La seguridad nacional de Estados Unidos se ha sostenido durante varias décadas por tres grandes pilares, o “las tres grandes D”, como resumen algunos funcionarios: defensa, diplomacia y desarrollo. De la primera se ha encargado el Departamento de Defensa, de la segunda es una tarea del Departamento de Estado y la última, al menos desde 1961, dependía de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). Ahora que esta sería desmantelada abruptamente por el gobierno de Donald Trump, lo primero que hay que destacar es cómo Washington es el primer perdedor de esta decisión.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“¿Qué hace que un Estado se sienta seguro? Históricamente, el pie de fuerza, sus capacidades materiales y tener tecnología de punta. Por eso los Estados invierten grandes sumas de dinero en esto. Pero también surgieron nuevas interpretaciones de la seguridad que hace que se necesite un balance entre esos instrumentos duros y otra serie de instrumentos políticos, económicos y diplomáticos. Usaid, en ese sentido, no solo era una agencia de cooperación, sino también ojos y oídos en el terreno sobre lo que estaba pasando sin necesidad de que hubiera presencia militar o diplomáticos directamente”, señala Rafael Piñeros, experto en seguridad y defensa, y profesor de la Universidad Externado.
Las críticas a las operaciones de la Agencia han sido constantes desde su origen. El presidente Trump, como muchos republicanos e incluso algunos demócratas, sostiene que la Agencia no es eficaz para generar un desarrollo económico sostenible realmente en los países más pobres del mundo. Es una crítica totalmente válida. De hecho, en 2015, el periodista Matthew Yglesias, de “Vox”, expuso un mapa con el que podemos entender un poco más la función de Usaid para Estados Unidos.
Para el año fiscal de 2014, Israel, Egipto y Jordania fueron los mayores receptores de paquetes vinculados a Usaid. Ninguno es un país pobre. Pakistán y Afganistán, por otro lado, complementaron la lista de cinco naciones con más ayuda recibida ese año. Estos dos sí son bastante pobres y, más importante, siguen siéndolo. Como expresó Yglesias en aquel entonces, “el principal interés estadounidense en ellos es claramente la política exterior, más que la pobreza”.
“Nuestra asistencia en el exterior ayuda a combatir enfermedades y detener la hambruna, pero también es una herramienta para evitar el alcance expansionista de los líderes autoritarios en China, Rusia e Irán”, reconoció el senador de Nueva Jersey Andy Kim a “Bloomberg”.
El desmantelamiento de Usaid es, ante todo, eso: un cambio profundo en la visión de la política exterior de EE. UU., que podría tener efectos en seguridad a nivel global. Según “Bloomberg Economics”, los recortes de la Agencia podrían impulsar la migración en países como Sudán del Sur, donde la ayuda estadounidense representa un increíble 7 % del producto interno bruto, o la piratería en Somalia, donde este dinero representa un 9 % del PIB. ¿Por qué ahora?
“En distintos sentidos, con su toma de decisiones, se nota que quiere probar el límite de su capacidad como presidente. Sobre este caso hay una tendencia histórica del ala más conservadora a aislarse de los asuntos internacionales, donde no tengo intereses y voy es a gastar plata. Trump lo refleja. EE. UU. percibe que en las agencias multilaterales pone mucha plata, pero no lo favorecen, sino que se aprovechan de él. Lo que está probando es ver si disminuyendo ese apoyo económico otros estarían dispuestos a incrementarlo. ¿Qué probaría? A) Que China lo reemplace fácilmente, si lo lleva a cabo. B) Que EE. UU. es indispensable, y recalibraría ese retiro. Está probando hasta dónde llegaría China”, dice Piñeros.
El desmantelamiento de la Agencia, entonces, plantea que Estados Unidos pueda perder un poder blando en el tablero geopolítico. El vacío que deja Washington no queda sin ocupante: China ya está en marcha. Como señaló “The Financial Times”, la salida de Usaid ha abierto la puerta a China en el plano geopolítico. El gigante asiático ya viene trabajando en una operación gigantesca de ayuda por todo el mundo desde hace varios años. Tomemos el caso de Angola, país al que China le prestó en los últimos 25 años unos US$1,34 billones para proyectos de infraestructura, que hace que los US$48.900 millones de EE. UU. para este país se vean “pálidos”.
