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Los más de cinco años que han transcurrido desde cuando Fernando Cardoso dejó la Presidencia de Brasil le han dejado tantas o más enseñanzas que los ocho que permaneció en el cargo. Dice no tener nostalgias por el poder, aunque busca mantenerse vigente en la discusión política, bien desde la academia, bien desde los bastidores del Partido de la Socialdemocracia brasileña, en el que sigue siendo referente de primer orden.
De paso por Colombia, en donde participó en la segunda sesión de la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia, Cardoso le dijo a El Espectador que no cree que la segunda reelección inmediata de presidente sea buena para un país, porque le resta oxígeno a la democracia, independiente de que el mandatario que la busque sea bueno o no. También urgió revisar el modelo de lucha contra los narcóticos para hacer más énfasis en la presión y las sanciones sociales que en las restricciones penales.
¿Por qué no le gusta la segunda reelección presidencial?
Porque hay una sola reelección. Lo otro es reelección indefinida. Después de la tercera viene la cuarta y la quinta. Y eso no creo que sea bueno, porque la democracia requiere rotatividad.
Pero hay ejemplos de democracias con segunda reelección.
Sí, pero también hay riesgos. La reelección ya es una ventaja, porque el candidato tiene más exposición mediática, por ejemplo. La democracia requiere una cierta alternancia de poder. Hay momentos en que la sociedad se cansa de un grupo en el poder. El aire que entra al Estado hace bien a la democracia.
¿Lo dice por la experiencia propia?
Al final de mi segundo mandato yo estaba un tanto dosificado porque la situación se repite y uno piensa: “Ya sé lo que van a decir”. A veces no sabía, pero daba la sensación de que sí. Independientemente del valor que tiene la persona que está en el gobierno, es mejor que haya una alternancia.
Independiente de lo que decían las encuestas en ese momento, ¿usted estuvo tentado a buscar una nueva reelección?
No. Es que eso depende también de la edad. Yo fui presidente después de los 60 y cuando salí tenía como 72. Para gobernar al país hay que tener muy buena energía física. Estoy en muy buena condición, pero no como para dedicarme a esa tarea. No es el caso del presidente Álvaro Uribe, que es muy joven y puede volver. Preferiría que Uribe vuelva a ser presidente después y no de inmediato. Igual ocurre con el presidente Luiz Inácio Lula, en Brasil.
¿Y el tema polariza en todas partes por igual?
La gente cree que no es democrático. Una segunda reelección inmediata está asociada al tema del poder sin límite de tiempo.
Ustedes en la Comisión de Drogas y Democracia piden revisar el modelo de lucha antidrogas. ¿Por qué?
El tema no puede ser enfocado siempre bajo la preocupación comprensible pero obsesiva de la seguridad del Estado. Hay que ver al ciudadano, su salud. Desde luego no hay voces en este momento que puedan plantear que la legalización sea la solución al problema. No. Pero hay que volver a plantear el tema de las alternativas.
¿Como cuáles?
Por qué no tomar, por ejemplo, el paradigma de lo que pasó con el tabaco. Hoy en día es muy difícil que una persona fume y, sin embargo, no está hecha la prohibición. Se logró con una presión social muy fuerte. Por qué no movilizar más la sociedad o buscar penas alternativas para consumidores (trabajo comunitario). Hay muchas cosas que se pueden plantear. Si nos quedamos solamente en la guerra solucionaremos apenas una parte del problema.
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