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Milei y su apología de la dictadura en Argentina

Organizaciones por la memoria y expertos alertan que las recientes declaraciones del candidato ultra, que usó el lenguaje de los militares para justificar el régimen totalitario, podrían mover la opinión pública sobre una de las etapas más oscuras del país sudamericano.

John McAulay y David Melero | Especial para El Espectador

31 de octubre de 2023 - 02:00 p. m.
Homenaje frente al Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (INDEC).
Foto: David Melero
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No es un jueves cualquiera ante el Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (INDEC). Algunas decenas de personas se van congregando frente al edificio, rodeadas de un aura solemne, mientras resuenan los tambores y platillos que nunca faltan en cualquier acto reivindicativo de Buenos Aires. En la fachada, dos carteles piden ‘Memoria, verdad y justicia’, un lema bien conocido por todo el país. Llega entonces quien nunca falla pese a su avanzada edad: Norita Cortiñas, en silla de ruedas, se abre paso entre el público y ocupa su merecido puesto en primera fila. La madre por excelencia de la Plaza de Mayo, de todos los desaparecidos durante la última dictadura. Con su presencia, la ceremonia ya puede empezar.

Cualquiera que haya paseado por las calles de la capital con mirada atenta, se habrá encontrado inevitablemente con algún ejemplar de las baldosas por la memoria, losas instaladas en las aceras para recordar a las numerosas víctimas del terrorismo de Estado entre 1976 y 1983. Raul Miranda, Hugo Bivi, Carlos Noriega y Gustavo Cortinas son los cuatro trabajadores del INDEC homenajeados en esta jornada. Todos ellos fueron detenidos durante los primeros años de la dictadura y nunca volvieron a su puesto de trabajo. Ahora, esa realidad quedará permanente grabada en el suelo de la capital, a vista de todos. Y la acción no podía llegar con más urgencia: Javier Milei, el candidato ultra podría llegar a la presidencia si gana la segunda vuelta el 19 de noviembre, ha decidido agitar la campaña con un discurso negacionista de los crímenes del régimen militar.

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De la mano de las organizaciones por los derechos humanos, se ha estimado que las desapariciones durante ese periodo ascendieron a 30.000. Es una cifra que por la mayor parte ha logrado el consenso de la sociedad argentina. Pero Milei echó abajo ese esfuerzo de memoria histórica cuando compartió, en pleno debate electoral hace unas semanas, su versión de la “verdad”. “No fueron 30.000 desaparecidos, fueron 8.753″, aseguró, dando por bueno el número de denuncias que se contabilizaron en los años ochenta y que no incluían entonces las desapariciones extraoficiales. Además, el candidato de La Libertad Avanza (LLA) se refirió a esos crímenes como “excesos” por parte del Estado en lo que definió como una “guerra” entre las fuerzas de seguridad y las “terroristas” organizaciones de izquierdas, que “torturaron, pusieron bombas y cometieron delitos de lesa humanidad”, según Milei. Quien haya visto la laureada e imprescindible película Argentina, 1985 sabrá que ese era el lenguaje usado por los mismos militares.

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Las palabras cogieron a muchos por sorpresa, incluso a los expertos en la materia. Para la socióloga Valentina Salvi, la manera de expresarse de Milei representa una “novedad” en el panorama político argentino. “Si ese era un discurso hasta ahora circunscrito a las organizaciones vinculadas a los familiares de condenados, ahora dejó de ser marginal”, indica a este medio. También Cristian Palmisciano, sociólogo especializado en memoria histórica, reconoce que “no esperaba una declaración de ese tipo”, especialmente por la severidad del mensaje. El candidato ultra fue más allá de relativizar los crímenes de Estado, según Palmisciano, y llegó a ofrecer “una mirada más apologista, que es reivindicar el crimen, reconociendo que se cometió pero diciendo que estuvo bien”. “No se había visto esto en un candidato a presidente de Argentina”, remarca.

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Victoria Villarruel marca el camino

Para comprender las declaraciones de Milei, es imprescindible girar la atención a la figura de su número dos en las elecciones, la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel. Hija y sobrina de militares activos en la lucha contra los elementos izquierdistas, Villarruel construyó la mayor parte de su carrera profesional como abogada representando precisamente a aquellas personas que se declaraban víctimas de esas mismas organizaciones guerrilleras y trabajando para que estas fueran formalmente acusadas de cometer violaciones contra los derechos humanos. Con este fin, ya participó en la Asociación Unidad Argentina (AUNAR), creada por el exjefe de Inteligencia del Comando de Institutos Militares durante la dictadura, y fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV).

