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Este jueves Rex Tillerson se convertirá en el nuevo Secretario de Estado de la Administración de Donald Trump. El nombramiento, frente al que numerosos diplomáticos expresaron su disenso, abre un nuevo capítulo en las relaciones exteriores de Estados Unidos.
El exjefe de la petrolera ExxonMobil se convirtió en el primer titular de Exteriores de EE.UU. que accede al cargo sin experiencia previa en el sector público, algo que no tiene precedentes en el último siglo. Algo que abre profundas preocupaciones en el extranjero.
Para calmar los ánimos, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Corker aseguró: "El señor Tillerson condujo una empresa global con 75.000 empleados, posee profundas relaciones en todo el mundo y entiende el papel fundamental del liderazgo estadounidense”.
Antes de que terminara el proceso de confirmación –tuvo 56 votos a favor, lo que indica que cuatro demócratas le dieron su apoyo, ya que la bancada republicana tiene solo 52 sillas- tuvo que responder un duro cuestionario del Senado, que le criticaba particularmente su relación con Rusia. Entonces, Tillerson tomó distancia de Trump y reconoció que “Moscú representa un peligro”. Condenó el hecho de que Moscú "invadió Ucrania, incluyendo la toma de Crimea, y apoyó a las fuerzas sirias que brutalmente violan las leyes de la guerra" y declaró que los aliados estadounidenses en la OTAN "tienen razón de alarmarse".
No obstante, se negó a afirmar si respaldaría sanciones -nuevas o vigentes- contra Rusia y reconoció que no ha discutido con Trump cuál será la política del próximo gobierno hacia el antiguo rival de la Guerra Fría.
Tillerson también atacó a China, advirtiendo que el gigante asiático no ha sido un socio confiable de Estados Unidos para presionar a Corea del Norte por su programa nuclear.
Y, como al igual que la mayoría de funcionarios del Gobierno de Trump, Tillerson también quiere borrar a Obama, criticó el proceso de acercamiento a Cuba, porque “no fue acompañado por ninguna concesión significativa en cuanto a derechos humanos”. Dijo que “hará una revisión de arriba debajo de la relación bilateral con Cuba, incluida la decisión de Obama de retirar al país de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo”.
¿Y Colombia?
En un cuestionario enviado al Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Rex Tillerson también habló sobre el acuerdo de paz en Colombia, tema en el que Obama dio un apoyo clave al presidente Juan Manuel Santos. Le prometió 450 millones de dólares más en ayuda para ayudar en el posconflicto. ¿Cumplirá el nuevo Secretario de Estado? Según la agencia AP, “Tillerson reconoció la importancia de Colombia como aliado y el éxito de la pasada cooperación entre los dos países", pero fue ambiguo en el camino a seguir.
De acuerdo con el portal Latin America Goes Global, que publicó primero las declaraciones, Tillerson dijo que “haría todo lo posible” por continuar la alianza y los planes para hacer que Colombia cumpla con su compromiso de frenar la producción de drogas, ahora que el flujo de cocaína del país ha aumentado. “Revisaré los detalles del reciente acuerdo de paz de Colombia y determinaré qué tanto debe seguir apoyando esto Estados Unidos”.
Un hábil negociador
De blancos cabellos, pobladas cejas oscuras y un marcado acento texano, Tillerson es un hombre con carisma que ha sido fiel durante toda su carrera a ExxonMobil, en la que ingresó por primera vez en 1975 como ingeniero civil y de la que planeaba retirarse este año.
El nuevo titular de Exteriores convenció a Trump por su fama de hábil negociador y gestor, además de por las relaciones que entabló con líderes de todo el mundo como presidente de la petrolera. La más notable de esas relaciones es la que mantiene desde hace más de dos décadas con el presidente ruso, Vladímir Putin, quien en 2013 le condecoró con la "Orden de la Amistad" del país.
"(Tillerson) ha pasado más tiempo interactuando con Vladímir Putin que probablemente ningún otro estadounidense, con la excepción de (el exsecretario de Estado) Henry Kissinger", dijo alguien que le conoce bien, el presidente del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS) John Hamre, al diario The Wall Street Journal.
En 2011, cinco años después de tomar las riendas de ExxonMobil, Tillerson firmó un acuerdo con la petrolera estatal rusa, Rosneft, para explorar juntos unos valiosos recursos en el Ártico. Pero esa lucrativa alianza quedó congelada por las sanciones impuestas por EE.UU. cuando Rusia se anexionó en 2014 la península ucraniana de Crimea, y Tillerson ha criticado esas restricciones que, como secretario de Estado, estarán en sus manos.
Tillerson también ha querido despejar las dudas sobre los posibles conflictos de interés derivados de su cargo en ExxonMobil al anunciar que la empresa le pagará en efectivo por los 2 millones de acciones que habría recibido en los próximos 10 años, y que ese dinero estará gestionado de forma independiente en un fideicomiso.
La compañía que lideró Tillerson ha desarrollado su propia "política exterior independiente", dedicada a "promover un mundo afín a la producción de petróleo y gas natural", según Steve Coll, autor del libro "Private Empire: ExxonMobil and American Power".
"Trump está entregando el Departamento de Estado a un hombre que ha trabajado toda su vida dirigiendo un pseudo-Estado paralelo, para el beneficio de sus accionistas, estableciendo relaciones con líderes extranjeros que podían ajustarse o no a los intereses del Gobierno de EE.UU.", escribió Coll en la revista The New Yorker.
En 2011, por ejemplo, Tillerson contradijo la política oficial de EE.UU. al firmar un acuerdo con la región iraquí del Kurdistán y lo hizo sin informar previamente al Departamento de Estado. Bajo su dirección, la petrolera sucumbió también a las tensiones políticas en Venezuela, un país que abandonó después de que el entonces presidente Hugo Chávez nacionalizara el sector petrolero en 2007.
Considerado el vigésimo quinto hombre más poderoso del mundo por la revista Forbes, Tillerson es un defensor del libre comercio, algo que podría chocar con el proteccionismo de Trump. Casado y con cuatro hijos, Tillerson también parece ser más progresista que Trump en lo que se refiere al cambio climático, un problema que ha reconocido como causado por la actividad humana, aunque sin dejar de defender el consumo de combustibles fósiles.