Ximena Guzmán y José Muñoz se convirtieron esta semana en símbolos de la violencia en Ciudad de México. Sus asesinatos, registrados en la mañana del martes en una de las principales vías de la capital, ocurrieron mientras se disponían a llegar juntos al trabajo. Se sabe que ellos, dos altos funcionarios de la alcaldía de Clara Brugada, del partido político Morena, el mismo de la presidenta Claudia Sheinbaum, fueron atacados con armas de fuego por unos sujetos que viajaban en una moto. Los homicidios estremecieron a la nación y a sus autoridades locales y federales, pero además mostraron los lazos que el crimen organizado ha tejido en esta urbe, que no es ajena a la crisis de seguridad que atraviesa este país norteamericano en gran parte de su territorio.
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En la misma ciudad, que de enero a abril de este año registró 327 homicidios, con unos 37 solo en lo que va del mes de mayo, el crimen contra estos funcionarios políticos no debería ser tomado como una dinámica nueva. Milton Figueroa, exjefe de operaciones especiales de la Policía de Ciudad de México, fue asesinado en julio del año pasado. Él fue la mano derecha del secretario de Seguridad de la capital, Omar García Harfuch, quien ahora es parte del gobierno de Sheinbaum. García, de hecho, resultó herido en un ataque en junio de 2020, cuando 30 sicarios del cartel Jalisco Nueva Generación llevaron a cabo una ofensiva en un sector exclusivo de la capital.
El consultor David Saucedo aseguró que esos niveles no son comparables con los registrados en otras partes del país, como en Guanajuato, donde ocurrieron 195 homicidios solo en abril, o en Sinaloa, donde hay una guerra civil entre las facciones del cartel del narcotráfico. Ahora bien, eso, según él, no excluye el hecho de que a la capital la rodea una percepción de inseguridad: “Hace 10 años existió una burbuja, producto de un pacto que hicieron los grupos criminales para operar bajo la condición de no generar eventos de alto impacto, como masacres, exposición de cadáveres colgando o cuerpos descuartizados. Entonces, la ciudad se convirtió en una zona franca donde todas esas asociaciones pudieron operar sin ‘calentarla’, como se dice en el lenguaje criminal. Ese esquema dejó de existir”.
Tras los asesinatos de Guzmán y Muñoz, el medio local “Milenio” hizo una radiografía sobre los tentáculos del crimen organizado en Ciudad de México, donde el cartel Jalisco Nueva Generación ha consolidado una mayor presencia, pues se ha extendido en 14 de 16 alcaldías. A este grupo les siguen el cartel de Sinaloa, que ha instaurado centros de reclutamiento en varias colonias de Iztapalapa, bastión político de Morena, pero también el del Golfo y el del Noreste, así como el de la Familia Michoacana y el de la Nueva Familia Michoacana, según lo reveló el más reciente informe de la DEA. El panorama es complejo: los grandes grupos vinculados al narcotráfico controlan regiones de la capital, mientras que otros más pequeños, pero violentos, se disputan las calles y las colonias. De hecho, la Policía chilanga tiene en la mira a unos 50 de ellos.
A diferencia de otros ataques, el registrado el martes no se realizó en contra de un policía o de un fiscal, que pueden ser considerados obstáculos para quienes están inmiscuidos en los negocios ilícitos. Al contrario, la ofensiva, que la Fiscalía aseguró que fue directa y tuvo “un grado importante de planeación”, fue un golpe contra el corazón del partido gobernista. Algo de eso mencionó Saucedo: “Este fue un ataque contra funcionarios del gobierno de la ciudad, pero también tiene un daño colateral en la administración federal”.
De momento, Sheinbaum le aseguró a Brugada “que no está sola (...), que el pueblo tampoco lo está”. La fiscal de la capital, Bertha Alcalde, además, aseguró que en el atentado participaron cuatro personas y que “quienes lo ejecutaron tienen experiencia previa”. El ente investigador no incluyó entre sus hipótesis que el crimen organizado esté vinculado a lo sucedido, y se remitió a decir que tiene abiertas varias líneas de investigación, entre ellas cuestiones personales y profesionales. Las autoridades no especificaron el móvil de los homicidios. Ahora bien, desde Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha generado una fuerte presión para el combate contra la criminalidad, el secretario de Estado, Marco Rubio, declaró en una audiencia en la Cámara de Representantes que “la violencia política” en México “es real”. Tras mencionar los recientes asesinatos, agregó: “Esos carteles amenazan al Estado”.
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