A principios de septiembre, Villarruel ya avivó la polémica alrededor del relato referente a la dictadura organizando un acto titulado “Homenaje a las víctimas del terrorismo”, que ponía el foco enteramente sobre las organizaciones guerrilleras y lo alejaba del Estado. Tras esa jornada, el candidato a presidente dejó pasar varias semanas antes de posicionarse en una línea aún más dura que la de su compañera. “Milei concentró su carrera en Economía y nunca se dedicó a hablar del pasado”, explica Palmisciano, quien ha estudiado durante años la figura de la abogada. “Eso muestra la influencia que ejerce Villarruel en este tema”. Pese a tener la opción de mantener el silencio, Milei lo apostó todo por unas declaraciones claramente extremistas, acorde con su perfil político.

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Rebeldía contra el kirchnerismo

Ahí recae posiblemente la razón tras su sorprendente posicionamiento público: alzarse definitivamente como el candidato de la rebeldía, el que no se adscribe a lo políticamente correcto. Cuarenta años tras el fin de la dictadura, reivindicar esa oscura etapa de la historia argentina no tiene especial rentabilidad electoral entre el grueso de la sociedad. Incluso entre los actuales miembros de las fuerzas armadas tampoco existe la evidencia de que “defiendan abiertamente” el último régimen militar. “No vas a encontrar más votos diciendo eso, e incluso puedes generar reacciones en contra”, indica Palmisciano.

Como era previsible, las principales críticas que han llovido sobre el candidato ultra han venido de las organizaciones por la memoria y del movimiento kirchnerista, que operaron de forma conjunta a principios de siglo para impulsar numerosas medidas a favor de derechos humanos para acabar construyendo “una memoria oficial muy fuerte” alrededor de la dictadura, cuenta Palmisciano. “Esa política de Estado se asumió como de izquierdas”, añade. Es ahí donde Milei pretende incidir con su discurso apologista, puesto que discutir la versión oficial de la década de los setenta es “una de las bases sobre la que se construye la rebeldía” en la política argentina. La herencia de los mandatos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) genera aún un elevado grado de polarización entre la sociedad del país. Ahora que se enfrentará al candidato del oficialismo Sergio Massa en segunda vuelta, Milei podría ahondar en esta grieta.

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Durante el mandato de Mauricio Macri, ya se agitó el relato de que las organizaciones por la memoria tenían vínculos estrechos con el kirchnerismo para deslegitimarlas. Y ahora, el líder de LLA parece decidido a subir la apuesta con un ataque aún más feroz. Dar por buena la cifra de 8.753 desaparecidos por el terrorismo de Estado significa para Milei “instalar la idea de que a lo largo de los últimos años la izquierda ha mentido con que son 30.000″, incide Palmisciano. “Y eso abre la puerta a que esa mentira se extienda a otros aspectos de la política”.

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Permisividad con la violencia de Estado

En un país como Argentina, con un alto grado de movilización social –un 40 % de los asalariados están organizados en cerca de 3.000 sindicatos, porcentaje superado únicamente por Uruguay en toda América del Sud–, es especialmente preocupante que empiece a extenderse un relato que justifica la violencia por parte del Estado. Cristian Palmisciano alerta de que una victoria electoral de LLA, acompañada de las medidas económicas que la formación ultra quiere impulsar en caso de llegar a la Casa Rosada, podría generar una reacción en las calles, “y habría que ver qué tan lejos está dispuesto a llegar en términos de represión a esa conflictividad”. De hecho, Javier Milei ya ha anunciado que Victoria Villarruel será la encargada de Seguridad y Defensa en su gobierno. “Es un mensaje muy peligroso hacia las fuerzas armadas y de seguridad avalar cualquier tipo de práctica que cometan, decirles que no son tan responsables de sus actos. Es esta idea de que el delincuente se la busca”, advierte el sociólogo.

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Así mismo lo ven las organizaciones por la memoria. Bibiana Reivaldi forma parte del colectivo Historias Desobedientes, conformado por familiares de personal de los cuerpos responsables de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. Su padre estuvo en el Batallón de Inteligencia 601, encargado de la “lucha antisubversiva” durante el régimen militar, por lo que tuvo “un grado de responsabilidad muy alto” en la represión por parte del Estado, según cuenta la hija a este medio. “Las armas que el pueblo les da a las fuerzas armadas y de seguridad no pueden ser usadas contra el pueblo mismo. Tienen que tomar conciencia, porque ellos también son ciudadanos, no son solo militares o policías; las armas son para la patria, no para ponerlas en contra de la patria”.

Con todo, Rievaldi cree que las últimas declaraciones de Milei sobre la dictadura, añadidas a las habituales de Villarruel, “van en la dirección contraria a eso”. “Ponen en riesgo que los militares se vean con cierta libertad de actuar como quieran”.