“Aunque la voluntad de Beijing de tapar un agujero multimillonario en ayuda extranjera es probablemente limitada, ya es el principal inversor y socio comercial de África, y la congelación de la ayuda estadounidense significa una oportunidad para consolidar su influencia económica y política”, según “Bloomberg Economics”. En la Cumbre del Grupo de los 20, celebrada en Brasil el año pasado, China dio a conocer propuestas para apoyar al sur global, entre ellas en materia de conectividad tecnológica, seguridad alimentaria y cambio climático.
Pero luego de todo esto, de las pérdidas para EE. UU., está la parte más importante de esta historia: la gente. Como dice el mismo Trump, “el concepto (de Usaid) es bueno, pero lo importante es la gente”. Con lo que tiene problemas es con la ejecución, pensando en que esta debería hacer más por el desarrollo. Si lo importante es la gente, Trump debería revisar la magnitud del impacto de su abrupta decisión.
El desmantelamiento de la Agencia se sintió como un terremoto silencioso en todo el mundo. De la noche a la mañana desapareció de internet: sus cuentas de redes sociales no aparecen y su página web no funciona, incluso se han borrado las fotos que mostraban cómo operaban estos programas en el campo. Miles de personas fueron despedidas y a los funcionarios que quedan se les ordenó que no vayan a trabajar. Y, por supuesto, millones de ciudadanos en decenas de países han quedado a la deriva.
En el año fiscal de 2023, Ucrania se convirtió en el principal receptor de fondos de asistencia extranjera de EE. UU., seguido por países como Etiopía, Jordania, Somalia, Afganistán, Yemen y República Democrática del Congo. En todos los países que recibían ayuda de Usaid, los programas para la atención para la salud, como aquellos que ofrecían vacunas contra la polio, en donde la enfermedad circula (en África, especialmente), ayuda para el desarrollo del campo en países como Colombia o de promoción de la educación en países azotados por la violencia o la represión, como Pakistán.
La NPR destacó el lunes que las obras para la reconstrucción de escuelas afectadas por las inundaciones de 2022 en Pakistán quedaron suspendidas, así como el funcionamiento de las escuelas clandestinas que educan a más de 5.000 niñas en Afganistán y emplean a 100 profesores, son solo algunos de los proyectos que ayudan a millones de personas en todo el mundo.
¿Qué sigue ahora? Como señala el profesor David Varela, de la Universidad Javeriana, “hay mucha incertidumbre”, especialmente para países como Colombia, que han sido receptores de ayuda de Usaid en varios sectores, como la sustitución de cultivos ilícitos, productividad rural, medio ambiente, instituciones de justicia, entre otros. “Todos esos frentes pueden verse afectados en la revisión que se hará en los próximos 90 días para ver si continúan”, expresa.
No se sabe qué va a pasar. El secretario de Estado, Marco Rubio, anunció el lunes que es el administrador interino de Usaid, mientras los demócratas califican la maniobra de “ilegal” y amenazan con bloquear los nombramientos del Departamento de Estado hasta que Usaid vuelva a funcionar. En esta reconfiguración de la Agencia sería más oportuno revisar su rol que despellejarlo de entrada causando efectos nocivos. El objetivo, es claro, no es eliminar la pobreza de los países a los que ayuda, pero sí debería examinarse qué más puede aportar.
“A este punto, no hay una forma expedita para alcanzar la superación de la pobreza y la desigualdad si el Estado no hace más. Ahí viene el examen de si las agencias de cooperación en general se convierten en una especie de salvavidas sin realmente otorgar o proveer condiciones para superar la pobreza. Sí, contribuyen, pero no debería ser esa función. Y si es esa, debería ser momentánea por un período específico y no quedarse indeterminadamente en los países en los cuales tiene participación”, concluye Piñeros.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesa algún tema internacional, quiere enviarnos una opinión sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com