Los ecos de una crisis aún se escuchan con fuerza en Caracas y las calles de Venezuela. Maestros reclaman trabajos dignos; ciudadanos protestan por mejores salarios mínimos y la oposición política venezolana, que durante 10 años de Nicolás Maduro en el Gobierno ha estado alerta sobre los hilos del poder, demanda elecciones y un cambio de raíz.
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En menos de seis meses se conocerá el nombre de la persona que intente destronar al chavismo del Gobierno en Venezuela, que, constitucionalmente, debería celebrar votaciones presidenciales antes de 2025. Pero antes, la oposición debe enfrentar unas elecciones primarias que, según analistas, son solo la continuación de un terremoto que tiene como epicentro la falta de consenso, unidad y soluciones claras a los problemas que el país petrolero tiene desde hace años.
Cuando el antichavismo no es suficiente
Muchos son los nombres que se han postulado para intentar llegar al poder a través de la vía de los votos; en su mayoría son de grandes grupos opositores. Tanto Henrique Capriles como Juan Guaidó o incluso María Corina Machado son candidatos de peso para que sea su nombre el que aparezca en los tarjetones electorales durante el duelo con Maduro. Pero en el plano de la política no basta con oponerse al sistema o que las únicas propuestas para llegar a la Presidencia sean remover a Nicolás Maduro de Caracas.
Tanto para analistas como los mismos integrantes de la oposición hay algo claro: entre tantos nombres y promesas de retirar al chavismo del Palacio de Miraflores no existe un consenso básico sobre cómo hacerlo.
El Observatorio Electoral Venezolano (OEV) asegura que “el espectro político opositor es amplio”, a tal punto de que hay facciones que están dispuestas a hacer cambios en su discurso con el propósito de mostrarse como candidatos “no oficialistas” y así persuadir los votos del electorado. Tal es el caso de Antonio Ecarri, Bernabé Gutiérrez o José Brito, todos con intenciones de ser candidatos opositores, pero que han manifestado que no participarán en los comicios primarios.
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Indira Urbaneja, directora de la ONG Reunifica, explicó que este proceso de primarias, más allá de ofrecer una ruta para enfrentar a Maduro en los comicios, crea fracturas internas que debilitan la fuerza de la oposición de cara a las elecciones. Según aseguró la analista para France 24, esto “no es un proceso donde participa toda la oposición [...] no vamos a ver a una oposición unida porque fuera de las primarias va a haber otro grupo que también busque su candidato”.
Lo acotado por Urbaneja se ajusta a la opinión de Nastassja Rojas, politóloga e internacionalista de la Universidad Javeriana, que explica que “la oposición con el paso del tiempo cada vez ha estado más dividida. Todo eso añadido al fraude electoral, al sometimiento de poderes, a la falta de independencia judicial ha hecho que el chavismo se mantenga en el poder”.
El OEV ve con buenos ojos que las elecciones primarias se vayan a realizar. La organización explica que elegir un candidato opositor es “un mecanismo saludable para los sistemas democráticos”, ya que contribuye a “organizar y calibrar las aspiraciones al poder político”.
De acuerdo con Rojas, las elecciones primarias, aunque “podría marcar una idea de unidad entre la oposición”, tiene un problema, y es que “las personas que se presentan a este proceso respeten las decisiones que salgan de allí”. La analista, que también es consultora y profesora en derechos humanos, explica que estas divisiones y disputas dentro de la oposición “han sido muy útiles para el chavismo. [...] A veces pierden el norte y se enfocan en esa “posvenezuela” después del chavismo y pierden el propósito de que el objetivo es el retorno a la democracia”.
Muchos candidatos, un solo cupo
El escenario electoral actual es un tablero de ajedrez con muchas piezas. El chavismo ha cerrado filas en torno a Nicolás Maduro para continuar en el Ejecutivo. La oposición, en contraparte, ha quedado prácticamente sin cabeza desde la salida de Juan Guaidó de la presidencia interina.
Sin embargo, Urbaneja argumentó para el medio francés que este escenario no pronostica resultados favorables para los grupos de oposición. En primer lugar, porque aleja la idea de un grupo unido y consolidado que pelee los comicios a Nicolás Maduro. En segundo punto, porque si lo que se pretende es una votación masiva que demuestre el apoyo de la ciudadanía a un proyecto de cambio, tantos candidatos terminarían por dispersar los votos.