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Por su parte, Verónica Torras, de la alianza de organizaciones de derechos humanos Memoria Abierta, añade que el candidato de LLA contribuye a poner en duda una de las principales victorias logradas a lo largo de los últimos cuarenta años de democracia: subordinar definitivamente las fuerzas armadas al poder civil.

Tras vivir Argentina entre 1930 y 1976 seis golpes de Estado militares, el proceso de memoria y justicia contra los criminales después de la última dictadura consiguió “poner límites” a las actuaciones de estas. “Ahora está definido que las fuerzas armadas solo pueden intervenir en situaciones que tienen que ver con la defensa del país respecto de amenazas que provengan del exterior”, explica Torras. Sin embargo, con sus palabras, Milei tantea la posibilidad de “redefinir” el papel de estas en la sociedad argentina y “habilitar un mayor grado de intervención” de las fuerzas armadas en cuestiones internas. “Va en contra de lo que ha sido el legado democrático”, lamenta la activista.

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¿Moviendo la opinión pública?

Argentina es, en muchos sentidos, un referente internacional en la lucha por la recuperación de la memoria. El país latinoamericano encabezó pronto las acciones reparativas con el denominado Juicio a las Juntas, en que se condenaron a cinco de los diez integrantes de las tres primeras juntas militares. Pese a las leyes de impunidad, que significaron la amnistía para los criminales y la suspensión de los procesos por delitos de lesa humanidad, con la llegada del kirchnerismo al poder se retomó la vía judicial. Hasta la fecha de hoy ya han concluido más de 330 sentencias y hay casi 1.200 represores condenados –una cifra que sigue aún en aumento–.

Entre aquellas personas que han trabajado más activamente para recuperar la memoria en Argentina existe también el miedo de que con este tipo de discursos, especialmente viniendo de una figura política de primer orden como es ahora Javier Milei, pueda moverse la opinión pública sobre la dictadura y su violencia. “La pregunta es si hay una base social, un porcentaje importante de la sociedad, que piensa que en Argentina se dio una guerra y no hubo terrorismo de Estado, y que acabamos de encontrarnos ahora con ese dato”, avisa Valentina Salvi. En el país latinoamericano existen aquellos que aún valoran positivamente la experiencia autoritaria, aunque siempre fue un sector marginal y, por ahora, esa realidad parece mantenerse. Un reciente barómetro de Open Society Foundations demuestra que solo un 17 % de los argentinos opinan que la dictadura militar es una buena forma de gobierno, frente a un 66 % que se opone, el porcentaje más alto entre los países encuestados.

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Homenaje a los desaparecidos por la dictadura, frente al Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (INDEC).
Foto: David Melero

Pero estadísticas como estas no sirven para llenar de optimismo a los presentes en el homenaje frente al INDEC. Alrededor del acto resuenan aún las palabras de Milei sobre la dictadura y los activistas no pretenden obviarlas, eso sí, sin mencionar el nombre del protagonista por todos conocido. “Estamos en un contexto donde quieren negar lo que fue la dictadura, esos excesos que llaman a haber tirado vivos al mar a nuestros familiares, a haber secuestrado a nuestros hermanos y violado a nuestras mamás”, dice uno. Otro advierte que hoy ya se está sobrepasando el negacionismo. “Están abiertamente reivindicando la dictadura, dejando atrás la teoría de los dos demonios y redoblando la apuesta”. Y un tercero avisa atrevido de que “alguno podrá ganar las elecciones, pero lo que difícilmente va a ganar es la conciencia social”.

Aunque sería la reacción previsible, entre el público no se siente nerviosismo por la alarmante perspectiva de una victoria de la candidatura con posibilidades de ganar más ultra que ha visto Argentina en sus cuarenta años de democracia. Merche Noriega, hija del director del INDEC desaparecido, replica el coraje de su padre, que cuando fue interrogado por los militares para que entregara una lista de los empleados “subversivos” se negó y respondió que allí había “solo trabajadores y trabajadoras”. “El esfuerzo de estas organizaciones va a mantenerse gane quien gane. Y si gana Milei, aún se incrementará más”, avisa.

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Los activistas han mantenido durante décadas la lucha por la verdad, la memoria y la justicia, y no están dispuestos a rendirse ahora. La figura frágil pero decidida de Norita es una muestra de la fortaleza del movimiento. Con el frágil puño en alto y un hilo de voz, multiplicado por la de las decenas de personas presentes, la Madre anima a continuar el combate. “¡Hasta la victoria, ahora y siempre! ¡Venceremos!”.

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Por John McAulay y David Melero | Especial para El Espectador

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