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Las lecciones que dejan las elecciones en Ecuador sobre polarización y seguridad

Ecuador está dividido en dos mitades casi exactas. La incertidumbre continúa ante un conteo tan apretado. La única certeza es que gane quien gane deberá negociar para gobernar.

Camilo Gómez Forero

10 de febrero de 2025 - 05:40 p. m.
Un miembro de mesa cuenta votos al cierre de la jornada electoral este domingo, en Guayaquil (Ecuador).
Foto: EFE - CARLOS DURAN ARAUJO
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En Ecuador, hoy no hay nadie que no hable del abismo polarizado con el que se han tropezado. El país ha quedado dividido en dos mitades casi exactas: el presidente y candidato Daniel Noboa (44,3 % de los votos), de Acción Democrática Nacional (ADN), se medirá en la segunda vuelta ante la opositora Luisa González (44,17 %), del Movimiento Revolución Ciudadana (RC), el próximo 13 de abril, tras una primera ronda ajustada y llena de obstáculos.

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“En la región hay una fragmentación política con la que se organizan solo dos universos electorales fuertes. Cada vez hay menos lugar para terceras posiciones, aunque sean muchos partidos. ¿Cómo pasó? En 2023, Ecuador veía una oferta fragmentada, incluso en la derecha, y en este tiempo fue Noboa el que reunió todos esos votos fragmentados en torno a un eje de correísmo y anticorreísmo”, explica Esteban de Gori, doctor en ciencias sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Para el experto, mientras el correísmo se mantenga, será imposible que el país salga de la polarización. El éxito de Noboa, coinciden analistas, es que logró capitalizar el discurso en contra del correísmo. Es más, cada vez será más pronunciada esta división. Esto lo podemos notar con la conformación de la Asamblea Nacional, donde las fuerzas tradicionales, como el Partido Social Cristiano (PSC) y la Izquierda Democrática (ID), alguna vez muy influyentes, quedaron absolutamente marginadas. Ahora se presenta una marcada división entre las dos fuerzas mayores: ADN, que quedó con 69 curules y una mayoría extremadamente ajustada, y RC, que quedó con 64. Pero mientras la mayoría observa con preocupación dicho escenario tan divisivo, De Gori ve una pequeña dosis de esperanza.

“Cuando la polarización es muy parecida al 50-50, va a tener un tipo de equilibrio. Gane Noboa o González, inevitablemente en la Asamblea Nacional van a tener que hacer acuerdos. Así que el próximo presidente no va a poder cambiar la Constitución, por ejemplo. Hay un escenario electoral y político polarizado. Pero con un escenario legislativo polarizado, esto obliga al presidente a la negociación para determinadas leyes. En este caso, una polarización en la legislatura construye cierto equilibrio”, explica el experto.

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Gane quien gane, si quiere gobernar, va a tener que romper esa polarización y va a tener que negociar. En el caso de Noboa, necesitaría constantemente el apoyo absoluto de toda su bancada para pasar cualquier proyecto. En el caso de González, debería conseguir el beneplácito de las ocho curules de los indígenas del Partido Pachakutik para llegar a los 72 votos, conformando un bloque mayoritario todavía muy ajustado. ¿Existe la posibilidad de que negocien entre ambos partidos? Sería un escenario ideal para salir del estancamiento, pero Glaeldys González, analista de Crisis Group, apunta que no es muy viable.

“Si gana Noboa, la ruptura con el correísmo tras la incursión en la Embajada de México hace que reconstruir puentes sea casi imposible. Eso significa que, para aprobar cualquier ley, su gobierno deberá buscar apoyos en los partidos más pequeños, una tarea complicada en un Congreso fragmentado y con tendencias marcadamente ideológicas. El correísmo ya fue aliado del movimiento indígena en el pasado, pero esas relaciones se fracturaron y hoy no es seguro que Pachakutik le entregue sus ocho votos automáticamente. Eso la obliga a tejer acuerdos más amplios si quiere estabilidad en el gobierno”, dice la experta.

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La virtud de la necesidad de negociar en un clima polarizado arroja una dosis de positivismo en medio de la división, pero no fue la única lección que ofreció la jornada del domingo. La candidata González obtuvo un repunte digno de análisis, llegando a conquistar grandes cantidades de votos en zonas azotadas por la violencia, lo que genera fuertes cuestionamientos sobre la propuesta de seguridad de mano dura de Noboa. El mandatario, quien ha tratado de emular las propuestas de su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, pero no pudo ver su discurso traducido en votos. ¿Por qué?

“En los lugares donde mayores homicidios hay ganó González, pese a que Noboa representó la mano dura, explica De Gori. Si Noboa no logró capitalizar más votos con todo este discurso, no solo se debe a que ha mostrado ser ineficaz, sino que la sociedad ha empezado a interpretar de otra manera la línea correísta.

“Ojo, es muy importante entender que el correísmo no tuvo mano blanda. Quienes creen que el correísmo fue garantista no fue así: fue bastante eficiente en el área de seguridad e impuso el orden estatal. Independientemente de lo que uno vea en términos ideológicos, durante el correísmo se vio una tasa de homicidios bastante baja”, apunta De Gori.

Esto es precisamente lo que ha hecho bien González en campaña: ha mostrado que puede estar a favor de un discurso de mano dura, pero a la vez intenta recuperar lo que el correísmo hizo de manera eficiente en su momento. “González supo capitalizar el desgaste del gobierno de Noboa y conectar con los votantes que anhelan un regreso a tiempos de mayor estabilidad”, señala la analista de Crisis Group.

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Los logros de seguridad de Correa, según los expertos, se deben esencialmente a políticas sociales que se fueron desmantelando a partir del gobierno de Lenín Moreno, algo que la sociedad ha notado en áreas como salud, educación y economía. Por ahora, a falta de ver qué puede pasar con Leonidas Iza, líder indígena que sacó 5 % en las urnas el domingo, las cosas parecen inclinadas a favor de González, quien podría seguir repuntando.

¿Su principal obstáculo? Distanciarse lo suficiente de la sombra del expresidente Rafael Correa, que es la principal línea de ataque de su rival Noboa. De Gori apunta sobre esto que le favorece que hay otros importantes dirigentes del correísmo, como Xavier Muñoz o Paola Pabón, que tienen “mucha capacidad política”, lo que le da ahora un “plus al correísmo” exponiendo que tiene otros cuadros que mostrar.

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