Si hubiera un deseo y una ruta común de parte de toda la oposición, “en primer lugar no habría elecciones primarias”, acota Urbaneja.
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Además, la estrategia de la oposición ha estado inmersa en contradicciones que debilitan el discurso de hacer contrapesos al chavismo. En las elecciones presidenciales de 2018, varios de los integrantes opositores aludieron a que la mejor ruta para combatir a Maduro era la “abstención masiva”: esto tuvo como resultado que en los comicios generales de finales de 2021 solo votaron cuatro de cada diez venezolanos, según reportó en su momento el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, cinco años después, recurren al electorado para que a través de las urnas demuestren apoyo popular a gran escala a la oposición.
Otro ejemplo son las críticas a las instituciones venezolanas encargadas de procurar transparencia en las urnas, como el Consejo Nacional Electoral. No obstante, ahora la cuestión sobre la mesa es apelar a mecanismos democráticos, que hace tan solo meses, según ellos, no existían, para intentar llegar a la Presidencia de Venezuela.
“La comunidad internacional puede estar preguntándose qué es lo que quiere la oposición y qué es lo que quiere la ciudadanía. Pero al interior de la ciudadanía esto ha generado un estrago, ya que uno de los mayores problemas que tienen en este momento es que la gente realmente se anime a votar”, asegura Rojas.
La incertidumbre en las urnas
Se espera que para el 22° de octubre de este año la oposición ya conozca el nombre de su candidato presidencial. No obstante, las incógnitas alrededor de este proceso no se remiten únicamente a los candidatos sino a las instituciones mismas.
Por un lado están las preguntas sin respuesta sobre cómo hacer estas elecciones. La Comisión Nacional para la Elección Primaria, que es el órgano que dirigirá estas votaciones, aún no ha definido si este proceso se hará de forma automatizada o manual. Carlos Medina, uno de los directores del OEV, explicó que ambos mecanismos se están valorando. Sin embargo, el funcionario dejó claro que hacer los votos y el conteo de forma automatizada, es decir con máquinas, tendría “ventajas importantes” en el proceso electoral.
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Más allá de la manera en que se hagan las elecciones primarias, las críticas también se han escuchado debido a la base de datos de votantes que se utilizaría en las votaciones. Varios de los opositores solicitaron al CNE (denunciado en el pasado por haberse “aliado” con Nicolás Maduro) que no se utilicen datos biométricos de la ciudadanía. Esto debido a que desde la oposición se tiene temor de represalias de parte del Gobierno contra quienes voten en contra del chavismo, algo que ya sucedió con la “Lista Tascón”, una base de datos que Hugo Chávez utilizó para emplear represalias contra los ciudadanos que votaron a favor de revocarlo del Ejecutivo.
Para Rojas hay otra institución que se ha visto ensombrecida y pierde credibilidad ante unas elecciones transparentes: el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Desde hace meses, Luis Ratti, un político que se ha catalogado como opositor, ha sembrado dudas sobre la credibilidad de los resultados en los comicios, a tal punto de impugnar las elecciones primarias la semana pasada debido a falta de garantías.
La experta considera que “desde tiempos de Chávez el TSJ era el poder más apetecido, y es precisamente lo que ha permitido legitimar las decisiones a través de sentencias” y ha logrado profundizar las quiebras dentro de la oposición.
Por su parte, Nicolás Maduro tampoco ha dado certezas sobre el futuro de las votaciones en Venezuela. En abril de este año, el mandatario expuso en un discurso que desde Caracas “no sabemos si (las elecciones) van a ser este año o el próximo. Guárdenme ese secreto”.
El futuro del país
Ronal Rodríguez, analista del Observatorio de Venezuela, asegura que “el régimen lo que ha hecho hasta ahora es consolidarse, lo que pueden hacer ese ceder unos espacios. Pero ellos no pretenden dentro del corto plazo abandonar el poder. […] Así como el chavismo lleva 24 años en esta dinámica, puede tardarse otros 24 años en desmontar todo esto y consolidar un régimen democrático”.
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