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Los miembros de la comisión de Justicia de la Cámara de Diputados de México discutirán este miércoles la escandalosa reforma al Poder Judicial, que incluye la ampliación de la presidencia del ministro Arturo Záldivar en la Suprema Corte y que ha sido calificada como un “golpe de estado al Poder Judicial”. Si es aprobada en la comisión, se espera que esta propuesta se envíe de inmediato al Pleno de la Cámara para votarla. Allí, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador (Morena) es mayoría.
Este rediseño institucional del Poder Judicial no ha sido bien recibido por los magistrados y jueces locales ni por los grupos de defensa de los derechos humanos a nivel internacional. De hecho, han tomado este proyecto como una “transgresión constitucional”. ¿Por qué es tan grave? Como señaló José Miguel Vivanco, director ejecutivo de Human Rights Watch para las Américas, este cambio en el Poder Judicial amenaza la independencia judicial del país. Lo que quiere es ampliar el período de sus ministros de cuatro a seis años, y un caso en particular, el de Záldviar, es preocupante.
“Al extender el mandato al presidente de la Corte Suprema, Arturo Záldivar, (el presidente) AMLO, quien tiene mayoría en el Senado, se asegura una mayoría de 4 de los 7 miembros del Consejo de la Judicatura. Con 4 votos puede tomar algunas decisiones trascendentales, tales como aprobar el retiro forzoso de jueces. Con un voto más, AMLO tendría una mayoría calificada de 5 jueces que le permitirá nombrar, sancionar y remover jueces”, dijo Vivanco.
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La extensión es problemática de por sí e inconstitucional. En primer lugar, la Constitución establece que el mandato del presidente de la Suprema Corte es de cuatro años (primera trasgresión) y en segundo lugar, al ampliar el período de Záldivar particularmente, el Congreso está eligiendo al presidente del tribunal y no los miembros de la Suprema Corte como dice la Constitución (una segunda falta).
Cabe destacar que no solo se extiende el período de Záldivar, sino de todos los ministros que integran el Consejo de la Judicatura, de los cuales cinco coincidieron con el inicio del mandato de López Obrador.
Pero para entender más la gravedad del asunto, hay que reconocer quién es Záldivar. El actual jefe del Poder Judicial ya tiene un sólido puente con el presidente López Obrador. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, fue su aliada, por ejemplo. Y se le ha visto una gran cercanía con el Ejecutivo. Esta semana asistió a la conferencia de prensa matutina de AMLO, en donde el mandatario suele aparecer con subordinados. López Obrador se siente muy a gusto con la composición de la Suprema Corte, y ve en Záldivar un aliado para continuar con su agenda.
Por todo esto, el Poder Judicial queda altamente comprometido y la separación de poderes se ve atacada, pues la reforma prevé una gran concentración del poder en manos del presidente.
“Algunos tribunales tienen pendientes de resolución una gran cantidad de asuntos que buscan detener reformas o decisiones del Gobierno, quizás el Ejecutivo y su mayoría legislativa esperan que este regalo evite que el Judicial cumpla con su papel de contrapeso. Todavía más en este periodo electoral, en el que posiblemente la Corte tenga que resolver algún asunto en esta materia. Recordemos que el presidente del Consejo también encabeza la Suprema Corte, y que ampliar su mandato en un órgano amplía su periodo en el otro”, resaltó el centro de investigación México Evalúa.
AMLO, que ha aplaudido la reforma y la presenta como una urgencia, continúa demostrando con esto que la ley debe ajustarse a sus caprichos, como cuando introdujo al Ejército a la vida civil a un grado que no se había visto, o cuando arrinconó a organismos autónomos que vigilan al gobierno como el Instituto Nacional Electoral, al que insulta y amenaza.
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“Los pilares de la democracia le estorban, las libertades democráticas lo irritan y se asume como un mexicano especial con facultades para ponerse por encima de la ley a placer. Por eso usa todos los instrumentos del Estado para asediar y satanizar a la oposición y la prensa independiente, para arrinconarlas en el baúl de lo que llama sus adversarios “moralmente derrotados”, escribe el periodista Carlos Loret de Mola A., en The Washington Post.