Maduro, o cómo se desactiva una bomba de tiempo

Ahora el presidente se lava las manos. Dice que no tuvo que ver nada con la condena de Leopoldo López y que la fiscal Ortega fue la responsable. ¿Se abre un camino para el diálogo en Venezuela?

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redacción internacional
10 de julio de 2017 - 03:00 a. m.
Luego de cien días de marchas en Venezuela, muchos celebraron la libertad de Leopoldo López. / AFP
Luego de cien días de marchas en Venezuela, muchos celebraron la libertad de Leopoldo López. / AFP
Foto: AFP - JUAN BARRETO
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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no es el tonto que muchos creen. Es la gran víctima del chavismo (heredó una bomba de tiempo) y también el gran victimario de Venezuela, obligado a sostener una boliburocracia sin el carisma, la fuerza electoral ni el respeto político de Hugo Chávez.

Aun así ha sobrevivido y planea seguir haciéndolo. La medida de casa por cárcel para Leopoldo López —la figura más representativa de la oposición— es, quizás, la jugada más hábil de Maduro en tiempos de alta tensión.

Hasta el viernes, el país estaba al borde del abismo: luego de cien días de marchas, 96 muertos, cientos de detenidos y un ánimo crispado por la radicalización política, la violencia parecía ser el desenlace inevitable. Hoy las cosas lucen diferentes.

Leopoldo López, el “monstruo” de Ramo Verde, como lo llamaba el chavismo, era la carga más pesada que Maduro llevaba a cuestas. Por su liberación intercedieron varios sectores venezolanos y también internacionales. Varios negociadores tomaron como bandera la liberación de López para facilitar acuerdos.

No se conocen detalles de lo que se acordó para el cambio de lugar de reclusión, pero López, una de las voces más radicales de la oposición, dejó su prisión de 40 meses inclinado a escuchar a sus adversarios. Hoy es proclive al diálogo.

Algo que despierta sospechas en algunos sectores de la oposición, que, como se sabe, siempre ha tenido luchas internas. Por eso, Lilian Tintori, esposa de López, se apresuró a aclarar: “No hubo negociación política alguna para que Leopoldo fuera trasladado hasta su residencia”. Hay dudas.

La decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a favor del preso político más famoso de Venezuela pone a la oposición en el trance de acatar este designio de un poder que supuestamente es ilícito e inconstitucional.

“La sentencia pulverizó la división de poderes”, explicó a la AFP el analista Luis Vicente León. Así es. Si se reconoce esta sentencia de la corte, otros fallos que emita deberían ser igualmente válidos, según analistas.

El más complejo será el de hoy, cuando el TSJ decida si destituye a la fiscal, Luisa Ortega Díaz, una chavista crítica de Maduro, a quien acusan de traidora y mal desempeño de sus funciones. Si Ortega es destituida asumirá Katherine Harrington, abogada chavista nombrada vicefiscal la semana pasada por el TSJ.

Por eso la fiscal eleva su voz: “La decisión del Tribunal Supremo de Justicia de sacar de prisión a López no significa que estos magistrados mágicamente sean ahora legítimos”, señaló.

¿Quién gana?

“El Gobierno quiere transmitir un mensaje, pues no sólo es la libertad de López. También vimos la actitud del Tribunal Supremo de Justicia de demorar su decisión sobre el antejuicio de mérito en contra de la fiscal general y la declaración de Henrique Capriles, abriéndose a una potencial negociación política bajo condiciones favorables. Es obvio que algo distinto está pasando”, opinó el analista Luis Vicente León.

El defensor del pueblo, Tarek William Saab, anunció que se tramitan solicitudes como la de López para otros opositores encarcelados. Los hechos violentos ocurridos en la Asamblea Nacional habrían sido el punto de quiebre. Los ataques sangrientos, condenados por igual por Gobierno y oposición, habrían provocado una disidencia dentro del ala racional del chavismo, que todavía aspira a un futuro político y que respaldó la liberación de López.

Pero hay otro sector, liderado por la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, que no comparte la decisión. “López es un asesino”, insistió Varela.

Maduro hace equilibrios peligrosos cuyo resultado ni siquiera él sabe: no dará su brazo a torcer con la asamblea nacional constituyente, cuyos miembros serían elegidos el 30 de julio. Mientras, la oposición sigue adelante con la consulta del próximo domingo. ¿Diálogo? Quizás, pero hay dudas.

Por redacción internacional

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