó a echar gases lacrimógenos contra nosotros y tuvimos que salir”.
David Spencer, un empresario de Florida que asistió a la protesta junto a su mujer y su hija, y observaba a la multitud congregada al frente de las escaleras del Capitolio sentado en sillas de camping, le dijo a Efe que a su juicio todo se hubiera evitado si “Pence hubiera hecho su trabajo...” Mismas palabras que Trump usó para justificar las acciones de sus manifestantes y cuyo mensaje le valió la suspensión de su cuenta en Twitter.
A las 6 de la tarde la calma parecía retornar al Capitolio en una jornada que desnudó los graves problemas que enfrenta la potencia mundial: millones de ciudadanos que perdieron la fe en la democracia por cuenta de las mentiras de un presidente que jamás supo comportarse a la altura de su cargo. Así termina el reality de Donald Trump.
